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domingo, marzo 16, 2025

Dirigentes del peronismo, detrás del financiamiento a las barras que chocaron con policías en el Congreso

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Caía la tarde del miércoles de rabia en la Capital Federal. Los jefes policiales que controlaban desde los centros de monitoreo de cámaras el ataque de barras bravas al Congreso entraron en desconcierto y casi en pánico. No podían creer lo que le veían.

Las fuerzas federales habían logrado despejar la zona de mayor conflicto, los violentos parecían replegarse, cuando de golpe descubrieron que empezaba una emboscada. En lugar de marchar hacia la Plaza de Mayo, algo que algunos grupos sí hicieron, otros «ejércitos de la noche», numerosos, se reagruparon y volvieron al ataque por calles laterales a la Plaza de los Dos Congresos, el centro de la violencia total, y donde ya se había roto la columna de las fuerzas de seguridad que habían avanzado para disipar la invasión barra. Había caído allí, debido al golpe en su cabeza de la cápsula de un gas lacrimógeno disparada por un gendarme, el fotógrafo Pablo Grillo. Las columnas de barras invadieron Adolfo Alsina, Hipólito Yrigoyen, Rodríguez Peña, donde ya se habían enfrentado a los grupos antichoque de la Federal, la Prefectura, Gendarmería y la PSA.

Incidentes en el Congreso  Marcha de jubilados. Foto Federico Lopez Claro
Incidentes en el Congreso Marcha de jubilados. Foto Federico Lopez Claro

Prendían fuego a su paso todos los contenedores de basura que encontraban por allí, se rearmaban con piedras que eran en realidad pedazos sueltos de veredas rotas por ellos mismos. Saltaban contentos. Desafiantes. Enfrentaban a un operativo de seguridad muy numeroso y que ante el caos generalizado había roto sus líneas de defensa.

“Fue como verlos moverse con táctica, estrategia, una guerra de guerrillas”, describió ante Clarín una de las máximas autoridades a cargo del plan de contención. “Fue un ataque bastante organizado y premeditado, nunca visto”.

El ataque continuó.

El patrullero de la Ciudad que prendieron fuego los movilizados era manejado por un oficial que dejó el vehículo estacionado cuando se vio desbordado por una multitud que buscaba lacerarlo. Para recuperarlo, lo defendió un jefe policial ante Clarín, hubiera debido utilizar su arma con balas de plomo.

¿Quiénes se animan a atacar así a las fuerzas de seguridad nacionales y a la Metropolitana?

Los “manifestantes”, supuestos defensores de “los jubilados”, son parte de las facciones de barras bravas de diversos clubes de toda la Argentina. Y fueron convocados, en buena parte, por dirigentes del PJ vinculados a quienes se identifican con los K y, sobre todo, La Cámpora.

Así se lo confirmaron a Clarín fuentes que protagonizaron esas negociaciones. Jefes de barras bravas oficiales se negaron a aceptar la oferta de algunos de sus “compañeros” del peronismo que alentaron la violencia del miércoles pasado.

La investigación policial, sumados a videos que los propios barras subieron a sus redes, también confirman su pertenecia “profesional” en el Congreso.

Este diario pudo confirmar, de acuerdo a fuentes indubitables, que un funcionario de la gestión de Axel Kiciloff, junto a un intendente del PJ de una localidad del sur bonaerense, le hizo esta oferta:

– Necesitamos que vayan el miércoles al Congreso. Pagamos cincuenta lucas por cabeza.

– ¿Qué tenemos que hacer?-, preguntó líder de una barra de un club con sede enn una importante ciudad de Buenos Aires.

– Hay que romper todo. Provocar. Pegar. Enfrentar a la policía para que repriman.

El barra brava asegura que rechazó la oferta.

Pero no pasó del mismo modo con otros “hinchas”, quizás más ligados a los jefes territoriales del PJ de Buenos Aires que a la pertenencia permanente en los estadios donde son locales y recaudan dinero de múltiples negocios en cada partido: el estacionamiento vigilado por “trapitos”, la venta callejera de ropa, el comercio de estupefacientes.

Policías detienen a un barrabrava. foto: Cristina Sille Policías detienen a un barrabrava. foto: Cristina Sille

La barra brava de Gimnasia y Esgrima de La Plata llegó a la Capital Federal, en tren, y se bajó excitada y a puro cántico en la estación Constitución. ¿Los habrá acompañado el jefe de todos ellos, Christian Camillieri, apodado “El Volador”?

Un video tomado por la misma barra quizás determine esa intriga. Al menos sobre esa presencia dentro del tren que hizo llegar a esa barra a la Capital Federal.

A los barras quizás de tercera línea de Gimnasia se les unieron otros muchachos expertos en el arte de la pelea callejera y la confrontación con la policía que lidera uno de los miembros del gremio de la UOCRA disidente que lideran la familia del “Pata” Medina.

Uno de los nexos del funcionariado bonaerense entre gremios e hinchas vinculados a sindicatos es el titular de Trabajo, Walter Correa.

Otro dirigente del PJ de La Plata que alimenta esas relaciones es uno de los líderes de La Cámpora en esa misma ciudad, Ariel Archano. Son descripciones de sus carreras. Nada más.

