Rodrigo Grosso, de 33 años, es un aventurero que no se conforma con las metas logradas. Estuvo en más de 45 países, vivió en 6 de ellos, y sigue buscando nuevos desafíos, lo más cerca de la naturaleza posible.
Desde pequeño su sueño era viajar por el mundo. Su primera experiencia en el exterior fue en el 2011 cuando viajó con 19 años a Vancouver, Canadá, para estudiar inglés durante cuatro meses.
Grosso, oriundo de la localidad bonaerense de Lomas de Zamora, en Argentina, reforzó en ese entonces el conocimiento sobre un idioma que le serviría para sus planes futuros.
En 2015 fue a hacer un voluntariado en Egipto, al que llegó a través de una aplicación. Estuvo dos meses promoviendo el turismo en aquel país.
Pero la gran decisión del joven argentino fue en noviembre del 2016. Ya recibido como licenciado en Administración de Empresas en la Universidad de Buenos Aires (UBA), salió a conocer Europa sin pasaje de regreso.
La primera caminata y la rutina que apagó la magia de Barcelona
Madrid, París, Bruselas, Brujas, Múnich, Berlín, Copenhague, Varsovia y Praga fueron algunas de las ciudades que conoció. Dos meses después de seguir el agitado itinerario, utilizó su ciudadanía española y se asentó en Barcelona, donde al poco tiempo consiguió trabajo en Volkswagen.

Si bien tenía una «buena vida», en la que podía ahorrar, hacer actividades, y estudiar -obtuvo un máster en gestión empresarial en la Universidad Autónoma de Barcelona-, no se sentía conforme.
«Al principio Barcelona fue una ciudad idílica. Lo veía todo perfecto. Pero la cosa cambió a medida que fue pasando el tiempo, con el trabajo, la gente, los turistas. La ciudad fue demasiado«, contó en diálogo con Clarín.
Había vivido en Barcelona desde el 2017. Cuatro años después, antes de volver a colocarse la mochila y decir adiós (temporalmente) a la capital de Cataluña, hizo su primera larga caminata: desde Astorga, caminó 300 kilómetros, sin preparación física previa, por el Camino de Santiago.
Con la idea de dejar la cotidianeidad urbana, se fue a vivir a Estonia. Estuvo un año en el país del mar báltico, hasta que en agosto de 2022 volvió a España para hacer su segunda travesía hacia la tumba del famoso apóstol. Esta vez eligió el Camino del Norte, desde Oviedo, y atravesó unos 400 kilómetros.
La costa de Taiwán y el descubrimiento del amor
Después de haber esquiado en Andorra, acampado en distintos puntos del viejo continente, y conseguir un par de masters en España, regresó a la Argentina. En noviembre del 2022 estaba devuelta en la ciudad natal donde conoció sus pasiones, entre ellas tocar la batería.
Pero no se quedó por mucho tiempo. Su próximo destino fue Australia, donde trabajó durante todo el 2023. Sin embargo, la vida de allá no le gustó y decidió viajar por cinco meses en el sudeste asiático.
Conoció Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia, Malasia, Singapur e Indonesia. Y a la aventura se le sumó el amor. Se puso de novio con una chica italiana, con quien se mudó a Taiwán por una beca que la joven había ganado para estudiar chino.

No obstante, antes de instalarse en la isla realizó su tercer Camino de Santiago desde Francia, por el Saint Jean pied de Port. Fueron otros 900 kilómetros en el recorrido francés, previos a su estadía en el país asiático, donde continuó con su pasión viajera.
En marzo del 2025 caminó 200 kilómetros en la costa este de Taiwán, desde Dulan hasta Hualien. Fue el calentamiento para su gran objetivo: la Vía Francígena.
Por la Vía Francígena, una antigua ruta de peregrinación de 2.000 km
El mayor proyecto en el que se apuntó el «nómada de nacimiento», según se define, es el de la peregrinación de la Vía Francígena. Esta va de Canterbury, Inglaterra, hasta el Vaticano en Roma.
El principio no fue fácil. En la isla europea encontró pocos albergues para peregrinos, y los que habían eran “muy caros”. “No bajan de 25 o 30 euros”, contó. Tampoco habían fuentes de agua ni bancos, y los carteles dicen North to South Way en vez de Via Francígena.
Al cruzar a Calais en Francia -luego de tomarse un ferry en Dover que le costó unas 30 libras y es la única manera de pasar-, la falta de mantenimiento por parte de las autoridades lo sorprendió.
“Hay partes muy mal mantenidas. En algunos tramos directamente no se puede pasar, porque hay una construcción en el medio, y me tuve que desviar”, detalló.
Pero estas adversidades son una sección de los tantos paisajes que Grosso fue mostrando en sus redes sociales, en los que se lo ve sumamente alegre.
Hace más de 85 días que se encuentra caminando para completar los 2.000 kilómetros de esta ruta milenaria, y ya está muy cerca de la meta. Para semejante distancia no hizo «ninguna preparación en particular».
El camino para el que reconoce que sí debe estar «más preparado», en caso de querer hacerlo, es el que llega a Roma, con punto de partida en Estonia. Se trata del «Romea Strata» y son nada menos que 4.000 kilómetros.

Con este último desafío volvió a cumplir horarios, pero de una manera diferente. Arrancaba a las 7 de la mañana y terminaba a las 16 horas, entre lugares históricos que se iban sucediendo, al igual que sus compañeros de viaje, entre ellos estadounidenses e italianos.
Encontró mucha hospitalidad y amabilidad en los hospedajes. Durmió en hostels, carpa, y hasta en conventos.
A pesar de que no es religioso, no le resta su importancia al tema. Es que este 2025 se celebra el jubileo en la Santa Sede, con la apertura de las puertas de la Basílica de San Pedro, suceso que ocurre cada 25 años.
En los primeros 45 días de caminata, los 1.000 kilómetros iniciales en Inglaterra y Francia, no encontró muchas personas. «En Italia empieza a haber más gente, aunque como es muy largo muchos deciden hacerlo por partes«, contó.
Sobre sus planes futuros piensa seguir en las mismas andanzas: «Mi siguiente objetivo es la vía Transilvánica, un sendero ubicado en Rumania que se inauguró en 2022. Es una ruta de 1.400 kilómetros que va de norte a sur».
Cada momento lo documenta en su Instagram, «Tu copiloto nómada«, creado para personas que, al igual que él, quieren aventurarse en sitios no tan transitados.
«Si algo aprendí, es que el mundo está ahí afuera, esperándote. No necesitas tenerlo todo planeado. Solo da ese primer paso. Atrevete a salir de tu zona de confort, a descubrir, a perderte un poco para encontrarte mucho», animó el joven.