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El capital llamado Mujica: Tupamaros, de secta iluminada a movilización de multitudes

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Este informe se publicó originalmente el 9 de febrero de 2007
Un viejo sabio de vuelta de todo, un filósofo de las mayorías, un chanta simpático, un hombre de lógica implacable, un dadaísta sin pelos en la lengua, un político honrado coherente con la austeridad que proclama, un estratega de extraordinario olfato, un demagogo que dice aquello que todos quieren oír. Todo eso y más parece ser José Mujica, el hombre que muchos quieren como próximo presidente de Uruguay.

En los tiempos de guerrilla llegaron a ser entre 6.000 y 10.000 miembros, según distintas fuentes del MLN-T consultadas. En la humanidad de José Mujica y en su sinuoso sentido común se esconde gran parte del secreto tupamaro, un largo periplo desde la secta armada de los años 60` hasta su actual consagración popular.

Mucho tiempo pasó desde los «comandos del hambre» a principios de aquella década. Luego llegó la derrota militar, la cárcel y la tortura. Nada hacía imaginar la popularidad que hoy ostentan. En 1984, cuando eran los «queridos peladitos» de Juan Raúl Ferreira salieron de prisión apoyando tímidamente al Frente. Recién en 1989, año de la muerte de Raúl Sendic, son admitidos , aunque sin unanimidad, dentro del Frente Amplio.

9 de febrero de 2007

Este informe de Florencia Traibel, seleccionado para el especial aniversario de Qué Pasa 25 años, se publicó cuando José Mujica era ministro de Ganadería en el primer gobierno de Tabaré Vázquez pero su figura ya despertaba amores y odios. Su nombre entonces era manejado como posible candidato a la Presidencia para 2009 pero la idea que primaba era la de Danilo Astori como favorito. El tiempo cambiaría las cosas.

José Mujica en informe publicado por Qué Pasa en el año 2007. Foto: Archivo El País
José Mujica.

Foto: Archivo El País

En su primera elección obtuvieron menos de 45.500 votos. Así superaron la primera prueba de adhesión a los principios democráticos que estaban bajo sospecha. Mientras los liderazgos en el Frente Amplio fueron rotando de manos (primero Batalla, luego Astori), los tupamaros fueron tejiendo alianzas y ganando espacios electorales. En 1999 alcanzaron los 140.000 votantes.
El Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros y sus socios jamás imaginaron que hoy contarían con uno de cada tres votantes frenteamplistas cautivos. Son la incuestionable mayoría de la fuerza política más importante de Uruguay. Acaban de ratificarlo luego de dos años de gobierno en las recientes internas frenteamplistas, en parte como reflejo del «efecto Mujica».

Con 328.000 votos en 2004, multiplicó por ocho su capital electoral tan sólo diez años después, para acompañar la victoria del primer presidente de izquierda, Tabaré Vázquez. «Se han hecho estudios e incluso hay una cierta apreciación popular de que ese electorado ya no es del `emepepismo` puro. Es el `mujiquismo`», asegura Oscar Botinelli, politólogo de la consultora Factum.

La presentación como Espacio 609 y no como MPP, aun con la misma integración de partidos y personas, marcó algo más que una apuesta al marketing.

Ortodoxos del folclore frenteamplista, de mate y termo, rinden culto a la leyenda, levemente orgullosos de un pasado de aventuras. La cultura «emepepé» se presenta en sociedad como un culto a la austeridad. En defensa activa de sus principios, sus legisladores y funcionarios tienen topeados los salarios en 21.000 pesos. El resto debe ir hacia la organización política, ya sea para financiar los préstamos del Fondo Raúl Sendic o para gastos internos de funcionamiento.

En medio del silencio que siguió a la derrota, los tupamaros no sólo descifraron como nadie los códigos de la democracia liberal, sino que además aprendieron a usarla a su favor. Sin dudas, Mujica fue el mejor alumno. Gracias a él, los tupamaros salieron de lo que ellos llaman el «carozo» del movimiento y abrieron puertas inimaginadas 40 años atrás, cuando eran un conglomerado juvenil que practicaba la guerrilla urbana.

Hoy el perfil del votante tupamaro es otro: está casi dividido por mitades en capital e interior (54% en capital, 46% interior) y por sexos (51% masculino, 49% femenino), según una investigación de Equipos Mori realizada luego de las elecciones de octubre de 2004.

