POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 225

La defensa de la democracia de América Latina es un imperativo político, ético y moral. Las nuevas amenazas requieren visión de futuro y repensar las reglas, sin olvidar que la democracia se fortalece en democracia y con más democracia.

La democracia y la seguridad en América Latina afrontan momentos difíciles y profundos cuestionamientos sobre su efectividad. En términos literarios se encuentran en un “túnel”, quizás lo más parecido al de la obra del escritor argentino Ernesto Sábato. Esta novela, marcada por la violencia y una visión metafísica del existir, refleja la necesidad –como la tiene la región– de superar las barreras del encierro y de encontrar su propia luz.

El crimen organizado es uno de los mayores riesgos para la democracia latinoamericana. Más allá de este epígrafe, la percepción ciudadana y las cifras corroboran que estamos en una coyuntura crítica. Hoy, el 65% de la población está insatisfecha con los resultados de la democracia y el 40% piensa que puede funcionar sin partidos políticos, parlamento u oposición (Latinobarómetro, 2024).

Y para completar y dramatizar este escenario, debe subrayarse que esta zona es la más violenta del mundo. En efecto, el año pasado, más de 121.000 latinoamericanos fueron asesinados. Uno de cada tres homicidios ocurre en esta parte del planeta, a pesar de que sólo tiene una décima parte de la población mundial. Y 39 de las 50 ciudades más violentas del mundo están en América Latina.

Los datos y las encuestas ratifican, una vez más, el proceso creciente de erosión institucional y deterioro del tejido social. La ciudadanía observa con indiferencia la suerte de su régimen político.

El crimen organizado y la proliferación de la violencia tienen serias repercusiones sobre la consolidación del Estado de derecho, el funcionamiento del sistema político y la generación de actitudes autoritarias que cuestionan la supremacía de los derechos humanos ante las necesidades de afrontar los desafíos de seguridad. Al respecto, Kevin Casas-Zamora, secretario general del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), ha advertido que la interacción entre seguridad…

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Guillermo Fernández de Soto es presidente del Consejo Colombiano de Relaciones Internacionales (CORI), excanciller y exembajador ante Naciones Unidas. Andrés Rugeles es vicepresidente del CORI, miembro asociado de la Universidad de Oxford.

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