Somos seres espirituales viviendo una experiencia terrenal y algún día, cuando se acabe nuestra experiencia terrenal, volveremos al espíritu. Darse cuenta de esta realidad te cambia la perspectiva y la proyección vital. Vivir la experiencia terrenal es un plus, pero hay un dardo envenenado , hay un peligro… a la Tierra, el espíritu se pone bajo la influencia del Maligno, el príncipe de la tierra… pero afortunadamente, el espíritu es libre de escoger a qué lado se quiere situar, al de la bondad o al de la maldad, ser un hijo de la luz o un hijo de la tierra, siempre ha sido así, desde el principio de los tiempos… De esta elección dependerá la buena eternidad del espíritu cuando acabe su experiencia terrenal.
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