
La artista visual y ceramista Marina Rodríguez atravesó un primer semestre de año intenso, participando en eventos internacionales que tuvieron lugar en ciudades de China e Italia.
Formada en la universidad pública en el campo del arte y la arquitectura, la artista berissense conserva su casa-taller cerquita del monte ribereño, donde además de realizar sus obras, brinda talleres de cerámica.
La posibilidad de llegar al gigante asiático llegó por medio de otra ceramista argentina, Vilma Villaverde, quien coordinó este viaje debido a que desde hace más de treinta años es invitada por la Universidad de Jingdezhen a ser parte de la bienal que incluye festivales de primavera y otoño, relacionados con el arte cerámico.
En su carácter de delegada por Argentina en este evento, Villaverde fue convocada para conformar una lista de artistas y desarrollar un proyecto que incluyó a Rodríguez.
Capital Mundial de la Porcelana
La reciente edición de la Bienal de Cerámica Taoxichuan en China que se llevó a cabo entre el 30 de abril y el 10 de mayo, en Jingdezhen, fue un evento de trascendencia global que reunió a la vanguardia de la creación cerámica contemporánea. Se desarrolló en dos de las ciudades más emblemáticas para la historia de la cerámica como son Jingdezhen -la milenaria “Capital Mundial de la Porcelana”- y Longquan, reconocida por su histórica producción de celadón.

La propuesta reunió a 200 ceramistas provenientes de 40 países, incluyendo delegaciones de naciones con ricas tradiciones cerámicas como Corea, Rusia, República Checa, Austria, Australia, Bélgica, Alemania, Japón, Eslovaquia, Serbia, Singapur e Italia, entre otros. La diversidad de perspectivas y técnicas presentadas configuró un verdadero crisol de innovación y diálogo artístico.
“En lo personal fue una experiencia única”, afirma Marina Rodríguez. “Mi participación se enmarcó dentro de una delegación latinoamericana, que tuve el honor de integrar junto a colegas de Argentina, Brasil y Perú, dirigida por la maestra ceramista Vilma Villaverde. Esta representación permitió visibilizar la propuesta y la vitalidad de la cerámica de nuestra región en un escenario de alcance global”, señala también.
Durante la bienal, la artista fue invitada a dictar una charla sobre su trabajo y su manera de abordar la producción artística, que tituló “Historias, experiencias y memorias de un material”. Esta instancia fue una valiosa oportunidad para el intercambio de conocimientos y la reflexión sobre las tendencias actuales y futuras de la cerámica.
“Además, mi obra formó parte de la muestra colectiva ‘Borders in FLUX’ (Fronteras en Flujo), exhibida en el prestigioso Museo Qiumo de Jingdezhen. Exponer en este espacio, epicentro de la tradición cerámica, resultó profundamente gratificante y simbólico. La temática de la muestra, centrada en la fluidez de las fronteras, resonó con la propia experiencia de un evento que derribó barreras culturales y geográficas a través del arte”, explica Rodríguez.


La representación nacional se hospedó un complejo de la Universidad de Jingdezhen, dentro del cual funcionan un museo, galerías, sala de conferencias y espacios para residencias. “Me han propuesto la posibilidad para el año próximo de efectuar una residencia artística en ese lugar. Evaluaremos si podemos hacerlo y presentar los proyectos que se requieren. De este viaje pude traer material para hacer pruebas. En Argentina se utiliza porcelana importada, acá lo común es la arcilla roja. China es la cuna de la porcelana, es donde se descubrió”, describe la artista.
Jingdezhen, en particular, se le reveló como una ciudad fascinante, donde la tradición milenaria y la modernidad conviven de manera dinámica. Esta simbiosis, sostiene, se refleja tanto en la preservación de técnicas ancestrales como en la adopción de nuevas tecnologías y enfoques creativos. “Regreso con una visión ampliada y nuevas ideas que, sin duda, nutrirán mi práctica artística en el futuro”, afirma.



Premio Faenza
Unas semanas más tarde, Marina Rodríguez fue la única artista latinoamericana que participó del 63° Premio Faenza en Italia, impulsado desde el MIC (Museo Internacional de Cerámica) de Faenza, institución que lleva a cabo el certamen dentro de la Bienal de Cerámica Contemporánea más importante a nivel internacional.
La obra seleccionada en este caso fue “Resistencia cerámica”, un homenaje artístico a los trabajadores ceramistas, detenidos y desaparecidos por la última dictadura argentina.
Según describe Rodríguez, es un trabajo concebido desde “la arqueología”, que acude a recuperar “la memoria colectiva de nuestra historia”. Los llamados ‘platos de la abuela’ (la línea Festival tan popular de Lozadur), habitaban todas las casas, tanto en las paredes en calidad de elementos decorativos, como en las cocinas, para el uso cotidiano, dejando huellas en ambos casos.

“La vajilla que se producía en Lozadur era la vajilla de la clase obrera, la vajilla que aportaba alegría a la mesa del obrero y la clase media. Esta obra cuenta una de las historias de los 30.000 desaparecidos que hubo en Argentina. Ha sido una decisión trabajar con las últimas piezas que han desarrollado los trabajadores de Lozadur, ellas tienen sus huellas, y sobre eso es que se basó mi trabajo, interviniéndolo con diferentes técnicas graficas de cerámica, detalles en oro y varillas de hierro para unirlas”, destaca la ceramista.
La obra seleccionada para la edición 2025 del Premio Faenza, podría decirse, es ‘una pieza de archivo’ de escala doméstica, y a la vez ‘un documento histórico con una visión e intervención contemporánea’.
“Son piezas que están atravesadas por la lucha, por el dolor de familias, de un pueblo. No es simple vajilla que se pueda catalogar por su valor artístico o calidad cerámica, sino que tiene un enorme valor para la historia y memoria de mi país”, asevera Rodríguez.
La muestra que incluye el trabajo permanecerá abierta a las visitas hasta noviembre el MIC de Faenza.
