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jueves, mayo 1, 2025

«Desearás a la mujer o al hombre del prójimo»: los swingers toman la lanza ante una mayoría que no los comprende

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Más de un millón trescientas mil personas son swingers en el país, según un relevamiento que dio a conocer la Asociación Swinger Liberal Argentina (ASLA), la primera entidad en el mundo en obtener personería jurídica y en ser avalada por un Estado. Y como tienen muchos motivos para celebrar, se reunieron este miércoles en uno de los encuentros más esperados por la comunidad y denominado fiesta «Épica».

«Es importante que se siga conociéndonos, somos una minoría en franco aumento dentro de la Argentina, pero que tiene una identidad clara y sabe hacia dónde va”, indica Germán Magallán, fiscalizador de la organización y promotor de la velada que se llevó a cabo en Moly Disco, el boliche palermitano en el que fue tal la expectativa de la colectividad que volaron las casi mil entradas puestas a la venta y que generaron una recaudación que ingresó a las arcas de ASLA.

«Un estilo de vida sexual y social, en el que prima el respeto», es la definición que más se escucha ante la obviedad de la consulta: qué es ser swinger hoy en día. «Involucra relaciones sexuales consensuadas y no monógamas entre adultos de cualquier género. Los valores que rigen sus encuentros son varios: consentimiento, comunicación, no monogamia física, privacidad, discreción y diversidad», le dicen a Clarín los distintos integrantes de esta tribu observada de reojo.

Una colectividad en crecimiento

Pasan los años y siempre surge el primer asterisco que frunce el ceño de una colectividad que va creciendo y se agazapa, y responde ante la ¿difamación? «No es fácil que nos saquen la etiqueta que ensucia nuestra filosofía. Una etiqueta que nos rotula de promiscuos, adúlteros, tramposos. Ok, sabemos que uno de nuestros mandamientos es desearás a la mujer o al hombre del prójimo, pero siempre con el aval de todas las partes. Para nosotros, que nuestra pareja disfrute con otra persona y poder ser testigo de esa escena es algo hermoso», explica Ariel Fanego (46), padre y comerciante.

«No vuelvo más a la pareja tradicional», afirma Daiana López. Foto: redes.

Fanego dice que su personalidad actual está moldeada por su «transformación» al swingerismo. «Está tan instalada la trampa en la sociedad que, por ignorancia o desconocimiento, los tradicionales, llamémoslos así, sienten que lo nuestro es salir de trampa o ir de cacería. Nada más alejado. En el mundo swinger reinan la lealtad, la transparencia, la verdad y el respeto. Quien no lo ve así o no está de acuerdo, se hace un lado. Tenemos claro que somos incomprendidos, que no se nos entienden y que no es para todo el mundo. Por eso se genera este tipo de controversias». opina.

Intercambio de parejas y también grupos de tres

El abc del swingerismo es el intercambio de parejas, pero dentro de su constitución hay leyes con artículos que permiten grupos de tres. Que una pareja «invite» a una mujer o a un varón y se sume no sólo al acto sexual, sino también a la vida social, va siendo frecuente. «Cada vez con mayor asiduidad se está dando la relación llamada trieja, es decir, una pareja de tres que vive bajo el mismo techo», hace saber Fanego, quien está en una relación incipiente con una joven marplatense. «Hace 21 años que formo parte de la colectividad y empecé con la madre de mi hija», recuerda.

Yamila Ibarra y Dardo tienen un bar en Mar del Plata donde organizan eventos para la comunidad swinger. Foto: Mariana Nedelcu.Yamila Ibarra y Dardo tienen un bar en Mar del Plata donde organizan eventos para la comunidad swinger. Foto: Mariana Nedelcu.

Motivada por el encuentro de la noche del miércoles, Daiana López (35) confiesa que le picó la curiosidad y cuando incursionó, no pudo dejar la práctica. «Me fui metiendo en el swingerismo y me encontré con un mundo amplio, de cabeza abierta, libre, sin barreras, nada de prejuicios. ¿Cómo voy a querer salir de esto? -se responde con la pregunta-. No es sencillo para una mujer moverse sola en fiestas, boliches, eventos y ahora, en esta tribu, me siento cuidada, respetada. Aquí el no es no y ando muy tranquila, saben que nadie se va a zarpar».

En estos tiempos de inseguridad y violencia nocturna, Daiana hace hincapié «en el ambiente amigable y cálido» que se respira. «Cuando salgo de ese ámbito, ufff, te encontrás con ese otro mundo de miradas interpelantes, prejuicios, límites. Entiendo que ser swinger no es para cualquiera, mucho menos para las parejas que son muy tradicionales. ¿Sabés? Hay un común denominador de los que se vuelcan al swingerismo: son los o las que vienen de sufrir mucho en una historia de amor tradicional, una crisis por celos, desgaste, desequilibrio… Y en lo personal yo probé después de haber sido engañada formando una trieja que funcionó un tiempo. Esa vivencia me reanimó la llama de la pasión. ¿Por qué? Porque explorás, aprendés, probás lo inimaginable y todo se habla y se consensúa», comenta.

A los habitantes del swingerismo les hace ruido no poder llevar la libertad de la que alardean a las otras áreas de la vida. «La sociedad es muy cruel. Una amiga me dijo: ‘Te tenía como una persona buena y respetable, y resulta que hacés orgías’. Es cualquiera, ¿entendés? Hay ignorancia y me pasó en el trabajo, que un compañero dijo una pavada y me difamó. Entonces, no nos podemos mover con esa libertad porque estamos señalados», afirma la mujer, que es organizadora de eventos y tiene dos hijos de 16 y 17, que saben que ella se vincula «con gente copada».

