En esta edición de El Club de la Porota quiero compartir una experiencia que me interpela de manera especial: tuve el privilegio de ser parte de la última cohorte de la Diplomatura Universitaria en Nuevas Economías, impulsada por la Plataforma en Nuevas Economías (PINE) y la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC.
Esta formación invita a revisar nuestra manera de entender la economía y a co-crear realidades que respeten la vida, el cuidado y el buen vivir. En sus siete años reunió a más de 500 personas de 23 países, transformándose en un verdadero laboratorio de aprendizajes, vínculos y proyectos.
En mi caso, elegí el rol de multiplicadora y escribí la nota “Narrativas regenerativas: el antídoto frente a la discriminación por edad”, seleccionada para la revista Cosecha 4. Agradezco especialmente al equipo de PINE, liderado por Melina Díaz Acuña y Víctor Mochkovsky, por sostener con tanta generosidad y compromiso esta propuesta que nos deja una certeza: las Nuevas Economías no son un horizonte abstracto, sino una práctica cotidiana, posible y necesaria.
Con alegría, los invito ahora a leer la nota completa.
Narrativas degenerativas
Vivimos en una paradoja. Como sociedad, celebramos vivir más años, pero seguimos rechazando todo lo que tenga que ver con envejecer. Nos encanta la longevidad como concepto, pero nos incomoda como experiencia vital. Esta contradicción cultural tiene un nombre: viejismo, o edadismo. Es una forma de discriminación basada en la edad, especialmente hacia las personas mayores, que se expresa en estereotipos, prejuicios, prácticas y discursos que desvalorizan y excluyen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para 2050, una de cada seis personas en el mundo tendrá más de 60 años. En América Latina y el Caribe, el envejecimiento poblacional avanza a ritmos acelerados: se espera que en las próximas décadas las personas mayores superen a la población infantil. Ante este escenario, la ONU declaró la Década del Envejecimiento Saludable 2021-2030, un llamado global a transformar la forma en que pensamos, sentimos y actuamos respecto de la edad y el envejecimiento.
Sin embargo, transformar no es automático. Requiere voluntad, pero también herramientas. Una de esas herramientas clave es la que, gracias a la Diplomatura en Introducción a las Nuevas Economías (cohorte 2025), he comenzado a explorar: las narrativas regenerativas. Se trata de relatos que restauran sentido, que devuelven humanidad, que habilitan otras formas de estar en el mundo.
Soy Sol Rodríguez Maiztegui. Comunicadora, gerontóloga y periodista. Hace más de una década que trabajo en la intersección entre comunicación, envejecimiento y derechos humanos. En 2015 creé El Club de la Porota, una comunidad de aprendizaje y acción que busca hackear el viejismo y sembrar otras formas más humanas y reales de narrar la vejez.
El viejismo, como lo define el gerontólogo argentino Leopoldo Salvarezza, es un “sistema de representaciones sociales que desvaloriza y segrega a las personas mayores por el solo hecho de serlo”. No se trata solo de prejuicios individuales, sino de una estructura cultural y simbólica que relega e invisibiliza a quienes envejecen, negándoles el ejercicio pleno de su autonomía y participación activa en la vida social.
En El Club de la Porota, entendemos que hackear el viejismo es intervenir en ese sistema de creencias para reconfigurarlo. Sabemos que uno de los significados de la palabra “hackear” es robar, pero también significa cambiar, reformular, redefinir, intervenir, encontrar la grieta y transformar. Las palabras no tienen sentidos estancados, y elegimos quedarnos con aquellos que legitiman nuestro trabajo desde hace tantos años. Hackear es cambiar la mirada, es permitirnos ver desde otro ángulo. Es abrir el código de lo dado y volverlo a escribir.
Durante mucho tiempo, la vejez fue narrada como déficit: una etapa de pérdida, decadencia y desconexión. Pero esa representación no es inocente: moldea expectativas, justifica exclusiones, condiciona políticas. Como dice la Convención Interamericana sobre los Derechos Humanos de las Personas Mayores: “Las personas mayores tienen derecho a la dignidad, a la autonomía y a vivir libres de discriminación por edad”.
