Desde el estreno en 2019 hasta hoy, Diego Ramos se mantuvo al frente de Sex, el suceso teatral que dirige José María Muscari, y se muestra muy firme en el escenario. “Estuve siempre en estos seis años. Fui el primero y me quedé. Para mantenerse tantos años hay que tener la suerte de estar en una obra en la que te sigan convocando y que, además, convoque gente”, asegura a revista GENTE con orgullo.
Cuando se le pregunta si hay algo que lo incomoda, responde sin dudar: “No, no. Tengo cero prejuicio. Además, la premisa básica de Sex es que si hay algo que nos incomoda o no estamos de acuerdo, no lo hacemos. A mí me pasa que, después de seis años, ya no tengo prejuicios con nada”.
A lo largo de este tiempo, el actor también atravesó un proceso personal. “Mi miedo era que quedara como algo muy chabacano y después entendí que está bien que haya momentos que sean así. A mí me divierte tener un costado en el que pueda decir ciertas cosas. Me parece que está bueno que haya un momento para hablar sin tapujos y eufemismos… Las cosas como son”.
En cuanto al público, admite que se sorprendió: “No me pasaron cosas muy locas en estos años porque la gente no se desubica. Los espectadores saben muy bien a dónde van y que es una propuesta teatral. El límite está muy claro. Sí hay gente que se saca la ropa o va lookeada y nos encanta porque son uno más de nosotros”.
Aunque lleva seis años en el mismo proyecto, no descarta nuevos rumbos: “Si aparece algo superador, lo haría. A mí ahora me gusta dirigir. Lo que pasa también es que Sex va cambiando tanto y es todos los años algo diferente”.
El paso del tiempo también le dio la oportunidad de compartir escenario con múltiples elencos. Sobre la elección de un favorito, el actor prefiere no quedarse con uno solo y comenta: “En una época estaba en camarín con el Tucu, Felipe Colombo y Tripa y era feliz. Hoy trabajo con Nico Riera, Julieta Ortega y Gloria Carrá que son compañerazos de toda la vida. Hay un común denominador en Sex que es que toda la gente que pasó es buena gente. Podremos tener todos algo, pero todos buenos”.
Cómo es la vida «casera» de Diego Ramos fuera de los escenarios
Lejos de los reflectores, Diego se reconoce como un hombre hogareño y muy unido a sus perros. “Los más chiquitos no paran y entre ellos dos son geniales. Están todo el día pegados… Dan mucho amor. El más grande no se copó con la llegada de los chiquitos y se volvió un poco arisco. Cuando se murió su hermano de la vida, estuvo muy triste. Ahora los chiquitos lo cuidan”, dice con total entusiasmo al momento de destacar las mejores cosas de su vida lejos de los escenarios.
A pesar del cariño, aclara: “Ellos no son mis hijos. Mis perros son mis perros… No lo humanizo. Tienen que tener reglas. Forman parte de una manada… Yo mismo los adiestro en las cosas básicas. Vivo para ellos y cuando me voy de gira o se quedan en casa con mi pareja o los llevo a una guardería que es lo más”.
Su novio, Mauro Cerdanas, lo acompaña en cada etapa: “Ahora mi pareja se sumó al proyecto, pero tener a los perros siempre fue algo mío. Los más chiquitos ya son de los dos. Siempre tuve perros y no concibo la vida sin ellos”.
En lo personal, Diego admite que disfruta de la tranquilidad: “Soy re casero… Insoportablemente casero. Si no es por laburo no me sacás de mi casa”.
Incluso su novio lo acompaña con entusiasmo en Sex: “Mi novio siempre me apoya con Sex. Ya la vio mil veces porque lleva gente a ver el show. Se divierte y le gusta. No me dice nada porque tampoco hay lugar para que lo haga. Es muy claro que Sex es un trabajo. Él estuvo desde el primer ensayo. Yo termino las funciones y me voy a mi casa”.
Con humor, reflexiona sobre su rol en el escenario: “Sobre lo otro, te confieso que si bien estoy en bolas haciendo una o tal cosa, pero en verdad estoy pensando más en la luz o en el próximo cuadro… No hay momento para otra cosa. Yo no creo que Maru Botana después de cocinar todo el día le dan ganas de comer tortas… Yo además soy re poco sexual… No tengo esa energía…”.
Fotos: baezershot y redes sociales.
