Cristina Elisabet Kirchner y Axel Kicillof tardaron casi 6 meses en volver a hablar personalmente. El reencuentro fue en la tardecita de este jueves y comenzó con un suceso propio de la desconfianza imperante entre las partes: desde el cristinismo se divulgó que estaban reunidos por la mañana y eso obligó a que todos los teléfonos de los principales colaboradores de la ex Presidenta y del gobernador de la provincia de Buenos Aires se cerraran.
Desconfiados, viendo operaciones políticas desde el otro sector, finalmente los secretarios privados de ambos coordinaron el encuentro en un reducto porteño que quieren mantener en secreto para poder avanzar con la demorada unidad en el peronismo.
«Axel, desdoblar fue un error», le disparó Cristina a su ex consejero económico de confianza, a quien entronizó como ministro de Economía de su gobierno, siendo el economista de la UBA aún muy joven.
«Los ministros tuyos y Máximo no dejan de golpear a mi gobierno», retrucó Kicillof, en alusión a que La Cámpora y demás cristinistas de paladar puro, forman parte del Gabinete bonaerense pero no colaboran en pos de una buena gestión. Y le enrostró que en la Legislatura bonaerense, los camporistas lo han boicoteado con el Presupuesto y otros proyectos de importancia. La frutilla del postre fue la de avalar la reelección de legisladores y concejales pero boicotear la de intendentes, lo que lo dejaba al gobernador en offside con los 45 alcaldes que él dice contar de su lado.
Fueron dos horas tensas donde se terminó de convalidar que ya no son jefa y subordinado. Cristina sonó marcial en el inicio de la reunión y más cuando defendió a su hijo: Máximo Carlos Kirchner está furioso con Axel Kicillof y lo culpa del desdoblamiento, al que también considera un error.
«Pasaron cosas en el medio pero ya está: tengo vocación conciliatoria», dijo la ex jefa de Estado y ambos acordaron ir juntos «para ganarle a Milei» el 7 de septiembre cuando se deba votar senadores y diputados bonaerenses, además de concejales, en la provincia mayor que terminará dividida en ocho distritos electorales.
El acuerdo alcanzado en las tensas dos horas de conversación fue la de conformar una mesa para que defina a los apoderados y la metodología de campaña y de integración de las listas. Kicillof reclamó para sí la Jefatura de Campaña, por ser el gobernador del distrito donde se votará en septiembre. Y que los apoderados sean conjuntos, o sea que no quede la lapicera legal solo en manos de los leales a CFK. Y que el cierre sea en la propia Gobernación o en un local neutral, para no repetir la fórmula de los locales donde Máximo Kirchner se juntaba con Martín Insaurralde y Sergio Massa a acordar nóminas donde Kicillof siempre perdió.

Respecto del jefe del Frente Renovador, el ex ministro pedía por estos días que «primero arreglen dentro del kirchnerismo» y luego, él se sumaba a esa mesa. Misma postura que sostiene Juan Grabois. Pero la incorporación del ex ministro de Economía a la mesa de definiciones también tiene que ser acordada en su manera pues Massa pretende obviar la proporcionalidad de representación: ejemplo de eso es que en la tercera sección, tiene el municipio de Presidente Perón, una población muy pequeña comparada con los más populosos como La Matanza o Lomas de Zamora. Y que en la primera sección tiene inconvenientes en su reducto Tigre, donde el intendente Julio Zamora se muestra hoy en un armado con díscolos como Juan Zabaleta y Fernando Gray, quienes días atrás se reunieron con el Schiarettismo para buscar «una alternativa por afuera».
Desde el cristinismo, el saldo de la reunión fue visto como positivo pero abunda la desconfianza y hablan de que en el campamento del gobernador «están los vendedores de armas que quieren que haya guerra». Allí, ven en el jefe de Gabinete Carlos Bianco, el ministro Andrés «Cuervo» Larroque y los intendentes Gagliardi y Secco a voceros públicos que no ayudan a un acuerdo.
El kicillofismo dice que, tras la cumbre de este jueves, pudieron salir de la lógica de «sometido o traidor», que consiguieron su objetivo de ser reconocidos como una parte de esa mesa de acuerdo del peronismo bonaerense pero aguardan a ver qué hará Máximo Kirchner, a quien ven molesto con el acercamiento y no creen que se vaya a sentar en la mesa acuerdista.
Allí, insisten en que la charla con Cristina no impedirá a su flamante agrupación MDF (Movimiento Derecho al Futuro) a seguir con su actividad y su agenda propia de cara al 19 de julio, fecha en que se deben inscribir a los candidatos y donde CFK quedaría al frente de la lista por la Tercera Sección electoral y el kicillofismo pretende coronar a los suyos en lugares destacados, como al ministro provincial Gabriel Katopodis para encabezar en la Primera Sección. El tema Judicial ocupó parte de la conversación entre Cristina y Kicillof. La ex jefa de Estado sigue al minuto los movimientos de la Corte Suprema de Justicia, la que tiene en sus manos la definición sobre la causa Vialidad, la que podría determinar que CFK deba cumplir con la condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por «defraudación al Estado».

Si la Corte Suprema falla la próxima semana sobre Vialidad, el peronismo deberá barajar y dar de nuevo, pues Fernández de Kirchner quedaría sin competir y se accionaría desde el cristinismo un operativo por la «proscripción» y el denominado «lawfare».
Ese asunto, así como la cumbre de la tardecita, se conversó en un encuentro posterior a la cumbre que mantuvo la ex Vicepresidenta con intendentes afines: Mayra Mendoza, Julián Álvarez, Leonardo Nardini, Federico Otermín, Ariel Sujarchuk y Gastón Granados -además de Wado de Pedro- fueron hasta un reducto de la calle Defensa que tiene el senador nacional Mariano Recalde cerca de Plaza de Mayo.
Allí, en voz baja, la ex Presidenta dijo que ve que la Corte Suprema fallará en breve «en mi contra».