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viernes, septiembre 5, 2025

Dormir entre glaciares, domos y casitas en los árboles: el boom del glamping en Argentina

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El boom del glamping. Una forma de viajar que une confort y naturaleza gana cada vez más espacio en Argentina y Sudamérica.

El turismo está cambiando, ya no alcanza con una buena cama o un desayuno abundante: los viajeros de hoy buscan experiencias. Quieren estar rodeados de paisajes únicos, pero también sentirse cómodos. En ese cruce nació el glamping, una palabra que une glamour con camping, y que en pocos años dejó de ser una rareza para transformarse en una de las formas de alojamiento más buscadas del continente.

Lo que en sus inicios eran apenas algunas carpas de lujo, hoy se multiplicó en distintas formas: domos geodésicos con ventanales al bosque, casitas de madera escondidas en el monte, refugios frente a un glaciar o camas king size bajo el cielo estrellado. Y en medio de ese auge apareció Glamping South, el primer buscador especializado de Sudamérica. La plataforma reúne ya más de 400 propuestas en países como Argentina, Chile, Brasil, Perú y Colombia, y se convirtió en una brújula indispensable para quienes quieren elegir su próxima escapada con otra mirada.

Pero detrás de cada glamping hay algo más que estructuras cómodas en medio de la naturaleza: hay historias personales, sueños que fueron tomando forma hasta convertirse en proyectos de vida. Emprendedores que dejaron la ciudad para abrir sus paisajes favoritos al mundo, músicos que transformaron un escenario en domo, amigos que decidieron levantar refugios donde antes no había nada. Cada uno con un mismo hilo conductor: la pasión por la tierra, la necesidad de compartir y el deseo de mostrar que viajar puede ser más consciente.


Refugios de Patagonia: dormir con el glaciar de frente


Refugios de Patagonia. Frente al glaciar, en El Chaltén, estos alojamientos ofrecen una experiencia íntima con la montaña, lejos de los senderos masivos.

En El Chaltén, al norte del Parque Nacional Los Glaciares, tres refugios ofrecen algo distinto a los senderos clásicos que recorren cada año miles de visitantes. Lo que comenzó como un único espacio, Puesto Cagliero, terminó convirtiéndose en un proyecto colectivo llamado Refugios de Patagonia, que hoy incluye también Piedra del Fraile y Los 14.

“Este proyecto surgió hace 11 años por el vínculo que todos tenemos con la naturaleza y la conservación. Somos un pequeño grupo de socios amantes de la montaña”, cuenta Tato, uno de los administradores.

La propuesta va mucho más allá del alojamiento: son espacios pensados para quienes buscan un encuentro íntimo con el paisaje. En lugar de grandes multitudes, aquí los visitantes encuentran senderos casi vírgenes, dormis cómodos, comidas regionales y la posibilidad de contratar excursiones guiadas.

Desde las ventanas se ven los glaciares, las montañas y un entorno todavía intacto. Todo en medio de la Estancia Los Huemules, un área natural protegida que ofrece múltiples senderos para caminar. Son refugios, sí, pero con la calidez y el confort que los coloca de lleno en la categoría de glamping.


La Viella Glamp: cuando la música inspira domos


En las Sierras de los Padres, a pocos kilómetros de Mar del Plata, el arte fue el motor que dio origen a La Viella Glamp. Su historia empieza en El Bolsón, donde el músico Marcelo García Murillo ofrecía conciertos de música medieval y antigua en encuentros íntimos que combinaban sonidos y gastronomía.

La Viella Glamp. En las Sierras de los Padres, los domos nacieron de un proyecto artístico inspirado en la música y el paisaje.

Ese espíritu se trasladó luego a un campo serrano. Primero levantaron un domo de 124 m² que funcionaba como escenario para shows y talleres. Con el tiempo, la necesidad de alojar a los músicos y el entusiasmo por compartir ese entorno natural derivaron en la creación del resto de los domos.

“Decidimos hacer este tipo de alojamiento para que la gente pueda disfrutar de la misma tranquilidad que nosotros. Amamos este lugar y nos pareció una buena idea brindar esa experiencia a otras personas”, cuentan Verónica y Ariel, los anfitriones.

Cada detalle fue pensado para respetar el paisaje: desde la elección del terreno hasta la construcción de las estructuras, todo busca minimizar el impacto ambiental y mantener la armonía con la naturaleza. Hoy, La Viella Glamp es un espacio donde el arte, la calma y la desconexión conviven con la comodidad de un alojamiento moderno.

El glamping ofrece experiencias únicas en medio de paisajes soñados, pero sin renunciar a la comodidad.

Aguas Antiguas: un laboratorio vivo de sustentabilidad


En el monte nativo de San Marcos Sierras, Córdoba, se encuentra un proyecto que parece salido de un sueño ecológico: Aguas Antiguas. Aquí no solo se duerme en domos o en una casita en el árbol, sino que se aprende a habitar la tierra de otra manera.

Con más de 9.000 m², el predio combina bioconstrucción, agricultura orgánica, energías renovables y preservación del entorno. Las estructuras están hechas de barro, piedra y madera, y funcionan de forma autosuficiente. La energía proviene únicamente del sol, incluso para los sistemas de bombeo y riego. El agua de lluvia se recolecta en estanques, mientras que las huertas, viñedos y frutales garantizan soberanía alimentaria.

Aguas Antiguas. En San Marcos Sierras, Córdoba, este glamping combina domos, huertas, bioconstrucción y energía solar para habitar en armonía con la naturaleza.

Aguas Antiguas no es solo un glamping: es también una residencia para artistas, un espacio de retiros espirituales y un lugar de voluntariado, donde cada visitante puede sumarse a tareas de la vida cotidiana y aprender prácticas de permacultura. Aquí, la experiencia de hospedaje se convierte en una lección de vida: cómo reducir la huella, cómo cuidar el monte, cómo vivir en equilibrio.


Una nueva forma de viajar


Más allá de las diferencias entre un refugio patagónico, un domo artístico o un complejo de bioconstrucción, todos estos proyectos coinciden en algo: buscan que el viaje tenga propósito.

La tendencia del glamping crece de la mano de propuestas que respetan el ambiente y ofrecen vivencias auténticas.

Ya no se trata de tachar destinos en una lista, sino de conectar con el lugar, con quienes lo habitan y con uno mismo. Apagar el celular, mirar las estrellas, compartir una charla frente al fuego o despertarse con el canto de los pájaros son experiencias que parecen simples, pero que en este mundo hiperconectado se vuelven lujos invaluables.

El glamping no solo crece porque ofrece confort en la naturaleza, sino porque propone otra mirada: más lenta, más consciente, más respetuosa. Y, como muestran estos ejemplos, cada rincón tiene detrás un relato de pasión y compromiso que transforma un viaje en mucho más que unas vacaciones.

Redacción

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