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lunes, marzo 10, 2025

Día Internacional de la Mujer: tres defensoras ambientales que se enfrentan al poder en América Latina

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  • Este Día Internacional de la Mujer, en Mongabay Latam conversamos con tres mujeres que narran sus retos y aprendizajes en la defensa del medio ambiente y la naturaleza.
  • Viven en México, Perú y Argentina, donde desarrollaron sus carreras en ámbitos diferentes, pero conectados entre sí: la comunicación indígena, la defensoría ambiental y la conservación.
  • Lo colectivo o las alianzas, coinciden, son lo que les dio la fortaleza para seguir adelante en medio de la adversidad.
  • De esa forma, enfrentaron al poder económico, político y judicial, e incluso al acoso.

Las mujeres desempeñan un papel esencial en la protección del territorio y la biodiversidad en América Latina, una región donde los conflictos socioambientales son cada vez más intensos. A pesar de los riesgos que implica defender el medioambiente y la naturaleza, ellas lideran procesos de resistencia que fortalecen la lucha por un futuro más sostenible.

Su labor, enmarcada en una de las regiones más peligrosas para el activismo ambiental, representa un acto de valentía. Sin embargo, su trabajo no debería estar marcado por la violencia de género, la persecución ni la impunidad, por lo que resulta urgente garantizar su seguridad y reconocer su papel crucial en la defensa del planeta. Sin ellas, la lucha por la justicia ambiental y los derechos humanos estaría incompleta.

Este Día Internacional de la Mujer, en Mongabay Latam te compartimos las historias de tres mujeres que, desde su respectivo campo de estudio y trabajo —la comunicación indígena, la defensoría ambiental y la conservación—, narran sus retos, aprendizajes y esfuerzos defensa por el medio ambiente y la naturaleza en México, Perú y Argentina.

Thania Marreros: comunicar en comunidad

En 2020, Thania Marreros dejó las aulas universitarias en la ciudad y regresó a casa. La pandemia de Covid-19 la hizo volver a su hogar en Tecoltemic —en la Sierra Norte de Puebla, en el centro de México— para continuar sus estudios en línea y a distancia. Su regreso no fue solo una medida temporal: coincidió con un momento crucial en la lucha por la defensa de su territorio, justo cuando su comunidad enfrentaba decisiones determinantes para su futuro.

Nuestro pueblo fue concesionado para un proyecto de minería a cielo abierto y, junto a otros pueblos vecinos, inició un proceso de defensa desde 2015”, dice la joven indígena nahua. “Cuando regresé, el proceso de defensa, en el ámbito legal, ya había llegado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Así fue que no sólo me reencontré con mis raíces, sino que pude aportar desde lo que yo estaba estudiando en ese entonces: comunicación”.

Marreros, comunicadora y activista originaria de la comunidad nahua de Tecoltemic, en Puebla. Foto: cortesía de Thania Marreros

Marreros se sumó como comunicadora indígena a la Unión de Ejidos y Comunidades en Defensa de la Tierra, el Agua y la Vida Atcolhuac. Desde la creación de contenidos —como notas informativas, videos, carteles, producciones radiofónicas y un podcast—, su objetivo fue informar a su propia comunidad y posicionar en el exterior la narrativa colectiva sobre lo que estaba sucediendo en la lucha contra una minera canadiense. Marreros se integró no sólo como una de las pocas jóvenes del movimiento sino, sobre todo, como una de las pocas mujeres que participaron directa y activamente en la organización comunitaria.

“Muchas veces no se visibiliza el papel de la mujer dentro de la lucha”, explica Marreros. “Aunque los hombres han hecho mayor presencia en las asambleas de mi comunidad, en las protestas y en los espacios de diálogo con la minera, las mujeres han jugado un papel importante desde el cuidado de las familias cuando los varones no estaban, desde la alimentación cuando ellos se iban a las protestas pacíficas y también desde el cuidado de la tierra, pues fueron quienes estuvieron cosechando los alimentos y cuidando de los animales, defendiendo la vida desde otros espacios”.

