roberto peloni en una escena de “el brote”, unipersonal escrito y dirigido por emiliano dionisi
El universo creativo de Roberto Peloni está poblado de criaturas, muchas excéntricas y al límite, con las que se ha divertido sobre las tablas en diferentes obras del off, sobre todo en sus inicios. Pero desde hace tres años, son las criaturas de “El brote” las que se divierten con él, con su cuerpo de plastilina, provocando un irresistible juego teatral que se convirtió en un fenómeno de la escena nacional y, también, en un proyecto bisagra de su carrera, según admite en diálogo con EL DIA. Mañana vuelve al Coliseo Podestá.
El unipersonal escrito y dirigido por Emiliano Dionisi comenzó su recorrido a fines de 2022 en una pequeña sala porteña hasta que el boca en boca la llevó a transitar por los escenarios más importantes del país y de más allá, también, haciendo funciones en Estados Unidos, Suecia, España y Chile. Una historia que su autor escribió de un tirón, “en un brote”, para que la interpretara Peloni, actor, director, humorista y, también, un referente de la escena musical con el que ya había trabajado.
En escena, Beto es parte del elenco de una compañía teatral especializada en clásicos, un actor de estirpe, de esos que se saben los diálogos de todos, que lleva el teatro en la sangre, pero al que le toca ver cómo el rol protagónico se lo lleva siempre otro: el odioso Quique. Beto también sufre como loco por los errores que sus compañeros cometen en escena y, ni hablar, de las faltas de respeto que, en nombre de la modernidad, le hacen a los textos clásicos.
Atravesada por el teatro, por el oficio del actor, por la vocación y por clásicos como “Hamlet” o “La Tempestad”, Dionisi y Peloni pensaban que la propuesta iba a ser “de nicho” pero se sorprendieron cuando, semana a semana, la platea se llenaba de primeros espectadores que pudieron conectar con las emociones de Beto, una criatura que termina siendo arrastrada por una ola de pasión, frustración y locura.
“La obra tiene la particularidad de que este actor, mientras actúa, explica lo que actúa, entonces siempre está el público en contexto de qué es lo que está viendo, y el que conoce los clásicos se lleva todavía una capa más porque le puede agregar lo que él ya conoce”, cuenta.
En un escenario despojado, Peloni representa la esencia de Beto, claro, pero también la de sus compañeros (Quique, El Tano, Inés, Maite y un largo etc.), la de los técnicos, la del director, la de la gente y la de los asistentes pero también la de los personajes que esa compañía está interpretando. “Nunca los terminé de contar, no sé cuántos son pero son muchos”, se ríe el intérprete sobre una performance casi esquizofrénica que resuelve a la vista del público con los recursos propios de un cuerpo súper entrenado para multiplicarse sobre las tablas.
“Entre el vértigo, el ritmo, la cantidad de cosas que van sucediendo, es como si estuviera en medio de una gran meditación”, dice el actor, que transita por “un caminito que va acumulando sentidos para el espectador, capas, metáforas, simbolismo y, mientras tanto, aprovecha para hablar no solo del teatro sino también de la vida”.
La frustración, sin dudas, es uno de los temas clave del material, “esa sensación que nace cuando no se puede conseguir lo que uno desea y ve que el otro lo consigue, muchas veces, de manera espuria”.
Dicen que para interpretar con honestidad a un personaje primero hay que comprenderlo y Peloni confiesa sentir “todo el tiempo, todos los días” las emociones que desangran a Beto.
“La frustración es un mecanismo que está en el teatro pero también en la calle, sobre todo cuando empezás a advertir que el mundo empieza a tomar sus propias reglas y no las que se habían acordado”, reflexiona el actor que, al igual que Beto, se siente también frustrado con su profesión.
“Es una profesión para obsesionados esto, estar siempre dándole vuelta a lo mismo. Hay muchas cosas de la obra que me hablan, que hablan de mi mundo, de ese mundo del teatro, de esos autores que lo acompañan a uno desde que empezó a estudiar y hasta la última obra que uno haga, porque están ahí presentes”, asegura en relación a los clásicos.
Y además de esta especie de homenaje al teatro, Peloni está haciendo otro tributo al legado de una figura fundamental del arte rioplatense: Benito Quinquela Martín. Los viernes a las 14, y sábados y domingos a las 15, en el porteño Teatro de la Ribera, protagoniza “Benito de La Boca”, un elogiado musical escrito y dirigido por Lizzie Waisse y con un gran elenco.
