El monólogo que abre el Late xou (La 1) de Marc Giró se está convirtiendo en una extravagancia contestataria en un contexto televisivo que, en general, celebra la uniformidad reaccionaria a cambio de tolerar brotes de cuñadismo vagamente izquierdoso. Giró actúa desde una franqueza prospectiva, como si quisiera preparar a sus espectadores para la llegada inminente del populismo de extrema derecha. La actitud de Giró parte de la premisa de aprovechar la libertad –y el libertinaje– que tiene más allá de lo que marca el reglamento –es difícil imaginar un discurso equivalente desde posiciones ideológicas antagónicas a las de Giró– y aplica la máxima radical del pa lo que me queda en el convento… Por suerte, le protege el criterio de una televisión pública que muchos intentan dinamitar desde trincheras diseñadas por hechiceros de la criptojudicatura y de la propaganda entendida como arma de alienación masiva.

El presentador Marc Giró durante el rodaje de ‘Late Xou’ (septiembre, 2025)
RTVE
FÚTBOL AMERICANO. Los primeros capítulos de la serie Chad Powers (Disney+) recuperan la figura, muy explotada, del deportista triunfador que, tras un error que le destroza la carrera, intenta resucitar. Lo hace gracias a un maquillaje y una caracterización que le permite hacerse pasar por quien no es. La inspiración le llega al ver una valla publicitaria de la película Mrs. Doubtfire . Es el elemento que activa unas referencias que podrían haber pasado por Tootsie y que, en los tres casos, necesita la indulgencia del espectador a la hora de aplicar un nivel de verosimilitud tan bajo como para no darse cuenta de que ese futbolista mal maquillado pretenda ser quien no es. Superado este obstáculo, la serie funciona. Los actores, los personajes y los diálogos son muy buenos y la redención apela a nuestros mejores sentimientos.
El documental sobre Charles Thomas no necesita el recurso de las recreaciones y el énfasis musical
BALONCESTO. Temps mort (TV3), el documental fragmentado en dos innecesarias dosis (y que, como Dios manda, se estrenó en el cine), también habla de redención, pero desde un punto de vista más dramático y realista.
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La historia del jugador de baloncesto Charles Thomas es lo bastante interesante –éxito, caída, desaparición, muerte y resurrección– para encadenar elementos y testimonios de un relato que quizá abusa de recreaciones innecesarias y de un sentido sensacionalista de la inminencia y la música. El valor del documento, sin embargo, relativiza cualquier discrepancia que el espectador pueda tener sobre el cómo y antepone la verdad del qué.