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martes, septiembre 9, 2025

Desafíos V: un territorio en el que confluyen arte, ciencia y tecnología

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Un conjunto de flores son observadas por cámaras de seguridad en tiempo real. Vemos las imágenes de esa vigilancia absurda y pensamos que esas plantas extirpadas del suelo e instaladas en floreros son motivo de sospecha para una sociedad que necesita controlarlo todo. La obra de la artista peruana Julieta Tarraubella que forma parte de «El problema de los tres cuerpos», en la muestra Desafíos V que se exhibe en la Fundación Andreani, recuerda a esas piezas breves, sin actores que imaginaba Samuel Beckett, una instalación donde sucede algo del orden de lo dramático, donde esas flores, bajo la mirada de una cámara de vigilancia generan una pequeña situación.

El problema de los tres cuerpos en la muestra Desafíos V que se exhibe en la Fundación Andreani. Foto: Augusto Zanela, gentileza.El problema de los tres cuerpos en la muestra Desafíos V que se exhibe en la Fundación Andreani. Foto: Augusto Zanela, gentileza.

La tecnología ligada a la naturaleza o el mundo natural entrelazado con lo tecnológico son, de algún modo, los personajes de esta muestra curada por Agustina Rinaldi. El título, «El problema de los tres cuerpos», entraña en sí una discusión y hace que los tres artistas convocados por Rinaldi: Lena Becerra, Ángel Salazar y Julieta Tarraubella, entren en un diálogo donde cada uno establece una hipótesis sobre el futuro en una relación tensa entre elementos naturales en un contexto donde la tecnología impregna cada espacio.

Un enigma científico

Si bien el nombre de la muestra se refiere a un enigma científico no resulto que surge cuando tres cuerpos celestes interactúan en el mismo campo gravitacional, se podría realizar una traducción ligada a la convivencia de los tres artistas en una sala de exposiciones donde sus obras establecen un problema, una situación conflictiva a observar, más que un resultado estético acabado.

El dato temporal es incorporado en el funcionamiento de las tres obras. Si Tarraubella juega con el tiempo real de la cámara de vigilancia y con la posibilidad que nosotros, como visitantes seamos capturados por ella, también las flores que comenzaron como capullos y pueden marchitarse van a dar cuenta del paso del tiempo.

Del mismo modo los hongos son los protagonistas de la propuesta del artista ecuatoriano Ángel Salazar donde el registro de los movimientos imperceptibles del universo fúngico nos permite conectarnos con una realidad no humana a la que muchos están viendo como una alternativa de organización.

El detalle y la forma de los hongos enmarcados en una vitrina o expuestos en pantallas como elementos poco realistas, alterados por los recursos visuales pero manifestando su funcionamiento sin reparos, sin que el dispositivo técnico busque modificar su devenir, los convierten en superficies fantásticas, como si los observáramos en una radiografía

Sistema de emergencia

La artista mendocina Lena Becerra monta un sistema de emergencia que se conecta por tubos de suero para crear una máquina compuesta por elementos similares a corazones artificiales donde el agua, las peceras y la calidad de los elementos que se relacionan bajo este circuito que emula una estructura hospitalaria, hablan de la fragilidad pero también de la necesidad comunicativa, de las redes que existen en el mundo no humano y que no llegamos a percibir por completo. Al cuerpo sin órganos de Deleuze y Guattari ella responde con órganos sin cuerpo.

La voluntad de salir de la forma binaria que se expresa en toda la muestra se concreta en estas criaturas que no podrían pensarse como humanas pero tampoco son cosas o elementos totalmente naturales. Los seres que producen los tres artistas hablan de alternativas o delirios, de una ciencia ficción que se expresa con una matriz bastante realista donde nos encontramos con entidades nuevas atravesadas por la vida, por un funcionamiento divergente, por una automaticidad desconcertante.

La materia aquí expuesta tiene una agencia indescifrable. Cada pieza parece tener una vida propia, una autonomía al momento de ser instalada en la sala de la Fundación Andreani que establece otra relación con la obra visual y también con los modos en los que nos vinculamos y acercamos o intentamos conocerlas. No transitamos por un museo sino por la manifestación de una fuerza vital diferente porque es el cuerpo mismo el que se pone en cuestión o el que muta a otras posibilidades

Redacción

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