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La masonería paraguaya abre paso a las mujeres con el “levantamiento de columnas”. Foto: Gentileza.

Días atrás, la masonería femenina en el Paraguay alcanzó un momento histórico, dando paso a una nueva etapa para el sector en el país. Un proceso que llevó su tiempo, pero que representa un paso importante para las mujeres.

  • 31 de agosto de 2025 08:30

Por: Juan Riveros (@JuancitoRiveros)

La ceremonia llevada a cabo días atrás representó el “Levantamiento de Columnas” de la Gran Logia Femenina del Paraguay, marcando de esta manera el nacimiento oficial de esta nueva potencia masónica, a la que sus integrantes califican de “soberana, libre y regular”, ya que está integrada exclusivamente por mujeres.

Al respecto, Rossana Núñez Torres, encargada de comunicación de la logia femenina, explicó a HOY que, para el levantamiento de columnas, necesitaban el apuntalamiento de tres logias. Es decir, como una especie de padrinazgo, o si bien vale el término en esta ocasión, madrinazgo.

“Ahora que tenemos cuatro logias formadas en Paraguay, podemos acceder al siguiente nivel que es la Gran Logia. Dependíamos de la Gran Logia de Argentina para que acá podamos formar la nuestra”, resaltó.

Para el acto de levantamiento de columnas, se dio participación estelar a la Serenísima Gran Maestra, María Elena Castillo, y las grandes dignatarias de la Gran Logia Femenina de Argentina.

Para entender el alcance, hay que mencionar que se trata de la culminación de un proceso iniciado “profundo y comprometido” con los altos ideales de la orden masónica, que, de acuerdo a sus miembros, el objetivo siempre es el “perfeccionamiento del ser humano y la construcción de una sociedad más justa y solidaria”.

Para la masonería paraguaya, la creación de la Gran Logia Femenina constituye un hito no solo dentro de la historia masónica nacional, sino también en el avance de los espacios de participación activa de las mujeres.

Actualmente, la masonería femenina en el país aglutina a más de 150 mujeres, con una proyección de expansión en cuanto a liderazgo y valores.

Al hablar de masonería, se la vincula directamente con la participación masculina. Sin embargo, en América del Sur y especialmente en Paraguay, podemos mencionar un proceso de 20 a 30 años, en el que las mujeres iniciaron su camino de igualdad.

Cannabis industrial y la nueva propuesta que promete ingresos récord y miles de empleos

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El cannabis industrial hoy día es el principal sustento de cientos de familias. Foto: CCIP.

En su momento “satanizado”, pero hoy visto con otros ojos. El cannabis industrial se ha convertido en una importante fuente de ingresos para nuestro país, siendo hoy exportador de una diversidad de productos derivados. Paraguay tiene oportunidad de posicionarse como uno de los líderes de la industria de este rubro en Sudamérica.

  • 31 de agosto de 2025 12:00

Por Robert Bourgoing (@robertb_py)

Desde hace unos años, el debate sobre la marihuana tuvo un notable giro luego de la autorización gubernamental otorgada para la elaboración de productos derivados del cannabis, incluyendo fármacos, cosméticos, alimentos, entre otros.

La potenciación de la figura del cáñamo (variedad de la planta con menor cantidad de THC, componente psicoactivo de la marihuana) significó la apertura de nuevas oportunidades en el ámbito industrial y comercial, con la creación de empresas dedicadas exclusivamente a este rubro en nuestro país.

La Cámara de Cannabis Industrial del Paraguay (CCIP), principal gremio dedicado a la promoción y difusión de la actividad relacionada con el cáñamo, se encuentra detrás de distintas iniciativas que apuntan a impulsar este sector y, a su vez, lograr un mejor posicionamiento de Paraguay en el escenario global.

Según estimaciones de la cámara, la legalización y regulación del cannabis de uso adulto, con alto contenido de THC, podría generar ingresos fiscales de hasta USD 22.000 millones al año 2030, cifra que triplica la recaudación tributaria nacional proyectada para ese mismo período.

En la actualidad, la recaudación total de impuestos ronda los USD 5.200 millones anuales, lo que representa aproximadamente el 12% del PIB. El gremio consideraba que, con la implementación de un impuesto selectivo al consumo del 22% sobre productos recreativos derivados del cannabis, los ingresos fiscales podrían aumentar en más de un 355% en los próximos cinco años.

