Si alguna vez escuchaste a un adolescente decir “me ghosteó, posta, me dio tremendo cringe” y sentiste que hablaba otro idioma, no estás solo. Cada generación crea su propio código, muchas veces con palabras importadas del inglés, deformadas o nacidas en plataformas de streaming o redes sociales.
Lejos de querer “hacerse el canchero” (y caer inevitablemente en lo que ellos llamarían un “boomer move”), entender el lenguaje juvenil puede ser una herramienta poderosa para abrir canales de diálogo, generar empatía y, sobre todo, derribar esa barrera invisible que muchas veces separa a padres, docentes o adultos en general del universo adolescente.
A continuación, un pequeño glosario que puede ayudar a descifrar un poco mejor lo que dicen los jóvenes hoy, en Uruguay y el mundo.
Expresiones juveniles y su significado
Entre las expresiones más comunes a nivel global está FOMO, que significa “Fear Of Missing Out” o miedo a quedarse afuera de algo. Lo sienten, por ejemplo, cuando ven que sus amigos están en una fiesta a la que no fueron. El lado opuesto de esta emoción se conoce como JOMO: “Joy Of Missing Out”, o el placer de quedarse en casa sin culpa y lejos del bullicio.
Otra palabra popular —sobre todo en el mundo de TikTok— es rizz, que refiere a la habilidad de coquetear o tener carisma para conquistar a alguien. “Tener rizz” es algo así como tener labia. A su vez, cuando alguien atraviesa una transformación positiva —física, emocional o de actitud— se habla de un glow-up, un “antes y después” que genera orgullo propio o ajeno.

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También hay palabras para momentos incómodos o negativos. El verbo ghostear, por ejemplo, se refiere a desaparecer de una conversación o una relación sin dar explicación. Es el clásico “dejar en visto” elevado a su máxima expresión. El término cringe, por su parte, describe esa sensación de vergüenza ajena frente a una actitud forzada o fuera de lugar. También es común hablar de main character energy, que es cuando alguien se comporta como si fuera el protagonista absoluto de una historia, o de un NPC (Non-Playable Character), usado para referirse, con algo de ironía, a quienes parecen actuar de forma robótica, sin pensamiento propio. También está delulu, que viene de la palabra en inglés delusional y señala a quien se convence de una fantasía o vive fuera de la realidad, aunque sea de forma tierna o divertida.
En el contexto uruguayo hay expresiones que vale la pena conocer. Una de las más usadas es ahre, palabra comodín que aparece al final de frases exageradas o irónicas para marcar que se está bromeando. Por ejemplo: “Este año sí estudio todos los días… ahre”. En temas amorosos, cuando alguien engaña a su pareja, los jóvenes hablan de gorrear: un verbo crudo pero directo que alude a la infidelidad.
Si alguien anda flotón, quiere decir que está colgado, distraído, en su mundo. Es ese amigo que llega tarde a todo, responde después de horas o se queda mirando al vacío en medio de una conversación. Y si alguien devora, quiere decir que hace algo espectacularmente bien. Puede usarse para hablar de una persona que se lució bailando, que la rompió en una presentación o que se destacó en cualquier actividad.
No faltan los términos importados que se adaptaron al lenguaje local. Shippear, por ejemplo, se usa para expresar que uno quiere ver a dos personas en pareja, como cuando alguien dice “los shippeo fuerte” (algo así como “tengo muchas ganas de que estén juntos”). Si esa pareja representa un ideal romántico, se la puede llamar goals: una abreviación de “couple goals” (metas de pareja, en español), como quien dice “así quiero ser con alguien algún día”.

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¿Para qué sirve conocer este diccionario?
Saber qué quieren decir estas palabras no es una estrategia para volverse viral o caer bien a los más jóvenes. El verdadero valor está en la posibilidad de conectar: entender mejor los miedos, los deseos, las inseguridades y las formas de vincularse que atraviesan su día a día. Conocer el lenguaje que usan no implica copiarlo ni usarlo en cada conversación, pero, como en todo viaje compartido, hablar el idioma del otro (aunque sea con acento) ayuda a acortar distancias.