Pelea entre históricos

Uno de cada tres votantes es joven, tiene entre 18 y 29 años. Uno de cada cuatro tiene entre 30 y 39 años, la misma proporción que entre votantes de 40 a 49 años. Sólo uno de cada diez tiene más de 50 años, personas que vivieron en forma muy activa los años de lucha guerrillera del MLN. La mitad (52%) de los votantes del Espacio 609 se dicen de centro izquierda, 24% se considera de izquierda y 15% de centro. El 2% de los «emepepistas» cree ser de centro derecha, 1% de derecha y 6% no sabía cómo auto identificarse ideológicamente.

La gran cantidad de votos de Mujica y los suyos proviene del propio Frente Amplio. El 75% ya había votado la coalición en 1999, 13% eran menores en aquella elección. Sólo 1% eran del Nuevo Espacio, 4% habían adherido al Partido Nacional y 4% al Colorado.

El universo se agrandó para el MPP y sus problemas también. A sus dirigentes no les gusta hablar de fracciones, de fracturas. Argumentan que son simplificaciones que no explican la interna de un movimiento complejo y heterogéneo. Pero lo cierto es que entre sus líderes hay pujas que no por casualidad se asemejan a las que en otras esferas mantiene el gobierno con sus bases populares y sus partidos integrantes.

Así como en el gobierno Tabaré Vázquez es un líder indiscutido por encima del aparato partidario, el MPP tiene un tótem que no se toca. Ese es José Mujica Cordano, un chacrero nacido en 1934, dueño de un carisma fenomenal y as en la manga cuando las papas queman.

Pero más allá de la proyección frenteamplista y nacional de Mujica, a su sector político lo gobierna Julio Marenales, otro dirigente histórico de la «línea dura» del MLN-T, después de las últimas elecciones internas del 17 de setiembre de 2006.

Colchón ultraizquierdista

Marenales no compitió con Mujica, a quien ya nadie cuestiona como capital de toda la izquierda. En realidad compitió con Eleuterio «El Ñato» Fernández Huidobro, otro de los históricos del movimiento. Ambos dirigentes están duramente enfrentados en este momento. Huidobro formó lo que él llamó una corriente interna dentro del Espacio 609, «Corriente Acción y Pensamiento», junto a históricos como Nora Castro y Luis Rosadilla, así como también dirigentes externos como Leonardo Nicolini, cesado en funciones como senador acusado de falsificar una declaración jurada para obtener un carné de asistencia en Salud Pública.

El triunfo de Marenales fue un mensaje hacia el interior de la organización: la necesidad de mantener los principios del MLN-T lo más intactos posibles de la acción del gobierno. El grupo de Fernández Huidobro quedó octavo. La nueva dirección del MPP resultó conformada por 12 institucionales y 30 dirigentes de base. Además de Marenales por las bases también asumieron José «Caipira» Pereira, Neri Mutti, Elio «Pájaro» Díaz, Jorge «Chacra» González, Jorge «Negro» Moroni, Daniel Johnston, Gabriel «Onito» Ayala, Néstor «Neco» Delgado, Julio «Cachete» Martínez, Julio Baráibar, Julio Battistoni, Carlos Gustavo «Carapa» Rodríguez, Cecilia Cairo, Yamandú Orsi y Julio Balmelli, entre otros. Son 30 dirigentes, 28 de los cuales responden a Marenales.

José Mujica en informe publicado por Qué Pasa en el año 2007. Foto: Archivo El País
José Mujica y Lucía Topolansky, año 2007

Foto: Archivo El País

Los institucionales que integran la dirección son José Mujica, Ernesto Agazzi, Lucía Topolansky, Héctor Tajam, Eduardo Bonomi, Ivonne Passada, Esteban Pérez, Eleuterio Fernández Huidobro, Juan Domínguez, Jorge Saravia, Aníbal Pereira y Nora Castro.
Para Gerardo Caetano, historiador y coordinador del Observatorio Político del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, el militante del MPP no sintió que votando a Marenales estaba votando en contra de Mujica. Sin embargo, sí podrían estar castigando a Fernández Huidobro. «Estaba en juego una opción más de cultura de gobierno que estaría representado por Fernández Huidobro y otro grupo representado por Marenales con posiciones más ultraizquierdistas».