ESCENARIO ECONÓMICO ACTUAL Y ANTECEDENTES

Para comprender mejor el impacto actual del cáñamo en Paraguay, es útil remitirse a las estadísticas y antecedentes, que permiten tener mayor luz sobre los resultados obtenidos hasta el momento en este ámbito.

Hoy día, la cadena de cannabis industrial paraguaya exporta semillas, flores y productos con valor agregado, como aceites de CBD, alimentos funcionales, cosméticos y suplementos.

Más de 30 países, incluyendo Estados Unidos, Canadá, Brasil, Reino Unido, Australia, además de Asia y varias naciones europeas, ofrecen en sus góndolas estos productos elaborados con sello paraguayo y que tienen al cáñamo como materia prima.

CAMBIO EN LA LEGISLACIÓN VIGENTE

Para la CCIP, los números actuales reflejan el aupicioso escenario del cannabis industrial en Paraguay, aunque consideran que aún existen múltiples oportunidades que podrían ser aprovechadas para avanzar en el crecimiento económico.

La propuesta que plantean (a través de un proyecto de ley) consiste en eliminar el límite de contenido de THC inferior al 0,5% vigente en la legislación actual, exclusivamente para la elaboración de productos recreativos.

Desde el 2019, Paraguay dispone de una normativa que permite el cultivo y procesamiento del cannabis industrial no psicoactivo bajo esta limitación en el THC. Bajo esta regulación, ya se han desarrollado más de 150 productos de distintas variedades.

En caso de aprobarse esta modificación a la ley vigente, los productos recreativos serían comercializados en dispensarios autorizados, bajo controles estatales estrictos y con acceso exclusivo para mayores de edad, mencionan desde la cámara.

MAYORES INGRESOS Y GENERACIÓN DE EMPLEOS

Con la legalización controlada del cannabis para uso adulto (eliminando el límite del 0,5 % de THC y aplicando impuestos del 18–22 %), estiman que Paraguay podría alcanzar una recaudación fiscal anual de entre USD 4.000 millones y USD 22.000 millones para el año 2030.

Esto también redundaría de manera positiva en la generación de empleos, ya que la propuesta está diseñada para ser implementada con productores de la agricultura familiar e indígena.

Cada familia podrá cultivar hasta una hectárea, con un rendimiento promedio de 1 tonelada de flores por ciclo zafral, conforme a las proyecciones. Esto permitiría a cada productor generar ingresos de hasta G. 200 millones anuales, lo que equivale aproximadamente a USD 27.000 al tipo de cambio actual.

Los industriales estiman que se necesitarán 4 personas por hectárea de cáñamo cultivada, lo que implicaría 120.000 nuevos empleos directos solo para cubrir las 30.000 hectáreas previstas. Si se proyecta un crecimiento progresivo de 10.000 nuevas hectáreas por año (modelo de expansión anual), Paraguay podría generar hasta 300.000 empleos directos en el sector para el 2030, sumados a los empleos indirectos en logística, procesamiento, investigación, comercialización y exportación.

BENEFICIOS Y VENTAJAS DE PARAGUAY

Paraguay presenta ventajas competitivas significativas para el cultivo de cannabis, como suelos fértiles, un clima óptimo y costos operativos hasta un 60% más bajos que en países como Canadá o Alemania, donde ya poseen un modelo de procesamiento y producción basado en el cáñamo industrial.

Además, el país cuenta con un sistema de trazabilidad regulada desde el 2019 que puede adaptarse fácilmente a las nuevas normativas, lo cual permitirá ejercer un mayor control y, de esa manera, generar competitividad y confianza en el rubro.

Este modelo de negocio proyecta la comercialización de 30.000 toneladas de flores secas para el 2030. Con ello, la CCIP estima que el Estado paraguayo podría captar más de USD 20.000 millones en impuestos en menos de una década.

Analizando todos estos factores y evidencias, el cannabis industrial se perfila como uno de los pilares emergentes del desarrollo económico en Paraguay, con una combinación de recaudación histórica, empleo masivo, desarrollo rural inclusivo y una expansión industrial con valor agregado.

Una actualización en el marco legal, tal y como propone la Cámara de Cannabis Industrial del Paraguay, genera expectativa para que el país logre consolidarse como un referente regional y global en una industria estratégica y de alto valor.

“Guerras de fuego y sangre”: 174 años de violencia en el Paraguay colonial

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Imagen generada por la IA.

