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viernes, junio 6, 2025

Desde Río Cuarto, una revolución alimentaria con impacto social y ambiental

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La Red de Bancos de Alimentos de Argentina junto con el programa Alimentando el Mañana transforman los hábitos alimentarios y ayudan a las comunidades más vulnerables de Río Cuarto. La ciudad fue elegida como uno de los tres puntos clave en el país para desarrollar este modelo de alimentación saludable, sustentable y equitativo, basado en ingredientes vegetales.

Con una proyección de más de 326.000 raciones anuales en esta primera etapa, Río Cuarto no solo se convierte en epicentro del cambio, sino también en laboratorio de aprendizaje y construcción comunitaria. Actualmente, 27 organizaciones sociales participan activamente del programa, incluyendo comedores, merenderos, residencias y espacios comunitarios. La implementación está siendo acompañada con capacitaciones, apoyo técnico, materiales educativos y herramientas concretas para mejorar la calidad nutricional de los alimentos.

Amanda Reboratti, gerente de Fortalecimiento de Bancos de Alimentos Argentina y Alexandra Navarro, líder principal de Políticas Alimentarias del programa Alimentando el Mañana, contaron a HOY DÍA CÓRDOBA los detalles de la propuesta que nace de una preocupación colectiva: garantizar el derecho a una alimentación saludable, reducir la malnutrición, y minimizar el desperdicio de alimentos.

“La idea es enseñarles a las cocineras de las organizaciones sociales a incorporar proteínas vegetales para elaborar platos completos a base de plantas”, aseguró Amanda. Desde el programa, Alexandra amplió: “Las capacitaciones son presenciales y están pensadas no solo para incorporar nuevas recetas, sino también para fortalecer las habilidades prácticas, el conocimiento nutricional y la motivación de quienes sostienen diariamente la alimentación de las comunidades”. Estas formaciones también incluyen el acompañamiento de nutricionistas.

Desde Río Cuarto, una revolución alimentaria con impacto social y ambiental

Además, se entregaron 11 “ollas brujas”, una tecnología de cocción eficiente que conserva el calor y reduce hasta un 70% el consumo de gas. Está previsto entregar otras cuatro antes de fin de año, fortaleciendo así la eficiencia energética de los comedores.

El enfoque nutricional también se complementa con una mirada de sostenibilidad económica. “Esta transformación no solo mejora la calidad de las comidas al facilitar la incorporación de legumbres en la alimentación cotidiana —algo que muchas veces cuesta lograr en nuestro país—, sino que además permite optimizar recursos en los comedores comunitarios”, explicó Amanda. Y agregó: “Por ejemplo, con un kilo de lentejas secas, al hidratarlas, se obtienen tres kilos listos para usar, lo que las convierte en una opción accesible y rendidora.

La elección de Río Cuarto como uno de los puntos de lanzamiento del programa no fue casual. La ciudad cuenta con un Banco de Alimentos consolidado y con capacidad operativa, pero además, se encuentra en una zona productora de legumbres. “Más allá de que el Banco de Alimentos realiza una muy buena labor en la ciudad, también se encuentra ubicado en una zona productora de legumbres, donde disponen de donaciones de soja texturizada, garbanzos y lentejas y muchas veces las organizaciones sociales no saben cómo utilizar estos productos”, explicó Reboratti.

Recetas innovadoras y trabajo en conjunto

Uno de los principales desafíos detectados fue que muchas organizaciones no contaban con referencias claras o experiencia previa para cocinar con ciertos ingredientes de origen vegetal que reciben regularmente, como legumbres secas, soja texturizada o vegetales de estación. “En muchos casos, se trataba de alimentos poco presentes en las recetas cotidianas o asociados a preparaciones limitadas”, explicó Navarro. Frente a este panorama, se desarrollaron recetarios adaptados según la estación y el tipo de ingrediente, que buscan facilitar el uso creativo, nutritivo y accesible de estas materias primas en las cocinas comunitarias.