Durante la presentación del podcast que narra la lucha de Tecoltemic, sus pobladores celebran la cancelación de concesiones mineras. Foto: Colectivo Coyomes

El ejemplo para Thania Marreros vino precisamente de su madre, Fabiola Marreros. Ella le enseñó cómo abrir camino para que las mujeres puedan tomar el espacio público en las comunidades y ser partícipes de la toma de decisiones que también las atraviesa como mujeres indígenas. Aún cuando se convirtió en mamá muy joven —cuenta Marreros—, Fabiola fue determinada y pudo formarse al mismo tiempo que maternó a sus hijos.

Ahora ella es una autoridad comunitaria: fue recientemente elegida como inspectora  de vigilancia, el cargo más importante de la comunidad de Tecoltemic, junto al comisariado ejidal. Es la primera vez que una mujer ocupa ese cargo”, explica Marreros. “Esa es una brecha muy importante para decirle a otras mujeres que sí se puede, que también pueden tomar un cargo, que también pueden estudiar y crecer en otra cosa que les interese. Por eso ha sido mi ejemplo para ser quien quiero ser y para aportar desde donde yo quiero”.

Entrevista a campesinas y campesinos de Ixtacamaxtitlán sobre el cuidado y producción de maíz nativo. Foto: cortesía de Thania Marreros

Defender la tierra en Tecoltemic ha sido un proceso difícil, dice Marreros, “porque la minera compraba muchos espacios en medios hegemónicos” para afirmar que la comunidad no existía, que no había gente indígena allí y que esas concesiones se habían otorgado porque ese territorio no estaba habitado. “Pero nosotros estamos aquí”, afirma la comunicadora.

De allí la importancia de que las comunidades indígenas puedan hacer eco de sus propias voces desde los medios de comunicación creados dentro de sus territorios. “Profesionalizarnos como comunicadores y crear los medios desde nosotros, primero, para para nuestros territorios, para nuestra gente y, después, para posicionarnos frente a otros medios tradicionales y visibilizar nuestras luchas, nuestros quehaceres, nuestras demandas y también nuestros logros, es lo más importante”, dice Marreros.

Entrevista a Alejandro Marreros sobre el inicio de la defensa del territorio en Ixtacamaxtitlán, frente a un proyecto de minería. Foto: La Sandía Digital

En 2022, la Suprema Corte le dio la razón a la comunidad y desalojó al proyecto minero de más de 14 000 hectáreas afectadas en el municipio de Ixtacamaxtitlán, donde se encuentra Tecoltemic.

“La lucha sabe mejor en colectividad”, concluye Thania Marreros. “Algo que nos define es la fiesta y también poder defender la tierra y la vida desde allí, desde lo pacífico. Hay algo dentro de nosotras, como mujeres, que siempre está dispuesto a dar, a hacer, pero es muy bonito cuando lo haces desde algo que disfrutas”, asegura. “En mi caso, he disfrutado mucho ejercer la comunicación comunitaria y poder aportar desde allí a la defensa de la vida. Creo que hay otras oportunidades para cuidarla también desde lo que a cada una le gusta hacer”.

Marreros durante un taller de reporteras comunitarias e integración a la radio comunitaria Tsinaka, en San Miguel Tzinacapan, Cuetzalan. Foto: Radio Tsinaka

Fanny Cornejo: un camino más sencillo para las jóvenes conservacionistas 

Fanny Cornejo creció rodeada de historias sobre la tierra. Hija de ingenieros geólogos, cada viaje en familia era una aventura entre montañas, fósiles y eras geológicas, despertando en ella una gran curiosidad por la naturaleza. Aunque creció en Lima y viajaba con frecuencia, no fue hasta la universidad —cuando decidió estudiar biología— que tomó verdadera conciencia de un hecho asombroso: Perú es un país megadiverso, un laboratorio natural lleno de misterios ecológicos y evolutivos aún por descubrir. Ese hallazgo cambió su rumbo para siempre.

“A la hora que decido explorar y trabajar más con la biodiversidad del Perú, entro como voluntaria en un parque zoológico”, narra Cornejo. “Ahí llega una monita aulladora roja (Alouatta seniculus) —a la que se le puso el nombre Fica— rescatada del tráfico de fauna silvestre, lo que también despertó en mí un montón de realizaciones, principalmente, que el tráfico de fauna silvestre existe y que no estamos haciendo mucho al respecto”, dice la bióloga. Además, los vacíos de información sobre la especie eran muchos, por lo que se puso la meta de convertirse en aprendiz del profesor Rolando Aquino, prestigioso investigador peruano y experto en primates. Y lo logró.