Fueron episodios de feroz resistencia indígena y condenables estrategias de sometimiento que produjeron una serie de sangrientos conflictos prolongados a través de generaciones. Desarrolladas entre 1616 y 1790, las denominadas “Guerras de fuego y sangre” son de los procesos más extensos y menos estudiados en toda América del Sur; porque no se trató de una guerra convencional (frentes definidos, bandos declarados y batallas puntuales), sino de sucesivas campañas que percutieron el Paraguay colonial por más de un siglo y medio. Esta dinámica de desgaste no solo evidencia la dificultad de los colonos para “pacificar” las fronteras, sino también el costo humano que debieron pagar los pueblos nativos.

  • 30 de agosto de 2025 09:15

Por Gonzalo Cáceres – periodista

El inicio formal de las “Guerras de fuego y sangre” se sitúa en 1616, bajo el gobierno de Diego de Góngora, quien dio luz verde a las primeras incursiones militares con el objetivo de someter a los indígenas en abierta rebeldía.

La orden real fue clara: se podía emplear “fuego y sangre” para doblegar a quienes resistieran la evangelización o ataquen a los españoles. En la práctica, la fórmula se convirtió en una excusa legalizada para arrasar aldeas, incendiar sembradíos, matar hombres y secuestrar mujeres y niños.

Lo sorprendente no es el inicio, sino la duración. Hasta 1790, durante más de 170 años, los sucesivos gobernadores organizaron milicias; es decir, cuatro generaciones de colonos paraguayos conocieron y/o participaron en ellas como parte de la vida cotidiana de la frontera.

Tan largo conflicto refleja dos realidades: por un lado, la tenaz resistencia nativa, que nunca fue doblegada por completo; por otro, la necesidad crónica de mano de obra de la sociedad colonial, que encontraba en estos ‘choques’ una fuente constante de trabajadores forzados.

Así, la guerra se convirtió en institución. Se trataban de empresas que podían durar semanas o meses, y cuyos resultados se medían a través del número de cautivos más que en conquistas territoriales. No había un desenlace esperado, sino un sinfín de ofensivas que alimentaban al sistema colonial.

IMPACTO DEMOGRÁFICO

Si hay un punto central para entender estas guerras, es su efecto devastador sobre las poblaciones indígenas. Los pueblos que habitaban las fronteras del Paraguay (payaguas, mbayas, guaycurúes, kaingang, chamacocos, etc.) fueron los principales blancos.

Los ataques solían arrancar con incendios y matanzas (la táctica del terror buscaba quebrar toda intentona). Seguidamente, los sobrevivientes eran capturados y distribuidos como sirvientes en Asunción, en las estancias del interior o en los obrajes. Los hombres jóvenes eran destinados a las tareas rurales, mientras que mujeres y niños eran reubicados como servidumbre doméstica.

Las continuas incursiones forzaron a muchos pueblos a abandonar sus territorios ancestrales. Por ejemplo, los mbayas se internaron en zonas más seguras del Chaco. Otro caso paradigmático es el de los payaguas, quienes a inicios del siglo XVII eran una nación poderosa de navegantes del río Paraguay, pero hacia fines del XVIII su número era ya reducido, fragmentado y en retroceso.

El sistema dependía de la apropiación de la fuerza de trabajo indígena, y las razias funcionaron como una máquina de generar cautivos. La erosión demográfica y cultural no fue un accidente.

PARADOJA

Pero, y siempre hay un pero, reducir la historia a un relato de víctimas pasivas sería un error. Durante los más de 170 años que duraron estas campañas, los pueblos indígenas ofrecieron una resistencia constante, con la misma violencia extrema que la de sus agresores.

Los payaguas dominaron durante décadas el control del río, emboscando embarcaciones y cobrando un precio alto en vidas a los colonos. Por su lado, los mbayas, reconvertidos en hábiles jinetes, realizaron ataques relámpago contra estancias y caravanas, obligando a los colonos a mantener guarniciones permanentes. En algunos lugares, los indígenas capturados lograban escapar y reorganizarse, volviendo a atacar años después.No se trataba de gente fácil de erradicar: eran pueblos móviles, conocedores de su entorno, que usaban la selva, los ríos y la llanura como aliados.

