“Sí se puede” cantaba el barcelonismo en el Alvalade. Qué rápido y qué lento a la vez les pasó el tiempo viendo a su equipo, ese que presume con motivos de que puede y sabe mover el mundo, debía remontar un 1-0 al Arsenal a falta de diez minutos para el final. Pero no. No hubo chispazo. No hubo cuarta Champions. Sí la sombra de Turín y una lección de fútbol. La que dio el Arsenal de Mariona Caldentey ante un Barça que había andado de forma solvente por Europa. Mariona que abrazó a sus excompañeras y amigas, no celebró efusivamente el segundo entorchado europeo de su nuevo equipo, que no lo levantaba desde el 2007. Sabía que aquello fue un mazazo tremendo. Abrazó a Aitana, que terminó llorando como nunca. Alexia muy cabizbaja, fue incapaz de consolar a sus compañeras.
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