El agua con gas es agua a la que se le ha añadido dióxido de carbono (CO₂) bajo presión, lo que le da su característica efervescencia o burbujas.
También se le conoce como agua carbonatada o refresco. Puede ser natural, cuando proviene de manantiales con gasificación propia, o artificial, cuando el gas se añade de manera industrial.
Algunas versiones incluyen minerales o sales añadidas para darle un sabor particular, como el agua de soda o el agua tónica, que además contiene quinina.
En los últimos tiempos, su popularidad comenzó a crecer tras la publicación de un estudio que aseguró que su consumo puede ayudar en la pérdida de peso. Pero, ¿es esto cierto? Veamos de qué se trata y cuánta validez tiene.

Un estudio reciente publicado en la revista BMJ Nutrition, Prevention & Health sugiere que el consumo de agua con gas podría tener un impacto mínimo en la pérdida de peso.
Según la investigación liderada por el Dr. Akira Takahashi, del Hospital de Neurocirugía de Tesseikai (Japón), el dióxido de carbono presente en el agua carbonatada se transforma en bicarbonato al ser absorbido por el estómago, lo que podría activar enzimas responsables del metabolismo de la glucosa.

Sin embargo, esta reducción de glucosa es temporal y relativamente pequeña, por lo que el agua con gas no debe considerarse una solución independiente para adelgazar.
Además, el agua con gas puede generar una sensación de saciedad, lo que podría ayudar a controlar el apetito. No obstante, los expertos enfatizan que estos efectos son modestos y que una dieta equilibrada junto con ejercicio regular siguen siendo esenciales para una gestión efectiva del peso.
Es importante también tener en cuenta que el consumo excesivo de agua carbonatada puede provocar molestias digestivas, como irritación o gases, especialmente en personas con sensibilidad gastrointestinal.

Así, aunque el agua con gas podría ofrecer beneficios menores en el control del peso, no se debe considerar una solución principal para adelgazar. Tener hábitos saludables, como una alimentación equilibrada y actividad física regular, es fundamental para lograr y mantener una pérdida de peso efectiva.
Por otro lado, agregar limón es una opción fácil, saludable y refrescante para aumentar los beneficios de ingerir agua con gas. El limón aporta un sabor cítrico natural que mejora la experiencia de beber agua, especialmente para quienes buscan reducir el consumo de bebidas azucaradas.
Además, al no contener calorías significativas, esta combinación es ideal para quienes desean mantenerse hidratados sin sumar energía innecesaria a su dieta.

Desde el punto de vista nutricional, el limón es rico en vitamina C, un antioxidante que ayuda al sistema inmunológico y puede tener un leve efecto antiinflamatorio. También contiene compuestos que favorecen la digestión, como el ácido cítrico, que estimula la producción de enzimas digestivas. En conjunto con el agua con gas, el limón puede aliviar sensaciones de pesadez o indigestión tras las comidas.
Aun así, aquí nuevamente, es importante no excederse: el ácido del limón, combinado con el gas, puede desgastar el esmalte dental si se consume muy frecuentemente. Para evitar esto, se recomienda beberlo con sorbete o enjuagarse la boca con agua después.
Pero en general, el limón exprimido de la fruta es una forma sabrosa y natural de disfrutar del agua con gas, con beneficios adicionales si se consume con moderación.