Cada 27 de junio se conmemora el Día Internacional de la Sordoceguera, una combinación de deficiencia visual y auditiva que, como resultado, dificulta que los sentidos afectados se compensen entre sí y constituye una discapacidad diferenciada que presenta sus propios retos.
En comunicación con Radio Universidad, Valeria Franco, docente especializada en el área de la discapacidad visual, aclaró que el impacto que genera la privación de ambos sentidos, ya sea de manera parcial o total, difiere del que pueda tener una persona sorda o ciega.
“La sociedad civil reconoce a la persona sorda o a la ciega, pero no a la sordoceguera como una discapacidad única. Los primero que debemos aprender es que nos podemos encontrar con diferentes tipos de sordoceguera. Puede ocurrir que una persona la adquiera en la vida adulta, lo que significa que ya había aprendido a hablar, leer o escribir”, explicó.
En cambio, quienes hayan nacido con esta discapacidad, o si una persona sordociega nace con un resto auditivo y aprendió el lenguaje oral para comunicarse, cambiarán las formas de comunicación de acuerdo con las singularidades de cada uno. “Es una discapacidad muy heterogénea, aunque no alcance el dos por ciento de la población con sordoceguera”, aseguró.
Según el grado de discapacidad, ya que algunas personas pueden contar con un resto de audición o de visión, los especialistas trabajan con la ayuda de esos sentidos. “En el caso de que la persona sea definitivamente sordociega, utilizamos la lengua de señas por contacto. Pero la comunicación varía en función de las posibilidades que tiene cada una de ellas”, agregó.
Helen Keller, la figura más representativa de la sordoceguera
Este día internacional conmemora el nacimiento de la autora estadounidense Helen Keller, una de las figuras más emblemáticas de la comunidad de personas con sordoceguera. A sus diecinueve meses, una enfermedad diagnosticada como “congestión aguda del estómago y el cerebro”; que causó la perdida de su audición, vista y habilidad para hablar.
No obstante, gracias a su maestra Anne Sullivan, antes de cumplir los siete años, desarrolló más de 60 señas distintas para comunicarse con su familia. Eventualmente, Keller se convirtió en la primera persona sorda en obtener un título universitario, hecho que marcó un antes y un después en la historia de la discapacidad y la educación inclusiva.
