Cada 17 de noviembre, el calendario político vuelve sobre un acontecimiento: el regreso del general Juan Domingo Perón al país, después de 17 años y 52 días de exilio forzado por el golpe de Estado de 1955 de la autodenominada Revolución Libertadora. Aquel gobierno de facto no solo derrocó a un gobierno constitucional, sino que además proscribió al peronismo mediante el Decreto 4161/56 e instaló una persecución política que duró casi dos décadas.
Este lunes, se cumplen 53 años de ese retorno histórico. Fue en 1972, bajo una lluvia persistente, que miles de personas caminaron hacia Ezeiza para recibir al líder popular, a pesar del riesgo que implicaba militar en aquellos años, ya que mencionar a Perón o Evita, portar símbolos o participar de actividades políticas podía traducirse en detenciones y torturas y hasta costarte la vida.
A las once de la mañana de aquel 17 de noviembre, la puerta del avión de Alitalia proveniente de Roma se abrió y Perón volvió a pisar suelo argentino. Llegó acompañado por una comitiva de unas 150 personas (artistas, deportistas, científicos, sacerdotes, músicos y dirigentes sociales y sindicales). Así, en pos de reconocer a todos aquellos que resistieron durante casi 18 años y aquel día atravesaron la tormenta para reclamar una democracia sin proscripciones, se dio origen al Día de la Militancia.
Escenario actual
Este año, la fecha coincidía además con un capítulo relevante de la actualidad peronista: la elección interna del Partido Justicialista (PJ) nacional. La pulseada estaba protagonizada por el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Pero la Junta Electoral del PJ rechazó la lista de Quintela por “deficiencias” en los avales (los candidatos deben contar con el apoyo de al menos cinco PJ provinciales y reunir un piso del dos por ciento del padrón nacional partidario).
Con esa resolución, el proceso se resolvió de manera administrativa y Cristina Fernández de Kirchner fue proclamada presidenta del PJ. Lo cierto es que aunque la decisión cerró la competencia formal, dejó tensiones abiertas en las distintas vertientes del espacio.