Las estrategias llevadas a cabo dieron resultados inmediatos, con devoluciones de los beneficiarios que han sido tan positivas como motivadoras. “Muchos equipos destacan que el programa les ha permitido descubrir nuevas formas de aprovechar ingredientes que reciben con frecuencia, pero que solían asociar a pocas preparaciones”, contó la líder de Políticas Alimentarias. Así, la soja texturizada se transformó en cereal crocante, los garbanzos en budines, y las lentejas ya no solo como ingredientes de guisos, sino también en pastas y rellenos.

Desde Río Cuarto, una revolución alimentaria con impacto social y ambiental

Las 27 instituciones participantes en Río Cuarto incluyen una amplia variedad de espacios comunitarios, como la Fundación Desafío, el Merendero La Cosecha, el Comedor Pueblo Alberdi, la Residencia San Nicolás y el Hogar de Cristo Río Cuarto, entre otros. El Banco de Alimentos local cumple un rol clave en la articulación, selección y seguimiento de estas entidades, asegurando que los recursos lleguen a quienes más lo necesitan.

Cada una de estas organizaciones representa un punto de encuentro, contención y cuidado en barrios donde la alimentación muchas veces se convierte en una urgencia. “Esta articulación nos permitió llegar a organizaciones sociales con herramientas concretas de capacitación, con recursos, como la entrega de las ollas brujas y con el acompañamiento técnico tan necesario en contextos de vulnerabilidad social”, destacó Amanda.

Financiamiento, sostenibilidad y expansión

El programa no representa ningún costo para las instituciones, ya que depende de la  ONG Sinergia Animal, la cual recibe fondos de donaciones particulares y de organizaciones internacionales que financian el desarrollo de esta iniciativa con impacto social y ambiental, información que puede consultarse en los informes de transparencia publicados en su sitio web.

Sin embargo, según asegura Alexandra, el principal desafío consiste en “sostener el compromiso a largo plazo dentro de las instituciones”, lo que implica el acompañamiento de procesos de transformación cultural. Las claves están en el fortalecimiento de la motivación, el sentido que las instituciones encuentran en el programa y la aceptación de las nuevas propuestas alimentarias por parte de los comensales.

“En Argentina, el consumo de productos de origen animal está profundamente arraigado en nuestras prácticas alimentarias”, explicó Navarro. “Por eso, uno de los principales desafíos es abrirnos a nuevos patrones alimentarios. Más que resistencias, lo que encontramos muchas veces es desconocimiento o falta de referencias sobre cómo incorporar nuevos ingredientes en la cocina diaria. Desde el programa trabajamos para que esta transformación esté acompañada con herramientas concretas, tanto desde lo técnico como desde lo cultural. La idea es que los nuevos menús no solo sean saludables y sostenibles, sino que también resulten apetitosos, prácticos y significativos para quienes los preparan y los consumen”, agregó.

En ese sentido, el programa trabaja en procesos colaborativos con los equipos de cocina, nutricionistas, autoridades institucionales y referentes comunitarios, articulando la capacitación con el acompañamiento técnico.

Desde Río Cuarto, una revolución alimentaria con impacto social y ambiental

La experiencia en Río Cuarto no es un caso aislado. Actualmente, se encuentra en expansión hacia nuevos territorios de Córdoba y otras provincias. En nuestra provincia, se prevén tres líneas concretas de ampliación: hacia nuevas instituciones alcanzadas por el Banco de Alimentos de Río Cuarto, en kioscos escolares saludables tras la firma de un acuerdo con la Secretaría de Educación de la Municipalidad de Córdoba en el marco de su articulación con la Alianza de Ciudades Saludables y en el Programa Salas Cuna, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano de la provincia de Córdoba con quien se firmó una acuerdo para intervenir de forma escalonada en espacios de cuidado para niños y niñas de 45 días a 3 años.

Sobre la expansión prevista, Alexandra cerró: “Con esto se busca seguir construyendo entornos alimentarios institucionales más justos, sostenibles y saludables, respetando siempre las particularidades de cada territorio y fortaleciendo el rol de los equipos locales”.  Río Cuarto se convierte así en un ejemplo tangible de que es posible transformar la realidad alimentaria desde el compromiso, la creatividad y la articulación.

Redacción

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