Cuando transformamos el relato, algo poderoso sucede. Recuperamos la palabra. Resignificamos. Aparecen otras formas de nombrar, de mirar, de vincularnos.
En El Club de la Porota lo comprobamos una y otra vez. Cada columna publicada, cada podcast, cada taller, cada GeroMasterclass (formaciones virtuales en temáticas gerontológicas) que impulsamos habilita nuevos lenguajes. Y con ellos, nuevas realidades.
Como en la biología, regenerar implica restaurar lo dañado, devolver vitalidad, sanar. Y el viejismo ha dañado mucho: ha erosionado la autoestima, ha borrado trayectorias, ha impuesto silencios. Por eso, regenerar los relatos sobre la vejez es también un acto de justicia simbólica.
El investigador chileno Ronald Sistek, referente de la economía regenerativa, sostiene que “regenerar es devolver a la vida los sistemas que han sido vulnerados”. Esa definición, centrada en lo ecológico y lo organizacional, resuena con fuerza en el plano simbólico: las narrativas regenerativas son a la cultura lo que la economía regenerativa es al planeta. Ambas buscan sanar lo que fue dañado y habilitar nuevos ciclos de vida, más conscientes, más interdependientes, más humanos.
Inspirada en autores como Leonardo Boff, Joan Tronto y Bernardo Toro, creo que el cuidado es la columna vertebral de esta regeneración. No un cuidado asistencialista ni compasivo, sino un cuidado político, ético, recíproco. Cuidar es confirmar al otro en su dignidad. Y eso incluye también cómo lo nombramos.
Necesitamos, más que nunca, relatos que abracen todas las edades. Relatos que devuelvan agencia a las personas mayores, que reconozcan su diversidad, su deseo, su capacidad de seguir eligiendo. Relatos que nos permitan imaginar futuros donde la longevidad sea celebrada como una conquista colectiva.
Hackear el viejismo es cambiar la vista del punto. Y en ese gesto, se abre otro mundo posible. Un mundo para todas las edades. Un mundo en el que envejecer no implique desaparecer.
Las narrativas regenerativas son el antídoto al viejismo. Me gusta pensarlas como esa vuelta a casa: a uno mismo. Empezar a reconocer cuándo lo que pienso, digo o creo sobre la vejez ya no me representa. No se trata de negar la edad, ni el paso del tiempo, ni los cambios que trae. Se trata de dejar de vivir según lo que se espera de mí “por tener cierta edad” y empezar a preguntarme: ¿quién soy hoy? ¿Qué quiero a los 60, a los 70, a los 80 o a los 100 años? Y desde ahí, volver a habitar el proceso vital como propio, sin entregarle a la cultura viejista el poder de decidir sobre nuestra vida. Necesitamos salir del modelo único, negativo y homogéneo de la vejez asociada exclusivamente a las pérdidas, a la enfermedad, a al deterioro, para empezar a ver otras formas (más reales y potentes) de transitar el envejecimiento.
Estamos invitados e invitadas a Hackear el Viejismo regenerando los relatos, abrazando la edad que tenemos (sin intentar huir de ella) y devolviéndole a la vejez la humanidad que jamás le debimos quitar.
Próxima GeroMasterclass
Van a participar como oradores:
- Lukas Esquivel | Fundación Fuerza Mayor: Arte, vejez y transformación social.
- Verónica Gámez | Educadora: El retiro laboral como proceso vital.
- Miguel Ángel Vázquez | Cuidador y especialista en atención centrada en la persona.
- María José Bustos | Comunicadora: Cómo narramos la vejez desde la palabra.
En esta edición vamos a trabajar sobre claves para hackear el viejismo y empezar a construir narrativas regenerativas: relatos que devuelven sentido, dignidad y humanidad a la vejez.
Regenerar los relatos también es un acto de justicia simbólica. Se trata de imaginar futuros donde envejecer no sea sinónimo de desaparecer, sino de seguir eligiendo, deseando y participando.
- 19 y 20 de septiembre | Modalidad online – La clase queda grabada.
- Incluye cuadernillo de trabajo + certificado + comunidad
- Inscripciones abiertas → Link en bio o por WhatsApp +54 9 3513 26-0243