El desprecio por la política se ha convertido en una convicción general. Casi todo el mundo cree que los políticos son o incompetentes, o sectarios o corruptos. La antipolítica ha triunfado en Occidente por muchas razones, pero sobre todo por la espectacularización mediática. La política no nos llega de forma directa: cada ciudadano vive en su mundo y se entera de lo que ocurre a través de los medios, sobre todo los de atracción masiva: televisión, radio, redes sociales, que compiten ferozmente por la audiencia.
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