Cornejo es miembro y vicepresidenta para Perú del Grupo de Especialistas en Primates de la UICN. Foto: Gerson Ferrer / Yunkawasi

Esos fueron sus primeros acercamientos a los primates, animales que, en 2007, la inspiraron a crear Yunkawasi, asociación civil que fundó junto a su madre, Fanny Fernández. Como su directora, impulsa un modelo que une desarrollo sostenible, investigación participativa y educación ambiental. Su labor no solo protege a los primates peruanos, sino que también trabaja con más de 20 comunidades amazónicas y andinas para forjar un futuro donde la naturaleza y las personas prosperen juntas.

En este mismo lugar, madre e hija decidieron crear un espacio donde las mujeres de la ciencia y la conservación pudieran sentirse seguras, respaldadas y fortalecidas. No fue un camino fácil. Desde muy joven, Fanny Cornejo se encontró sola entre hombres en los trabajos de campo, enfrentando no solo los desafíos de la selva, sino también el peso de la violencia de género. Fue acosada, agredida y culpada, pero en lugar de rendirse, transformó su dolor en determinación. Por ello, su lucha no solo es por la naturaleza, sino también por un mundo donde las mujeres puedan explorar, investigar y liderar sin miedo.

Cornejo en los bosques montanos de Amazonas, junto al equipo de Yunkawasi y Asociación de Conservación Oso Dorado Hierba Buena Allpayacu. Foto: Gerson Ferrer / Yunkawasi

“Yo no quiero que ninguna mujer pase por ninguna de las cosas que alguna vez he pasado y que eso restrinja sus caminos profesionales”, afirma Fanny Cornejo. “En Yunkawasi, este es un valor fundamental. He acompañado a trabajadoras que dudaban de su voz, que sentían que su juventud les restaba autoridad”. Jamás deberían sentirse menos por cómo se ven o suenan, sostiene la científica. “Ni la sociedad debería exigirnos adoptar conductas masculinas para demostrar liderazgo y fortaleza”, afirma.

Cornejo recuerda un estudio científico de 2014, liderado por la doctora Kathryn Clancy, que reveló cifras alarmantes sobre la violencia de género en la ciencia. La investigación encuestó a casi 700 mujeres —biólogas, zoólogas, arqueólogas y antropólogas, entre otras— encontró que el 70 % sufrió acoso en diferentes niveles de intensidad durante el trabajo de campo. Estos datos evidencian la vulnerabilidad de las investigadoras y la urgente necesidad de garantizar entornos seguros para la ciencia y la conservación.

“Eso es, básicamente, como decirle a una chica joven: ‘Te va a pasar, te van a discriminar y te van a acosar’. Pero ¿cómo hacemos para que tú puedas luchar contra eso, que no sientas que estás sola y que no hay nadie que te pueda apoyar?”, dice la bióloga.

Cornejo en los bosques montanos de Amazonas, donde estudia al mono choro de cola amarilla desde 2007. Foto: Gerson Ferrer / Yunkawasi

En Perú, la política de género ha logrado avances importantes, aunque su estabilidad podría verse amenazada. Fanny Cornejo destaca que, aunque estas normativas no garantizan cambios inmediatos, sí crean oportunidades para la equidad. Un ejemplo es el Critical Ecosystem Partnership Fund, que al financiar proyectos de conservación exige la implementación de políticas de género. Para Cornejo, esto es una gran oportunidad, ya que no solo impulsa estos cambios en organizaciones como Yunkawasi, sino que también proporciona los recursos necesarios. Gracias a este apoyo, su equipo realiza un diagnóstico de género y desarrolla planes de acción para mejorar la equidad interna.

“El Día Internacional de la Mujer, si bien es una celebración de lo que se ha avanzado, también es un día duro para recordar todo lo que falta”, concluye Cornejo. “A las mujeres les diría que continuemos, porque hay mucho por avanzar y mantener lo que hemos logrado, para que las compañeras, en particular las más jóvenes, tengan un camino mucho más fácil que el que muchas de nosotras hemos tenido que vivir”.

