No hay trámites para el Barcelona, solo partidos en los que dejar su huella, marcar goles y, a poder ser, ganar. Es el sello de Flick. No sabe jugar relajado, no entiende de treguas, no le gusta firmar tablas y tampoco se fue de vacaciones antes de hora. Sino que los blaugrana se presentaron en San Mamés como el campeón que son y ejercieron con autoridad su soberanía en la Liga, en la que celebró 102 goles.
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