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viernes, abril 11, 2025

Desborde del Pilcomayo en Salta | El desarraigo en primera persona: “no sabemos en qué estado está nuestra casa”

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Juan Carrizo de Misión La Gracia relató la desgarradora experiencia vivida por él y cientos de familias que debieron abandonar sus hogares y resistir en campamentos improvisados.

Los medios nacionales empiezan a registrar la tragedia que vive el norte salteño tras el desborde del río Pilcomayo que dejó a más de 10 mil personas aisladas y obligó a miles de habitantes de distintas comunidades a evacuarse. “Esta es la peor inundación desde 2018″, aseguró Juan Carrizo a Fernanda Jara, periodista del sitio Infobae.

Juan vive en “Misión La Gracia, una de las comunidades salteñas atravesada por el desborde del río que en los últimos días dejó cientos de viviendas bajo la corriente, miles de familias desplazadas y una sensación de desprotección como nunca antes había sentido” resume la periodista mencionada.

Municipalidad de Salta

Juan denunció que, pese a la gravedad de la situación, no recibieron la ayuda esperada. “Sacamos las cosas con nuestro esfuerzo. Mi mamá, que es ciega, mis sobrinos, toda mi familia. El agua seguía creciendo cada día, cada hora. A la tarde tuve que salir de mi casa. No podíamos esperar más”, declaró.

“Sabíamos que venía una crecida fuerte, lo escuchamos por la radio, pero no imaginábamos esto. Fue la peor del año”, asevera. Y detalla: “Pasamos una semana entera trabajando bajo la lluvia. Pusimos bolsas, reforzamos el anillo para tratar de frenar el impacto del agua. Los jóvenes trabajaron con todo, pero no alcanzó. El agua pasó igual”, cuenta Juan desde el lugar donde hoy pasa los días.

Aún conmovido, recuerda el momento en que tuvo que abandonar su casa porque no le quedó otra opción. “Veía que el agua seguía subiendo, creciendo cada día, a cada hora. Una tarde decidí salir. Mi mamá es ciega… Por eso quise irme hacia la orilla del camino, donde ahora estamos con toda mi familia”, cuenta.

Juan junto a su familia permanece al costado del camino que conduce a su comunidad, en un campamento improvisado. La decisión de no trasladarse a Santa Victoria, como hicieron otras familias, fue tomada junto a su madre. “Ella quiso quedarse cerca y yo estuve de acuerdo”, explica. “Hicimos el campamento acá, en la orilla del camino. No sabemos en qué estado está nuestra vivienda, y volver todavía no es posible. Tenemos que ver cómo quedó todo”, lamenta el hombre, de 38 años.

Además de las cosas, el río también se llevó la confianza de las comunidades en los llamados “anillos”: una defensa que construyó la provincia para evitar los desbordes. “La defensa ya no es protección para el pueblo. La Gracia ya no es segura”, repite Carrizo. “Hoy estamos acá con todo, con lo poco que nos queda y sin mucha ayuda. A veces nos dejan un bolsón de comida para el día (por familia), a veces agua potable. Hace dos días atrás no teníamos agua para tomar”, cuenta y agradece la ayuda que sí reciben de la ONG Pata Pila.

Redacción

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