Según Adolfo Garcé, la victoria de Marenales se explica en la intención de los viejos proletarios de retomar el control del movimiento y presionar a la interna del gobierno para evitar que prevalezcan las tendencias moderadas. «Quieren poder presionar sobre Mujica y sobre Fernández Huidobro, que son los principales referentes públicos, para que no se corran hacia el centro».

La responsabilidad ahora que el MPP es oficialista se siente. Mujica y Fernández Huidobro tuvieron que moderar sus discursos, mediar entre los grupos más radicales y tragarse algún sapo. La defensa de un eventual Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y el envío de tropas a Haití fueron dos temas que generaron suspicacias a la interna del MPP.

Los «mujiquistas» explican que buena parte de los 328.000 votos son para «El Pepe» y no para la organización. Además, en las elecciones internas del 17 de setiembre votaron sólo 3.000 personas, un 1% del total de los votantes del Espacio 609, Movimiento de Participación Popular, la fuerza que hoy integran los tupamaros, una subcoalición que integran sectores como «Claveles Rojos» (del ex batllista Víctor Vaillant), «Columna Blanca» de Jorge Saravia y dirigentes independientes como Alberto Couriel o Leonardo Nicolini.

El resultado de la elección muestra que hay unos nueve legisladores que responden a Fernández Huidobro y 14 alineados con Marenales. El experto en opinión pública Oscar Botinelli explicó así sus diferencias de perfil: «Los más activos, los más conocidos son, sin dudas, los de Huidobro. Los de Marenales dicen `esos son los que salen en televisión y nosotros somos los que estamos con las bases`. Los seguidores de Huidobro contestan: `nosotros hacemos funcionar el Parlamento`».

El MLN está acostumbrado al internismo. El politólogo Garcé investigó en el libro Donde hubo fuego a las dos corrientes históricas: los frentegrandistas y los proletarios. El libro centra su mirada en la quinta convención el MLN de 1990. Hasta entonces, los tupamaros coincidían en que los caminos de la liberación nacional y del socialismo se construían con la lucha armada.

El matiz entre corrientes pasaba más por la evaluación de la actualidad. Los frentegrandistas tomaban la idea original de Sendic de crear un frente político y social progresista más amplio. Detrás de estos planteos estaba el Frente Juvenil y dirigentes como Edmundo Canalda y Diego «Camello» Piccardo.

En cambio, los proletarios pronosticaban una nueva caída de la democracia uruguaya. Estaban convencidos de que a medida que se profundizaban las reformas estructurales y el país giraba hacia el neoliberalismo, los enfrentamientos sociales iban a ser inevitables. La evaluación era muy similar a la que el movimiento hacía en los años 60`, previo a su derrota militar y a la dictadura. Para esa corriente encabezada por Jorge Zabalza, el teórico tupamaro Andrés Cultelli y el propio Julio Marenales, el derrumbamiento tenía visos parecidos a la época en que gobernaba el país Jorge Pacheco.

Las fuertes contradicciones y matices hicieron que después de ese congreso buena parte de la plana mayor de la dirigencia juvenil del MLN y algunos de los principales frentegrandistas se fueran de la organización. Hasta el momento ninguna de las predicciones de los proletarios está cerca de confirmarse. Y peor aún: el Movimiento de Liberación Nacional está en un gobierno cuyo equipo económico paga adelantados los intereses de la deuda externa. A pesar de lo que proclama en sus documentos, el MLN es un sector más del Frente Amplio que apoya la gestión del gobierno. «Ha acompañado el proceso que realizó el resto de la izquierda de moderación política y de orientación hacia la conquista del gobierno. El MLN apoya un proceso electoral de cambios de centro izquierda y no procura hacer la revolución ni implantar el socialismo», explica Garcé.

Yin y yang presidenciable

Aquel proceso de «purificación» visto por los proletarios también fracasó. La corriente fue perdiendo algunos de sus líderes. Andrés Cultelli falleció en 2003 dejando un libro póstumo con la autocrítica del Movimiento de Liberación Nacional y Jorge Zabalza se retiró e integra la Corriente de Izquierda, sector ultra que ocupa el lugar que alguna vez tuvieron los tupamaros.