Barrabravas lanzan piedras a la policía. Cristina SilleBarrabravas lanzan piedras a la policía. Cristina Sille

Parte de la barra brava de San Martin de Tucumán marchó en la Ciudad a pesar de la distancia de su lugar de pertenencia. ¿Su defensa de los jubilados provocó ese viaje tan extenso desde San Miguel de Tucumán hasta el Congreso? El Gobierno supone que el peronismo financió esta movilización violenta. La Justicia espera pruebas. Hay videos elocuentes.

Otro numeroso grupo de “barras” o expertos en violentar el orden público marchó por Avenida de Mayo y chocó con la policía mostrándose con camisetas de Rosario Central.

Iban a la “guerra” cantando canciones de cancha, pero con letras cambiadas en la que insultaban a Milei y pedían por los jubilados.

Un sector de violentos que suelen frecuentar la popular del club Independiente habría sido impulsada a movilizarse en favor de “los viejos” por uno de los senadores bonaerense de La Cámpora, Emanuel Santalla.

Hubo también hinchas, supongamos que espontáneos y verdaderos defensores de la miseria que cobran sus abuelos, que rompieron todo a su paso con casacas de Nueva Chicago. O de Banfield. O Lanús.

El ministerio de Seguridad, de Patricia Bullrich, tenía información de antemano de que la convocatoria para movilizarse, vía no oficial por clubes de fútbol, empezó cuando el miércoles anterior se hizo presente en el Congreso parte de un sector de la barra de Chacarita Juniors. Pasado el desastre de esta semana, ése mismo club fue el único de todos los nucleados en la AFA que emitió un comunicado oficial rechazando la violencia y exhortando a sus socios y fanáticos a evitar protestas que terminen con choques contra las fuerzas de seguridad.

Bravabravas rompen baldosas para tirar piedras. Foto Cristina SilleBravabravas rompen baldosas para tirar piedras. Foto Cristina Sille

Eso no significa que las entidades deportivas, de modo institucional, hayan impulsado a sus “barras” menores a marchar al Congreso. Más bien lo contrario.

¿Los hechos pudieron haber sido totalmente sincronizados por los principales intendentes del PJ bonaerense, que saben todo lo que ocurre en sus territorios y más aun si están involucrados sectores numerosos de bandas expertas “romper” a la policía, entre otras artes de ese estilo?

De acuerdo a consultas de Clarín con una decena de jefes comunales del PJ bonaerense la “operación barras-abuelos” no se trató de un plan totalmente organizado de modo unánime por el aparato peronista de Buenos Aires.

Lo cierto es que los barras entraron a la Capital Federal en micros escolares, y en autos privados que nunca fueron detenidos por las autoridades.

Uno de los pasajes por el que circularon varios buses repletos de hinchas fue el puente Olímpico, arteria que conecta con Lanús. Singularmente la CNRT no reparó en esos trasladoa.

Muchos otros llegaron en autos particulares a las inmediaciones del Congreso. Una nueva modalidad para transgredir. En los autos los barras eran mas esquivos a las detecciones.

Así se fueron concentrando los defensores de los jubilados, en rigor, violentos totales que caminaron por las calles alentando con violencia a enfrentar a la policía.

En otro momento de ese atardecer de furia, las fuerzas policiales habían avanzado tanto sobre Avenida de Mayo en dirección a la Casa Rosada que quedó sin defensa la entrada al Senado de la Nación por Combate de los Pozos. Cualquier cosa podría haber ocurrido allí, pero los “hinchas” de los abuelos se habían dispersado por otras zonas.

Para mayor intriga política, el mismo miércoles de los incidentes, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, se reunió en el CEAMSE con alrededor de veinte intendentes del conurbano bonaerense, en su mayoría del PJ pero también del PRO y partidos vecinales.

Nada, ni una palabra se dijo de la marcha convocada por los hinchas y barras de los clubes que ese mismo día empezaba a hacer tronar los alrededor del Parlamento. “Es cierto, el silencio sobre el tema es quizás sospechoso, pero nadie dijo ni una palabra sobre la movilización”, confirmó uno de los participantes.

Desde las oficinas del tesorero de la AFA y principal colaborador de Tapia, Pablo Toviggino, se comunicaron con el ministerio de Seguridad para asegurar que desde la institución del fútbol nacional no tenían absolutamente nada que ver con nada.

Bullrich creyó pero desconfió. Y desconfía. Investigará la Justicia.

Tras la represión de las Fuerzas de Seguridad, ahora varias barras de diferentes clubes afirman que marcharán el próximo miércoles, de nuevo, ante el Congreso. El Gobierno se prepara.

Clarín supo que algo más grave pudo haber ocurrido en los disturbios con heridos, como el fotógrafo Grillo, el miércoles pasado.

Los dirigentes del PJ que convocaron a los barras a marchar ese día, excitados por los resultados de la revuelta, llamaron con desesperación a líderes de varias hinchadas para intentar convocar a más miembros de esas ya agrupaciones para que ingresen ya entrada la noche y casi de madrugada a la Capital Federal. Un cacerolazo no muy numeroso se hacía sonar frente a la Casa Rosada.

Esos ideólogos de la violencia, porque los hubo, planearon en vano un contraataque. Fue fallido. Aunque intentaron que ocurra. No en paz.

Redacción

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