EL FINAL

El 1790, el gobernador Joaquín de Alós marcó el cierre oficial de estas incursiones. La decisión no respondió a un reconocimiento de los abusos cometidos, sino al cambio en la política colonial: la población indígena susceptible (de ser esclavizada) estaba ya diezmada y la economía viró hacia la producción de yerba mate y ganado. La práctica de capturar, deshumanizar y explotar nativos no desapareció de inmediato, pero sí se puso fin a las campañas organizadas y legitimadas oficialmente.

BALANCE HISTÓRICO

Las “Guerras de fuego y sangre” son un recordatorio incómodo del lado más oscuro de nuestra historia. Su prolongación muestra que no fue un hecho excepcional, sino toda una estructura concebida para la producción de esclavos. A través de ellas, se dio pie a un modelo económico basado en la destrucción de pueblos enteros.

Muchos grupos quedaron reducidos a fragmentos marginales, otros desaparecieron del registro histórico. Los que sobrevivieron lo hicieron transformados, obligados a adaptarse a un entorno hostil que les negaba sus territorios ancestrales y hasta su identidad.

Hoy, mirando para atrás, se puede afirmar que estas guerras no solo fueron un instrumento militar, sino también un mecanismo de colonización demográfica: alimentaron con mano de obra al Paraguay colonial y, al mismo tiempo, vaciaron de habitantes a las fronteras, facilitando el control territorial.

La riqueza de unos se erigió sobre la sangre y el desarraigo de otros.

De Paraguay al mundo: la maestra que enseña artes marciales a niños y adultos de hasta 80 años

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Angelike Augsten.

Angelike Augsten es maestra de Haedong Gumdo, un arte marcial coreano con espada que combina disciplina, historia y técnica. Desde su academia en Sajonia y a través de clases en línea, entrena tanto a niños de apenas 2 años como a adultos de hasta 80, rompiendo estigmas sobre la edad y el aprendizaje.

  • 24 de agosto de 2025 11:00

No hay límite para practicar. Una alumna suya empezó a los 2 años y ya podía seguir comandos y órdenes. “Cuando existe disciplina, el alumno se acopla y aprende sin problemas”, contó en entrevista con el programa Universo Paralelo, del canal GEN.

Antes de cada inscripción, Augsten entrevista a los padres para conocer sus expectativas. La idea es que los objetivos familiares también se alineen con los de la escuela. “Si no hay disciplina, se corta el ritmo de la clase. Es importante que los chicos puedan seguir comandos desde el inicio, por eso siempre evaluamos”, explica.

Hoy suma unos 50 alumnos entre Paraguay y el exterior. La mayoría son niños de entre 8 y 12 años, aunque también enseña a adultos. Durante la pandemia se expandió con clases vía Zoom y logró conectar con estudiantes en otros países. “El más grande tiene 80 años. Me dijo que nunca pensó llegar a ese nivel técnico, menos aún en línea”, recuerda con orgullo.

Historia de un arma agrícola convertida en arte

El Haedong Gumdo tiene como base el uso de la espada, pero también incluye el manejo del sangjeobong, dos palos unidos por una cuerda que se asemejan a los conocidos nunchakus. Su origen se remonta a la Corea del siglo XVI.

“Cuando las armas fueron prohibidas durante las invasiones japonesas, los campesinos adaptaron herramientas agrícolas. Usaban un palo para batir arroz o trigo y de allí nació un instrumento flexible, conocido como ‘cola de tigre’. Con el tiempo, se transformó en lo que hoy practicamos”, explica Augsten.

Actualmente, los alumnos entrenan con versiones seguras de goma, aunque las técnicas también pueden aplicarse a objetos cotidianos. “Un diario enrollado puede servir para ejercitar la misma técnica”, ejemplifica.

Clases para todos

Las prácticas presenciales se desarrollan en la academia ubicada en Sajonia, mientras que los encuentros en línea permiten la participación internacional. “Las clases intensivas duran 90 minutos y son muy exigentes. Siempre les digo a mis alumnos que deben repetir la rutina también en casa, no basta con dos días de entrenamiento”, afirma la maestra.

Más que un deporte, una filosofía

Angelike Augsten no solo transmite movimientos, sino también valores de respeto, perseverancia y disciplina. En Paraguay, ha logrado posicionar el Haedong Gumdo dentro del circuito de artes marciales y hoy ocupa el rango de 6º Dan, además de ser Directora Internacional en la Asociación Martial Arts System (MAS).

Los interesados en unirse pueden contactar a través de la página de la escuela, Mas Warriors, o vía WhatsApp al (0985) 335 497.

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