La desinformación puede tener graves consecuencias en la credibilidad ciudadana, pero, sobre todo, en las acciones y decisiones que pudieran ser adoptadas, ante la falta de certeza de si lo que se dice es fidedigno, una vil mentira o, en todo caso, una “verdad a medias”.
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28 de septiembre de 2025 12:00
Por Robert Bourgoing (@robertb_py)
Recuerdo una tarde en que me encontraba recorriendo los pasillos del shopping y se me acercó una mujer (probablemente de entre 30 y 40 años). Esperando una eventual consulta sobre la ubicación de alguna tienda o el infaltable “¿no tenés hora?”, me quedé sorprendido por lo que segundos después iba a suceder: esta mujer, lejos de querer preguntarme algo, atinó a advertirme: “Eso que tenés en el oído te puede causar cáncer”.
En ese momento, me encontraba escuchando música a través de un auricular bluetooth de tipo monoaural (de un solo lado), uno de los predecesores de los actuales audífonos TWS (True Wireless Stereo), que se encuentran de moda. Lo que esta extraña con quien me topé en pleno shopping me daba a entender es que, desde su perspectiva, el uso prolongado de este pequeño artefacto podría terminar matándome.
Y no, luego de varios años de aquel casual encuentro, no he desarrollado cáncer en los oídos ni en ningún otro órgano de mi cuerpo. Esto, obviamente, porque aquella afirmación era una completa mentira. A la fecha, no existe evidencia científica contundente que demuestre que la tecnología Bluetooth provoque cáncer, lo cual es respaldado por numerosas investigaciones y organizaciones de salud, que no han encontrado una relación causal.
Este preámbulo sirve para entrar en el contexto de la desinformación, un mal que se ha convertido en parte de nuestra cotidianeidad, viéndose masificada a través de las redes sociales, donde los divulgadores de “fake news” han encontrado un nicho más que eficiente para difundir todo tipo de teorías.
Hace tan solo unos días, el mundo entero fue testigo de un atroz ejemplo de desinformación, teniendo como protagonista nada más y nada menos que al mismo presidente de Estados Unidos. En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Donald Trump afirmó que el paracetamol (aquel fármaco que utilizamos cuando tenemos fiebre) tiene relación con los casos de autismo, razón por la que desaconsejó su ingesta por parte de mujeres embarazadas. “No lo tomen” y “no se lo den a su bebé”, expresó.
Estas polémicas declaraciones causaron revuelo en la comunidad médica y científica, tanto en Norteamérica como en el resto del mundo. Una de los primeras en sentar postura fue la Organización Mundial de la Salud (OMS), que aseguró en un comunicado que “no existe evidencia científica concluyente” sobre un posible vínculo entre el autismo y el uso de acetaminofén (también conocido como paracetamol) durante el embarazo”. Por su parte, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) indicó que “no se pudo establecer ninguna relación con trastornos del desarrollo neurológico”, luego de estudios realizados años atrás.
Si bien Trump admitió haber “escuchado un rumor” sobre una supuesta reducida cantidad de casos de autismo en Cuba, donde -según sus expresiones- “no tienen paracetamol”, lo que la audiencia acabará recordando es el dato en sí, no la veracidad de lo que dijo.
La desinformación se considera como un peligro justamente por este tipo de escenarios en donde las personas deben tomar decisiones o realizar acciones basadas en lo que saben, lo que escuchan o lo que les dicen, sin hacer un previo análisis respecto a la fiabilidad o certeza de la información.
Tan solo basta con retrotraerse a la época de la pandemia de COVID-19, donde pululaban las “fake news” vinculadas al origen del virus, las posibles “curas” o remedios eficaces para combatir los síntomas y hasta sobre el contenido de las vacunas (en este último punto, las consecuencias siguen resintiéndose aún hasta el día de hoy). Pensar que las redes de conectividad 5G podría relacionarse con esta o cualquier otra enfermedad suena tonto, pero es lo que muchos consideraron como “real”.
Cuando la desinformación proviene de fuentes “de confianza”, como autoridades o representantes de la sociedad que poseen un rol protagónico, la gravedad del caso es aún mayor, considerando el papel que desempeñan y, por qué no, el nivel de formación académica que poseen. No es lo mismo decir que son “confiables”, porque siempre quedará en duda el origen de las informaciones que pudieran compartir con el público.
No solo las autoridades o comunicadores tenemos la misión esencial de informar con veracidad, esta responsabilidad también recae en los padres, tíos, abuelos, vecinos del barrio, líderes o dirigentes vecinales, coordinadores de grupos, supervisores o jefes en empresas, por citar solo algunos ejemplos donde exista una relación de cercanía o dependencia.
En un artículo anterior donde exponía una posición similar sobre la eficacia de las vacunas, manifestaba la misma afirmación: la ciencia nunca podrá ser contradecida por particulares, y menos aún por datos no corroborados o teorías que no hayan pasado por una previa evaluación, bajo criterios de rigurosidad e imparcialidad.
