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jueves, julio 31, 2025

Del golpe a Boca al barro de Riestra: Atlético quiere seguir volando y confirmar que está para cosas importantes

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En este presente de Atlético hay algo que ya no es casualidad: el equipo aprendió a caminar sobre la cornisa sin marearse. Es cierto que apenas van dos fechas del Clausura, pero el impulso se percibe. No es sólo que está invicto en el semestre; también le ganó a Boca, lo eliminó de la Copa Argentina, se metió en octavos y, más importante aún, lo hizo con autoridad. El “Decano” ya no es un equipo que sorprende, es un equipo que se está afirmando, que empezó a creer en lo que ve en el espejo.

Este lunes, en la aspereza del Bajo Flores, tiene una nueva prueba de carácter. Una nueva estación de tren oxidado y andenes resquebrajados, en donde el fútbol se juega a los codazos y con dientes apretados. En la casa de Riestra, no gana el más lírico: gana el que se ensucia sin miedo. Y Atlético, de la mano de Lucas Pusineri, está entendiendo que para volar también hay que saber embarrarse.

“Va a ser un partido muy luchado”, anticipó el DT, con ese tono realista que lo caracteriza. “Siempre con la pelea ahí en el mediocampo, así que hay que predisponerse para luchar todo el partido”, agregó.

Nada de luces ni de lujos en la previa. En la cabeza del entrenador no hay espacio para adornos: se gana o se aprende. Y a este equipo, en las últimas semanas, le está gustando ganar.

Porque no fue sólo el golpe a Boca, aunque ese cachetazo retumbó en todo el país. También fue el triunfo en la primera fecha contra San Martín de San Juan y las buenas sensaciones tras el 1-1 contra Central Córdoba.

En silencio, Atlético fue juntando piezas, entendiendo su propio rompecabezas. Y hoy, con cuatro puntos sobre seis, tiene la chance de quedar bien parado en la zona B, de sostener la fe con resultados y de convertir un buen arranque en una racha respetable.

“El grupo está bien, y eso quedó reflejado en el triunfo sobre Boca. Pero ahora hay que seguir”, sostuvo Maximiliano Villa, uno de los refuerzos que ya muestra solidez en el lateral derecho.

Su voz no sonó a euforia, sino a compromiso. Porque lo que este plantel parece haber entendido es que la mejor manera de disfrutar es seguir corriendo. “Queremos seguir creciendo como equipo. Mi objetivo es jugar lo máximo posible y ayudar al equipo”, añadió. Nada de vedetismos, nada de ego. Lo que brilla en este Atlético es lo colectivo.

El arquero Matías Mansilla lo dice con claridad. “Estamos bien como grupo. Se ve reflejado no sólo por lo de Boca, sino en todos los partidos que pasaron. Los chicos que entran desde el banco lo hacen muy bien, nos dan soluciones y nos ayudan a ganar partidos”.

Y en esa frase se esconde uno de los mayores méritos de este equipo: no depende de un nombre propio. Atlético es una orquesta que no necesita un solista. Cuando no suena el violín, aparece el tambor. Y cuando no hay piano, se hace fuerte el bombo. Todos aportan. Todos suman.

Y así, su estilo también se adapta. “Atlético siempre se ha caracterizado por apostar a la tenencia de pelota (agrega Mansilla), pero en los últimos partidos estuvimos bien en el contragolpe y fuimos contundentes. Lo que importa es sumar de a tres y lo venimos haciendo bien”.

Esa flexibilidad táctica, esa capacidad de mutar sin perder la identidad, puede ser clave en un torneo que premia a los ocho mejores con un lugar en la definición. Además, Atlético quiere meterse en una copa internacional, y para eso tiene que saber ganar en todas las canchas. Incluso en esas en las que la pelota rebota raro y el pasto es un espejismo.

Por eso, en el “Guillermo Laza”, buscará algo más que tres puntos. Buscará consolidar su confianza, confirmar que lo de Boca no fue una noche de luna llena sino parte de un ciclo que empieza a tomar forma; querrá dejar en claro que no está para ver el torneo desde el andén, sino para subirse al tren que va derecho a los sueños.

Riestra será una buena medida para saber a qué puede aspirar Atlético

El rival no será fácil. Riestra es de esos equipos que se alimentan de la fricción, que hacen del desorden una fortaleza y que saben cómo arrastrar a su rival al barro. Pero este Atlético, si algo ha demostrado, es que no le tiene miedo a ensuciarse. Sabe cuándo tocar y cuándo trabar; cuándo volar y cuándo cavar trincheras.

Pusineri lo dijo alguna vez “los equipos que trascienden no son los que mejor juegan, sino los que mejor resisten”, y hoy Atlético está aprendiendo a resistir sin perder la ambición.

Este juego puede ser otra piedra en ese camino, o la rampa que lo lance hacia la pelea grande. Pero una cosa está clara: Atlético ya no juega para ver qué pasa, sino para que pase.

Redacción

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