El periodismo, el bueno, el de verdad, siempre vale la pena. Esta semana hemos tenido una buena muestra con el caso de Bruno que ha contado Lorena Ferro en las páginas de La Vanguardia. Bruno tiene 13 años y padece Pelizaeus-Merzbacher, una enfermedad neurodegenerativa similar al ELA que hace que se tenga que desplazar en silla de ruedas. Tras terminar la Primaria, sus padres le matricularon en un instituto que caía un poco lejos de su casa, pero que contaba con un “potente programa de inclusión”. Pero las cosas no fueron bien, sobre todo en el aspecto social. “Bruno no ha tenido prácticamente interacción con sus nuevos compañeros”, aseguraba su madre. El mejor amigo de Bruno en el nuevo instituto terminó siendo el conserje. Así que, los padres solicitaron el cambio a un instituto más cercano a casa, en el que, además, va la mayoría de sus compañeros y amigos de primaria. Pero no hubo suerte, no había plaza hasta que, al día siguiente de la publicación de la historia de Bruno, la familia recibió una llamada en la que se les informaba de que Bruno podrá finalmente estudiar en el instituto solicitado. Solo falta formalizar la matrícula.
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