Ante el peligro latente de la desinformación en el mundo, nos queda actuar con cordura y coherencia, entregándonos de hablar siempre basados en la verdad y no en simples rumores. Cuando no tenemos certeza de algo, la verificación será nuestra arma más efectiva, dejando un margen para la duda hasta confirmar o descartar lo que hemos oído.
Clamor de justicia de una hija: un año de impunidad, mientras el sospechoso sigue en libertad
Uno de los tantos casos de feminicidio ocurrido en el 2024 todavía sigue impune. En ese sentido, la hija de la víctima fatal continúa reclamando justicia, (en medio de decisiones que nada ayudaron a esclarecer el hecho) y que el responsable rinda cuentas por lo sucedido.
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28 de septiembre de 2025 08:30
Por: Juan Riveros (@Juancitoriveros)
Zulma Beatriz Chávez de 46 años de edad fue asesinada el 11 de septiembre del 2024 en plena calle del barrio Caacupemí de Capiatá. El principal sospechoso fue identificado como Jorgelino Ramírez Díaz, quien en ese momento era expareja de la víctima y al cual se lo observó claramente en circuitos cerrados como el responsable del hecho.
En ese entonces, Ramírez ya contaba con casi una decena de denuncias en su contra por hechos de violencia intrafamiliar. Incluso fue a prisión, pero rápidamente obtenía la libertad y volvía a amedrentar a la mujer a la que finalmente terminó matando.
Pasó más de un año de aquel suceso, la causa sigue abierta, pero sin resultados concretos. Para sorpresa de todos, o quizás de nadie al mismo tiempo, el sospechoso obtuvo la libertad y actualmente se encuentra en carácter de prófugo.
“Se trata de un homicidio que debería ser investigado con prioridad, pero que hoy se encuentra estancado por la falta de avances efectivos de la Fiscalía y por decisiones judiciales que debilitaron la investigación”, relató Blanca García, hija de la víctima, en conversación con HOY.
La hija de la fallecida lamentó que el sospechoso haya sido imputado recién tras más de 10 denuncias y, además, beneficiado con medidas sustitutivas a la prisión. “Esas decisiones hicieron que el asesino quede libre y luego se dio a la fuga. Actualmente se encuentra prófugo y no ha sido capturado”, expresó.
La joven indicó que todavía queda en ella una sensación de impunidad, atendiendo a que la la jueza que lo liberó, Norma Salomón, es la que hasta hoy en día lleva la causa. “Deseo y merezco que este caso no quede en el olvido ni en la impunidad. Lo que pido es justicia real para mi madre, que el sospechoso sea capturado y que se actúe con transparencia y compromiso”
Asimismo, instó a las autoridades a que se revise la causa y que las personas encargadas hasta el momento asuman las responsabilidades por las decisiones que permitieron que el supuesto feminicida hasta hoy día continúe gozando de su libertad. “Mi pedido es humano y legítimo, para que ninguna familia pueda atravesar la misma indiferencia institucional”, relató.
Fueron más de tres años de relación entre víctima y agresor, con denuncias constantes y oídos sordos por parte de las autoridades competentes. Sin embargo, ni con el trágico final pudo “cerrarse el círculo” debido a la impunidad reinante, tanto en este como en otros casos.
Lindas pero peligrosas: una alerta para la belleza sin salud
La Dirección Nacional de Vigilancia Sanitaria (Dinavisa) prohibió recientemente dos sustancias presentes en esmaltes semipermanentes y geles para uñas, tras evidencias de que pueden causar cáncer, mutaciones celulares e infertilidad.
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21 de septiembre de 2025 09:56
Se trata del óxido de tilbenzoildifenilfosfina (TPO) y la dimetiltolilamina (DMPT), componentes que ya fueron retirados de la Unión Europea y ahora quedaron fuera del mercado local.
La dermatóloga Lorena Pefaur explicó que el debate sobre estos químicos se arrastra desde hace años. “No es algo nuevo, ya se venía estudiando”, dijo en una entrevista con el programa Residentas (GEN).
“En el 2019 ya se autorizó el TPO solo en porcentajes menores al 5%. Pero en estudios con ratones se observó que podía alterar el ADN, producir mutaciones, cáncer e incluso infertilidad. Eso encendió las alarmas y se decidió eliminarlo totalmente, junto con el DMPT”, indicó.
La especialista recordó que Europa fue la primera en retirarlos y luego varios países replicaron la medida “por temor a sus posibles efectos adversos”.
Pefaur advirtió que los riesgos del esmaltado semipermanente no se limitan a los componentes prohibidos. “El procedimiento en sí ya es agresivo. Primero se desengrasa la uña con alcohol, se lima, se retira la cutícula y se pule con torno. Todo esto debilita la lámina ungueal. Después se aplican capas de base, esmalte y sellador, endurecidas bajo luz ultravioleta. Muchas pacientes llegan con uñas tan frágiles que parecen papel, e incluso se caen por completo”, relató.
