Excepto en el caso de una malformación congénita, las personas llegamos al mundo equipados con dos riñones, cada uno del tamaño de un puño. Su función es esencial para el buen funcionamiento del organismo porque son los encargados de filtrar los desechos y el exceso de agua en sangre.
Ubicados a la mitad de la espalda, debajo de las costillas, cada uno de los riñones tiene dentro un millón de pequeñas estructuras denominadas nefrones y que son las encargadas de actuar como filtros naturales.
La mayoría de las enfermedades renales atacan los nefrones y hacen que los riñones sean incapaces de eliminar los desechos. Estas dolencias pueden ser causadas por problemas genéticos, lesiones o el consumo de algunos medicamentos.
La ubicación de los riñones hace que, muchas veces, se confunda un dolor de espalda con el que produce un mal funcionamiento renal.

En cuanto a las dolencias, la Biblioteca Nacional de Medicina, de Estados Unidos, advierte que la enfermedad renal crónica va dañando los nefrones con el transcurso del tiempo y que estos pueden ser afectados también por el cáncer, quistes, cálculos, infecciones e infecciones. Si los riñones fallan por completo, habrá que realizar un trasplante o un tratamiento con diálisis.
El sitio Healthline explica que “el dolor renal con mucha frecuencia es ocasionado por una infección o la presencia de un cálculo en los conductos que salen del riñón”.
Agrega que “el dolor renal se siente en un costado, que es el área a cada lado de la columna entre la parte baja de la caja torácica y las caderas. Usualmente ocurre en un solo lado, pero puede ocurrir en ambos”.

El dolor de espalda, en tanto, suele afectar la parte baja de la misma, puede prolongarse hacia una pierna, es más punzante que el de riñón, empeora al realizar ciertas actividades, como agacharse o cargar cosas pesadas y, en general, pasa al cambiar de postura o descansar.
El dolor renal, en cambio, es agudo si hay un cálculo renal y más leve, si proviene de una infección. Con frecuencia, será constante y no empeorará con el movimiento ni desaparecerá sin un tratamiento.
Si la persona está expulsando un cálculo renal, el dolor puede variar a medida que el cálculo se mueve. “Algunas veces, el dolor se propaga al interior del muslo o a la parte inferior del abdomen”, agrega el sitio de salud.
En general, advierte Healthline, nada hará que el dolor disminuya hasta que se corrige el problema, como expulsar el cálculo.

Si hay una infección renal es probable que el dolor vaya acompañado de alguno de estos síntomas: fiebre y escalofríos, náuseas y vómitos, orina oscura o turbia, necesidad urgente de orinar, dolor al orinar, o presencia de sangre en la orina (también puede suceder si hay cálculos).
En ambos casos, se trate de un cálculo o de una infección, hay que consultar con el médico lo antes posible porque, como dijimos, el dolor solo desaparecerá cuando se resuelva el problema que afecta a los riñones.