Esas tensiones siguen presentes hasta hoy. Para Caetano son naturales porque ahora están en el poder. Es una representación en pequeño de lo que pasa entre los militantes y la organización del Frente Amplio. «La propia estructura del Frente Amplio está enlenteciendo el accionar del gobierno. Porque el diseño organizacional del FA no tiene nada que ver con el diseño organizacional que tiene una fuerza de gobierno. Es un partido de ciudadanos, no de militantes. Le otorga tanto poder a las bases, un grupo pequeño de militantes que de alguna forma retacea el peso electoral que obtienen los distintos sectores», dice Caetano.

José Mujica en informe publicado por Qué Pasa en el año 2007. Foto: Archivo El País
José Mujica en el MLN.

Foto: Archivo El País

La polarización entre el MPP y Asamblea Uruguay en el Frente Amplio podría profundizarse con la primacía del sector más ortodoxo en la dirección. Marenales reconoció que lo que menos simpatía le causa del gobierno de Tabaré Vázquez es la política económica. Garcé recuerda que Jorge Zabalza comparó el papel del MPP en el Frente Amplio al de una estaca. «Los proletarios son la estaca del MLN y a su vez el MLN tiene que ser la estaca del MPP y el MPP la estaca del Frente Amplio. Para que siga siendo un actor de cambios profundos, tiene que haber un MPP que presione».

Desde calcomanías que decoran materas, remeras, pósters, hasta un corte de carne lleva su nombre. Sus frases quedan inmortalizadas en muros de la ciudad. José Mujica se convirtió en un icono del Uruguay del siglo XXI y en pieza clave de gobierno.

Junto a Astori y Vázquez forman el triunvirato que hace rodar al gobierno. El supuesto antagonismo de los ministros Mujica (el voluntarismo) y Astori (la realidad) y la equidistancia del presidente han logrado un interesante equilibrio entre yin y yang que necesitaba el gobierno en sus primeros años. Mujica no sólo contempla en sus discursos el imaginario del votante frenteamplista. «Es el neutralizador de la ultraizquierda. Sin Mujica, el gobierno sería hoy un caos. Es también un muy buen mediador entre los polos de poder más influyentes del Frente», dice el politólogo Luis Costa Bonino, asesor del MPP en las internas del Frente Amplio en 2002. Aunque por entonces Mujica negó su participación en la campaña, el experto asegura que gracias a su trabajo el MPP logró convertirse en sector mayoritario.

Su trabajo es muy bueno. De hecho, en todas las encuestas Mujica puntúa entre los preferidos. Según un trabajo de Interconsult del año 2005, Danilo Astori se llevó el primer puesto con un 77% de aprobación, frente a un 11% de rechazo. En tanto, José Mujica obtuvo un 70% de aprobación, pero con un 22% de rechazo. Astori tiene más adeptos fuera de las filas frenteamplistas y Mujica mayor aprobación intrapartidaria.

Las encuestas muestran que Astori y Mujica tendrán un cabeza a cabeza si no es que el Frente Amplio decide salir a jugar el partido de la reelección de Vázquez. El sondeo del Grupo Radar de octubre de 2006, muestra que 31% de los frenteamplistas considera que Astori es el mejor candidato a sucesor de Tabaré Vázquez, mientras que el 30% lo prefiere a Mujica. La misma encuesta realizada un año antes, le daba el 23% de apoyo a Astori y tan sólo un 8% a Mujica. El aumento de su popularidad es coincidente con los primeros planteos de sucesión en la administración Vázquez.

¿Cuánto hay en la imagen y el discurso de Mujica de espontáneo y cuánto estratégicamente creado?

Ignacio Zuasnábar, coordinador de la Maestría en Marketing Político de la Universidad Católica y director de Equipos, lo explica en dos palabras: puntería y autenticidad. «Yo creo que tiene la gran capacidad de sintetizar en pocas palabras ideas complejas. Utilizando un lenguaje breve es capaz de transmitir razonamientos complicados. Se posiciona lejos de la imagen tradicional de político, pero no es el único. De alguna manera Jorge Batlle tuvo su momento. El propio Vázquez dice: `miren que yo no soy político, yo soy médico, por accidente de la vida estoy haciendo política`».