Gustavo y Rebeca reconocen que no tienen Gustavo y Rebeca reconocen que no tienen «buena prensa», pero no les importa. Foto: redes.

Hace cinco años, a sus 40, a Yamila Ibarra le cambió su vida cuando, una vez divorciada, se animó a dar un paso hacia algo distinto. «Hace ocho años que estoy con Dardo y nos propusimos ir un poco más allá, darle rienda suelta a la fantasía. ¿Sabés cuándo? Cuando abrimos en Mar del Plata un club swinger sin ser swinger. Es muy loco, pero el destino estaba escrito. Fuimos recibiendo cada vez más gente amplia de cabeza, nos fuimos conociendo y terminamos concluyendo que el club lo pusimos por nosotros», describe.

A pesar de su experiencia, Yamila dice que «la gente de afuera no se lo banca, le molesta lo diferente, es intolerante hacia otra forma de relacionarse» y, en ese sentido, señala: «Roba marido y promiscua me llegaron a decir, cuando nosotros tenemos un manual de códigos y de convivencia que se basa por sobre todas las cosas en el respeto y la aprobación. Yo comparto a mi pareja porque lo amo y espero que con la otra persona disfrute tanto o más que conmigo. Es algo que celebro si eso sucede. Lo mismo le pasa a él conmigo. ¿Qué significa eso? Que tenemos un vínculo sólido a base de confianza.»

Yamila, que además integra la dirigencia de ASLA, reafirma que dejó la monogamia, pero la respeta, y hace saber que «dentro del swingerismo hay una libertad llena de reglas».

«Por ejemplo, en el intercambio de parejas, puede haber sexo, pero sin besos, uno puede pedir, preguntar si puede esto o aquello y el otro con total la libertad del mundo responde fiel a sus necesidades. Se habla todo de antemano, nadie sobrepasa el límite y quien lo hace, se va», enumera. «Yo tengo dos hijos, de 23 y 21, y tienen la cabeza suficientemente abierta para entender que su mamá practica una sexualidad plena. Los eduqué con esa base y así crecieron. Ellos vienen al boliche, observan, pero no participan», indica.

María Dalesio no volverá a una pareja tradicional. María Dalesio no volverá a una pareja tradicional. «Ni loca, esto es un camino de ida», dice. Foto: redes.

Volviendo del gimnasio, Gustavo Tisker (55) se ríe y dice que la llevó por el mal camino a Rebeca Cornejo, su pareja de hace unos quince años. «Sabemos que no tenemos buena prensa, cosa del afuera, se lo pierden. Esto es un viaje maravilloso que ojalá no termine nunca», dice el peluquero que atiende en Abasto. «Yo soy bisexual, como la mayoría de las mujeres que son swingers», acota Rebeca, quien trabaja en un sex-shop. «Hace un tiempo crucé miradas con una chica, le propuse qué le parecía a Gustavo y aceptó integrarse a nosotros: es como una novia que tenemos. Pero siempre estamos los tres juntos, no es que yo estoy laburando y Gustavo está con ella. Así no funciona», explica la mujer.

Gustavo y Rebeca cuentan que hace unos dos diciembres compartieron la fantasía de despedir el año con alguien. «Encontramos una chica a la que le pagamos y se sumó. La pasamos tan bien que quedamos amigos con ella y fue fluyendo, al punto de que vino con nosotros de vacaciones a Mar del Plata. No es una pareja de tres estable, pero nos frecuentamos porque estamos cómodos. Hoy esta chica es fundamental porque aporta la cuota de morbo que necesitamos«, señala Gustavo.

«El error es prejuzgar y hablar sin conocer», dice Ariel Fanego. Foto: redes.

Rebeca asiente y recuerda un intercambio de parejas reciente y bajo el mismo techo: «Insistimos con esto de que no es sencillo para alguien de afuera ver disfrutar al otro u otra, pero la conexión que yo tengo con él es a partir de la mirada. ¿Entendés? Me estoy comiendo a otro, pero me excita verlo a él y, a la vez, sentir cómo me mira». Ahora el okey lo da Gustavo, que utiliza la palabra «sintonía» para explicarse mejor. «Es muy sensorial, lo tenés que sentir de adentro», sostiene él.

Sin tabúes

Coach ontológica, María Dalesio (48) se acercó a la comunidad luego de estar casi veinte años casada. «Como casi todas las debutantes, di el paso por curiosidad y hace cinco años que llevo adentro este estilo de relación y estoy muy satisfecha. Algo cambió en mis nuevos vínculos y en cómo disfruto la sexualidad y todo lo que la rodea en esta etapa de mi vida. Esa posibilidad de ser cómplice del otro, de decir lo que me gusta sin tabúes es maravilloso», cuenta.

«Mortifica escuchar decir que una es parte de una secta. ¿En qué sociedad estamos viviendo? Justamente es todo lo contrario el swingerismo, que podría darle una lección a la forma tradicional que conocemos de vincularse, gracias a a la gran apertura para la expresión», afirma, tajante, y aclara quien no volverá al formato conocido. «Ni loca, esto es un camino de ida, mi cuerpo siente el placer de mi pareja con sólo una mirada y el disfrute del después. Eso es impagable. Te confieso otra cosa más íntima: hoy vivo mi sensualidad y mi cuerpo desde otra mirada», agrega.

María también acepta que padeció la crítica del afuera. «Y me pasó con gente conocida, con amigas, que piensan que estás todo el tiempo en una orgía garchando y cómo es que permito ver a mi pareja con otro. Casi que me dijeron que no querían tener una amiga así… ¿Qué respondí? Que es de egoísta tener una posición así, como si tu pareja fuera un objeto de posesión… Y aquí somos personas libres e independientes, disfrutando y viviendo la sexualidad», concluye.

AA

Redacción

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