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lunes, junio 23, 2025

El avance de la flota pesquera china en América Latina y su impacto en la seguridad marítima

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La flota pesquera de altura de la República Popular China se ha convertido en una de las principales preocupaciones para América Latina en materia de seguridad marítima, ambiental y económica. Conformada por más de 3.000 embarcaciones y subsidiada con al menos 7.000 millones de dólares anuales, esta fuerza opera en alta mar con una lógica que combina eficiencia industrial con opacidad operativa.

Sus buques —arrastreros, poteros, atuneros, nodrizas y logísticos— permanecen hasta dos años sin tocar puerto, eludiendo inspecciones, operando en zonas adyacentes a las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) y recurriendo a banderas de conveniencia y apagado de sus sistemas de identificación.

Según datos de FAO, China concentra cerca del 15 % de la pesca global en zonas marinas, siendo líder en la captura de cefalópodos. Esta posición dominante no se explica sólo por capacidad pesquera, sino también por una red que combina prácticas de pesca no declarada, no reglamentada e incluso ilegal (INDNR), con condiciones laborales abusivas y prácticas de camuflaje sistemático.

A través de empresas estatales como la CPNC y con apoyo logístico portuario en países del Sur Global —como Sri Lanka, Perú o Uruguay— la estrategia china avanza en zonas clave como el Pacífico suroriental y el Atlántico sudoccidental.

Impacto en América Latina y los desafíos regulatorios

En los últimos años, la actividad de la flota potera china frente a las costas de Argentina, Uruguay, Brasil, Ecuador, Perú y Chile ha sido denunciada por prácticas de sobrepesca, evasión de controles y explotación laboral. Los barcos operan justo fuera de las ZEE nacionales, donde, bajo la Convención del Mar de 1982, rige la libertad de pesca, permitiéndoles actuar sin restricciones de cuotas ni obligaciones de desembarco. Informes recientes confirman que en estas áreas llegan a operar entre 300 y 700 embarcaciones simultáneamente.

Las consecuencias de esta presencia son múltiples: pérdida de recursos pesqueros nacionales, presión sobre ecosistemas marinos, debilitamiento de las industrias locales y aumento de la competencia desleal.

Argentina, en particular, ha enfrentado incursiones dentro de su ZEE, como en el caso del buque Hua Li 8 en 2016 o del Xinrun 579 en enero de 2025.

Pese a los intentos por reforzar los controles, las capacidades nacionales de fiscalización resultan insuficientes frente al despliegue masivo y sofisticado de esta flota.

El uso de Montevideo como base logística, junto con acuerdos provinciales como los firmados por Santa Cruz en Argentina, han generado un debate sobre la conveniencia de brindar apoyo a una flota que opera en condiciones irregulares y sin control real. La posibilidad de que empresas chinas dominen ahora más del 60 % de la flota potera de bandera argentina refuerza las alertas sobre el control extranjero del mercado de calamar, un recurso estratégico para la economía nacional.

Violaciones a los derechos humanos y condiciones laborales extremas

La actividad pesquera china no sólo plantea desafíos ambientales y económicos, sino también humanitarios. Organismos como la OIT, la FAO y la OMI han documentado condiciones laborales extremas a bordo de los poteros y palangreros, donde el personal de planta y bodegueros —provenientes de sectores pobres de Asia o África— es sometido a jornadas prolongadas, abusos físicos y retención de documentación.

Buques como el Zhe Pu Yuan 98 desembarcaron tripulantes en estado crítico en el puerto de Callao, en Perú, evidenciando el grado de explotación. En muchos casos, los traslados se realizan entre buques en alta mar mediante maniobras peligrosas, lo que impide que los trabajadores tengan contacto con puertos o autoridades locales.

Un informe de la Environmental Justice Foundation (2017-2023) reveló que el 100 % de los tripulantes entrevistados denunciaron condiciones de vida abusivas, y más de la mitad refirió violencia física. Indonesia incluso llegó a encarcelar a ejecutivos de agencias de contratación por estas prácticas.

Camuflaje y evasión como norma estructural

Además de operar en un régimen de virtual extraterritorialidad, la flota china ha perfeccionado métodos de evasión como el uso de banderas de conveniencia (Vanuatu, Camerún), apagado del Sistema Automático de Identificación (AIS), naves gemelas, cambios de registro y empleo de buques nodriza (reefers) registrados en terceros países como Panamá.

Estas estrategias dificultan la fiscalización y permiten que la actividad continúe sin interrupciones, sin someterse a las normas internacionales que regulan la pesca sostenible.

Aunque existen organismos regionales como la Organización Regional de Administración Pesquera del Pacífico Sur (SPRFMO), donde participan China, Perú, Ecuador y Chile, las acciones de control han sido limitadas. La mayoría de los intentos de inspección en alta mar dependen de la buena voluntad de los Estados miembros, lo que no siempre garantiza un cumplimiento efectivo de los protocolos establecidos.

Consecuencias geopolíticas para Argentina y la región

El Atlántico Sur es una región particularmente vulnerable. Además de las denuncias de pesca ilegal dentro de la ZEE argentina, se suma la creciente influencia de empresas chinas en la industria pesquera nacional, y el avance sobre acuerdos portuarios a nivel subnacional. La falta de una estrategia coordinada entre las provincias y el Estado Nacional favorece el establecimiento de enclaves logísticos chinos sin control efectivo.

Esto pone en riesgo no sólo la soberanía sobre los recursos marítimos, sino también la capacidad del país de trazar una política exterior coherente en defensa de su economía azul.

La situación se agrava con la política de concesiones pesqueras del gobierno británico en las Islas Malvinas, que otorga licencias a buques de terceros países como Taiwán, sin que hasta ahora se hayan detectado registros de buques chinos continentales. Este esquema comercial paralelo refuerza el vacío de poder regional frente a las flotas extranjeras.

Te puede interesar: Argentina y Chile emitieron una declaración conjunta contra la pesca ilegal

Redacción

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