Para Costa Bonino la explicación del éxito de Mujica también se basa en el fracaso de una larga tradición de políticos doctores con un lenguaje difícil y lejano al pueblo. Según Bonino, «Mujica es la figura antagónica de estos doctores». El discurso de Mujica se asemeja al de Benito Chicotazo Nardone. «Sedujo con los mismas técnicas: hacerse el gaucho, fomentar rencores sociales, utilizar un lenguaje colorido y rústico. No por casualidad, Mujica fue ruralista y seguidor de Nardone».

Demagogia y futuro incierto

Pero «El Pepe» es visto desde la oposición como un eficaz demagogo. Dice Costa Bonino: «La demagogia se basa en alabar los defectos y vicios del pueblo como si fueran virtudes. Todos quieren tener una buena imagen de sí mismos. Especialmente los más segregados. El problema es que, al subvertir los principios esenciales, genera una destrucción del entramado social de muy largo plazo. Los principios tradicionales dicen que es mejor ser educado que ignorante, mejor ser limpio que sucio. Estos principios elementales de ética y estética se alteran cuando tiene éxito un discurso que sacraliza la `universidad de la calle`», resume.

El ex asesor de Mujica asegura que el fenómeno tiene un límite. «Todos estos modelos de liderazgo personal saturan, empalagan, aburren, y en épocas posteriores son sustituidas por nuevos antimodelos que se oponen a estos liderazgos que fueron exitosos».

Pero si algo reafirmó las elecciones internas del MPP fue el liderazgo de Mujica. El líder «emepepista» obtuvo 2.454 sufragios. Fue el más votado. «Es difícil que una posición firme de Mujica sea desautorizada. Va a seguir cumpliendo una función de síntesis», asegura Caetano.

No se vislumbra a simple vista una nueva primera figura como Mujica. Los últimos esfuerzos en tal sentido salieron mal. El peso del MPP en los últimos años incidió para que en 2004 el candidato único a intendente de Montevideo fuera alguien cercano al movimiento.

El actual diputado Luis Rosadilla cayó en desgracia antes de postularse formalmente. En un programa de televisión adelantó que habría fuertes aumentos impositivos para los vecinos de los barrios residenciales. Pero hoy Rosadilla ya no mira la realidad desde la ventana de su casa en el lejano oeste montevideano. Aprendió a ser gobierno y hoy es el dirigente de contacto con el empresariado. Aquel traspié televisivo propició la proclamación y la llegada a la comuna -con triunfo previamente asegurado- del ex decano de la Facultad de Ciencias, Ricardo Ehrlich, un ex militante que hace muchos años estaba en la periferia de la organización. Más allá de logros y fracasos, Ehrlich parece rehuir el alto perfil de exposición que exige un candidato presidencial.

José Mujica en informe publicado por Qué Pasa en el año 2007. Foto: Archivo El País
Sede del MPP en 2007.

Foto: Archivo El País,

En un país en el que muchos jóvenes creen que los tupamaros nacieron para combatir la dictadura, el MLN capitaliza votos pero no militantes. En el Frente Juvenil apenas consiguen reunir 50 adherentes más o menos habituales. «Aquí no creemos en la división viejos y jóvenes», dice Alvaro, 23 años, estudiante de biotecnología que no quiere decir su apellido. «Uno llega acá por la historia del MLN. Luego hay que coincidir con los objetivos políticos de hoy. Comparto lo que hicieron en otros tiempos por las circunstancias. Uno llega a envidiar a Sendic. De atreverse a hacer lo que hizo. Eso te bombea en la cabeza», agrega.
Estos jóvenes no tienen visibilidad en la organización. Apenas el diputado Pablo Álvarez, de 29 años, un ex estudiante y albañil, accedió a un cargo, aunque su momento de fama lo haya conseguido al ser víctima de discriminación en un boliche en Ciudad Vieja.

Al salir de la cárcel en 1985, Mujica ya pedía sangre nueva que nunca llegó o tuvo espacio en el MLN : «El puñado de viejos que va quedando tiene claro que apenas es un palito, que debe funcionar para que la colmena se aglomere ; lo esencial no es el palito sino la colmena».
Para Garcé esa colmena corre riesgo. «En el MLN va a pasar lo que suele pasar con las grandes fracciones de los partidos tradicionales. Muerto el caudillo, se debilitan. Ya pasó cuando murió Sendic. El día que no estén más Mujica y Huidobro, pero sobre todo Mujica, chau colmena».

Redacción

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