Además, resaltó que la eliminación repetida de la cutícula deja expuesta la matriz ungueal. “La cutícula es una barrera protectora. Si se la arranca constantemente, se generan microlesiones que facilitan el ingreso de bacterias y hongos”.
En consultorio, los dermatólogos reciben casos de onicomicosis (hongos en las uñas), infecciones bacterianas y dermatitis de contacto.
“Algunas pacientes vienen con dolor, hinchazón, secreción y las uñas cambiadas de color: blancas, amarillas o incluso verdes. También hay manicuristas con dermatitis severa por manipular a diario estos productos”, alertó la especialista.
La doctora insistió en que no se trata de prohibir el esmaltado en general, sino de reducir la exposición. “Lo recomendable es reservarlo para ocasiones especiales, no hacerlo todo el año. Las uñas necesitan descanso. Y siempre acudir a lugares confiables, con instrumental esterilizado y productos seguros. El esmalte común, el de toda la vida, sigue siendo una opción sin riesgos conocidos”, señaló.
También la doctora Noemí da Ponte, dermatóloga de IPS Ingavi, coincidió en que no se debe temer a los esmaltes semipermanentes que cumplan los estándares de salubridad. Sin embargo, no debemos excedernos en la aplicación constante ni en la remoción agresiva, pues esto sí representa un peligro.
Qué tener en cuenta
-Evitar esmaltes que contengan TPO o DMPT.
-Dar descansos prolongados entre un esmaltado y otro.
-No retirar en exceso la cutícula.
-Consultar con dermatólogos o podólogos en caso de fragilidad o cambios en las uñas.
-Elegir salones que garanticen esterilización del instrumental.
La salud debe estar siempre por encima de la estética, remarcaron las expertas.
Pobreza, ninis, brecha digital y una población mayormente soltera, así es la juventud en Paraguay
El 25% de la población paraguaya es joven, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), que compartió datos respecto a la situación de los jóvenes en nuestro país. Educación, oportunidades laborales, acceso a internet y la pobreza, pero, principalmente, la creciente participación en la defensa de la democracia, son algunos de los aspectos que caracterizan a este sector en Paraguay.
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20 de septiembre de 2025 18:30
Cada 21 de septiembre se celebra la entrada de la estación primaveral y, con ella, el Día de la Juventud en Paraguay, y más que un día de festejo, debe ser una fecha ideal para hablar sobre la situación de los jóvenes en todos los aspectos.
Aunque la juventud está caracterizada por la vitalidad y el ímpetu o está relacionada con la felicidad o con la etapa más hermosa de la vida, existen realidades que muchas veces demuestran un poco lo contrario, y no solo en Paraguay, sino en todo el mundo.
EL AUGE DE LOS “NINIS”
Según el último censo elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en Paraguay la población joven de 15 a 29 años es de 1,5 millones de personas, lo cual representa al 25,4 % de la población total, de estos, el 13% es “nini”.
El término se emplea en varios países del mundo para referirse a aquellas personas que ni estudian ni trabajan, y en Paraguay, son unos 195 mil jóvenes los considerados “ninis”, pero ¿por qué se da este fenómeno?
Uno de los principales factores que inciden en el aumento de los ninis es la pobreza. Según el INE, unos 275.067 jóvenes están en esta situación.
Muchos jóvenes deben abandonar sus estudios e ingresar al mundo laboral, pero en medio a la desesperación por acceder a un trabajo, terminan realizando labores en precarias condiciones, con malos tratos y en condiciones inadecuadas, y esta inestabilidad hace que pierda finalmente el empleo, según había comentado Enrique López Arce durante una entrevista al canal GEN/Nación Media.
EL ACCESO A INTERNET, MATERIA PENDIENTE
La pobreza juega el papel principal en toda la población joven, porque además de generar ninis, también ocasiona una enorme brecha digital en los jóvenes, principalmente, en zonas rurales.
Aunque la tecnología está en su mayor esplendor y hoy cada vez más personas tienen acceso a internet, de acuerdo a los datos del INE, de los 973.698 hogares con población juvenil, el 61,8% tiene acceso a internet. En áreas urbanas, este porcentaje asciende al 79,4%, pero en zonas rurales se reduce al 31,4%.
Ese pequeño porcentaje que hoy no puede acceder a internet genera una exclusión social, económica y educativa del joven que, finalmente, no tiene las mismas oportunidades laborales que otras personas que sí lo tienen.
Otro dato llamativo de la juventud en Paraguay es que, actualmente, cada vez más jóvenes no optan por el matrimonio. Del total de la población de 15 a 29 años de edad, 7 de cada 10 son solteros, y 2 de cada 10 viven en pareja, ya sea en unión de hecho o casados.
La realidad duele, pero un aire de esperanza se siente cuando cada vez más jóvenes hoy deciden alzar la voz contra las injusticias y las desigualdades, seguramente pocos en números, pero suficiente para reavivar la ilusión y la fe en que muy pronto, la situación de los jóvenes paraguayos será mejor, con mejores oportunidades, mayores ingresos para por fin eliminar la pobreza que tanto nos golpea.