Después de 16 ediciones, el Gran Recapte es una iniciativa solidaria presente en el imaginario colectivo de Catalunya. Pero lo que no es tan conocido es el trabajo de la entidad organizadora, el Banc dels Aliments, durante el resto del año. Y resulta que los alimentos que se recogen en centenares de supermercados, por internet y mediante donaciones de dinero durante el ya tradicional evento tan solo suman, aproximadamente, el 10% de los bienes de primera necesidad que gestiona la fundación sin ánimo de lucro en un ejercicio. Es un elemento importante, pero ni mucho menos el único.
Según datos de su última memorial anual, referente al año 2024, el Banc dels Aliments de Barcelona donó 15.601 toneladas de alimentos atendiendo a 114.100 personas necesitadas a través de una red de más de 300 asociaciones del tercer sector repartidas por la capital catalana y su demarcación.

La directora del Banc dels Aliments de Barcelona, Elisabet Viladomiu, en el almacén de la entidad
Gorka Urresola
“Son menos que otros años”, lamenta su directora, Elisabet Viladomiu. “El 2024 es el primer año con la nueva normativa europea”, explica. Viladomiu se refiere a la reformulación del antiguo Fead, el fondo de ayuda europea a las personas más desfavorecidas, que redujo las aportaciones a través de los bancos de alimentos al apostar por un nuevo modelo con tarjetas monedero.
Pero además de la ayuda a las personas con problemas económicos, la esencia del Banc dels Aliments es la lucha contra el despilfarro alimentario, que de hecho siempre va ligada a la sostenibilidad medioambiental. En otras palabras: son un elemento clave para evitar que alimentos en buen estado acaben tirados a la basura.
Relata Viladomiu que el 60% de los bienes de primera necesidad que gestiona el banco vienen precisamente de esa lucha, mientras el 40% restante de donaciones directas o comprados por el banco. Tal y como se puede observar en el gráfico que enriquece a esta información, la colaboración con casi todos los agentes de la cadena alimentaria, desde supermercados a productores pasando por mayoristas, es clave.
Pero si una nueva normativa ha mermado la actividad del banco, otra legislación de nuevo cuño puede llegar a otorgarle un papel todavía más clave en la lucha contra el despilfarro de alimentos. El año que viene se desplegará la nueva ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, aprobada hace unos meses en el Congreso de los Diputados.
El banco se ofrece como actor fiable para cumplir con la nueva ley contra el desperdicio
Dicha ley prioriza que la industria alimentaria no genere excedentes pero, en caso de que se produzcan, obliga a realizar donaciones. En este caso, se insta a llegar a acuerdos con bancos de alimentos o entidades sociales dentro de planes de gestión de remanentes, en referencia a estos bienes de primera necesidad que no tienen cabida en el mercado, pero que son aptos para el consumo humano.
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“La nueva ley es positiva porque nos hace socialmente más responsables”, opina Viladomiu. El Banc dels Aliments se está preparando para convertirse en una actor clave en este nuevo contexto. Esperan ser un agente de confianza para las empresas a la hora de formalizar sus acuerdos en sus planes contra el despilfarro.
Viladomiu y su equipo trabajan en un modelo de convenio y de certificación que facilite la adaptación de los actores de la cadena alimentaria a la nueva legislación. “Aspiramos a ser un agente fundamental de esta cadena”, ambiciona la presidenta de una fundación con décadas de experiencia en la lucha contra el despilfarro y que ya trabaja con muchos de los preceptos a los que obliga la nueva legislación.