Cornejo, ganadora inaugural del Emerging Conservationist Award 2023, el nuevo premio del prestigioso Indianapolis Prize. Foto: Gerson Ferrer / Yunkawasi

Pía Marchegiani: la colectividad de la lucha

Pía Marchegiani comenzó su carrera en el derecho penal, donde pronto se enfrentó a un sistema de Justicia que no solo fallaba en proteger a las personas más vulnerables, sino que, de manera sistemática, reforzaba las desigualdades estructurales. Con el tiempo, la abogada argentina descubrió en el derecho ambiental una crítica profunda a la visión reduccionista del progreso, que veía solo la extracción infinita de recursos naturales como el único camino hacia el desarrollo y el crecimiento económico.

Desde ahí llego al tema de los minerales, de la cuestión del litio y de los pueblos indígenas”, dice la doctora en ciencias sociales y directora adjunta de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). “Lo que va quedando cada vez más claro es cómo están relacionados los distintos problemas económicos, sociales, ambientales y culturales, y la importancia de los derechos”, dice la especialista.

Pía Marchegiani, directora adjunta de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). Foto: FARN

Así es como Marchegiani descubrió la importancia de la colectividad en la defensa de un medio ambiente sano, pues se trata al mismo tiempo de un derecho que también es colectivo. Por ello, desde hace unos 15 años, la abogada ha acompañado en sus batallas legales a las comunidades indígenas, a los abogados locales, antropólogos y, sobre todo, a las mujeres que defienden territorios como los salares de altura, humedales sumamente frágiles que se volvieron centro de interés de las grandes potencias a nivel global que buscan acceder al litio.

“Lo que se teje alrededor de todos los conflictos socioambientales tiene que ver con una respuesta colectiva, una organización, un pensar y una construcción de soluciones colectivas”, afirma la abogada. “Me parece que ahí es donde surge una red muy importante de actores, sobre todo, de muchas mujeres que lideran la preocupación por lo ambiental y las resistencias en los territorios, que se organizan para informarse sobre estas actividades que vienen propuestas como una salvación, pero que en realidad no tienen información sobre los impactos ambientales”, describe Marchegiani.

Pia Marchegiani junto a Verónica Chávez, representante de las comunidades de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc, durante la audiencia ante la CIDH en noviembre del 2024. Foto: FARN

En Argentina, las mujeres que lideran estas resistencias en las marchas, haciendo presencia en los tribunales o dando conferencias de prensa, suelen ser objetivos de posibles ataques, estigmatización e incluso persecución y espionaje, sostiene la abogada.

“Las condiciones del ejercicio de los derechos no están dadas”, afirma Marchegiani. “Y las mujeres, al estar en los lugares visibles de estas resistencias, en los conflictos y con las demandas a las empresas, están en el lugar de mayor riesgo porque son las que, decimos acá, están poniendo el cuerpo”.

Marchegiani durante un encuentro interdisciplinario e intercultural llevado a cabo en 2023 en la comunidad de Alfarcito, Jujuy. Foto: FARN

Sin embargo, las mujeres cada vez más están apostando por la creación de redes para cuidarse y fortalecer sus esfuerzos en colectivo, que se apoyan unas a otras en las estrategias, en las relaciones y en el acto de pensar juntas, sobre todo, en los territorios que, a decir de Marchegiani, se han convertido en “zonas de sacrificio para salvar algo a lo que no contribuyen”, como es el caso del cambio climático.

“El esfuerzo de cada una vale, pero en lo colectivo se potencia mucho más”, concluye la abogada. “Si hay mujeres en cada sector resistiendo y empujando —la que es periodista, la que es científica, la líder indígena, la jueza—, representa un aporte a algo colectivo que es superador, que es mucho más grande, más fuerte y que se construye con las complementariedades de puntos de vista, de saberes”. Esa, asegura,  es la forma de salida a los conflictos que las atraviesan.

*Imagen principal: Fanny Cornejo lleva más de 15 años trabajando por la conservación del mono choro de cola amarilla, de la mano con comunidades amazónicas y andinas de los Andes Tropicales del Perú. Foto: Gerson Ferrer / Yunkawasi

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