En ningún otro lugar se viven los castells como en Valls (Alt Camp). Son filosofía y religión. Imposible contarlo, hay que vivir al menos una vez el duelo entre las dos colles de los Xiquets, enemigos eternos, en la plaza del Blat, km 0 casteller. A poder ser en Santa Úrsula, escenario de una y mil polémicas, de decenas de gestas.
En este contexto, sumergidos en una idiosincrasia sin igual, Valls y el món casteller en pleno alucinaron el domingo con una historia única, entre la épica y el surrealismo. Casi un cuento.
Su colla ideó un plan para que ‘Galu’ llegase a tiempo de Sant Cugat, donde opositó una hora y media antes
Son las tres y diez de la tarde. La Colla Joves intenta sin éxito el 2de9 sin manilles, construcción que solo habían cargado antes los Castellers de Vilafranca.
A 90 kilómetros, en Sant Cugat (Vallès Occidental), uno de sus castellers bandera, pieza clave del 2de9, Jaume Galofré, Galu , está pasando las pruebas físicas de las oposiciones a Bombers. Una mala coincidencia, conocida solo diez días antes, había dejado en teoría a Galu sin Santa Úrsula. “Estuve toda una semana fatal”, recuerda.
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En un descanso, el domingo, Galofré ve a través de su móvil cómo su colla se queda cerca de coronar el 2de9. Después, Galu hace con excelente nota la course-navette , prueba de resistencia, y vuelve a mirar al móvil. “Te esperamos en la plaza, ven”, le escribe Francesc Inglés, el veterano cap de colla Quico de Cabra . Quien lo cuenta a La Vanguardia es el propio Galofré. “Lo habíamos previsto, pero solo lo sabíamos Quico , su hermano y el presidente de la Joves”, dice. “Toda la colla pensaba que no llegaría”, añade.
Galu coge su coche y empieza a conducir hacia Valls por la AP-7. El tiempo estimado del viaje por carretera es de una hora y pocos minutos. Se encuentra un carril adicional en sentido contrario porque es operación retorno. Nervios en un tipo que es de hielo.
Son cerca de las 15.30 horas. En la plaza del Blat, Quico de Cabra intenta ganar tiempo. La colla monta y desmonta el pie de un 2de9 que es de postín. Pasan los minutos y en la plaza del Blat empieza a circular el rumor, certero, de que la Joves está tirando de picaresca porque esperará a su casteller-bomber para intentar de nuevo un castell nunca antes coronado en Valls.
Finalmente, la Joves pasa ronda y se reserva una última bala en la cuarta ronda de Santa Úrsula. La Colla Vella, indignada por la espera, descarga el pilar de 8 y media plaza del Blat estalla. Rabia y orgullo porque los rosats ponen el broche: 4de9sf, 4de10 y 2de8.
Tiempo suficiente para que Galu llegue a Valls. Uno de los miembros de la colla le espera cerca de la comisaría de la policía, coge su coche para que no tenga que aparcar y él entra corriendo por una puerta trasera del Ayuntamiento. “Ni Puigdemont”, bromean.
Una vez en el interior, en el lugar reservado para que se preparen los Xiquets antes de salir a plaza, Galu cambia a toda prisa su vestimenta deportiva por los pantalones blancos y la camisa roja de la Joves. El escudo en el pecho.
Galofré tiene 32 años, es hijo de casteller y su vida es la Joves, de la que ya ha sido cap de colla. Ingeniero, es uno de esos tipos que cae bien a todo el mundo. O casi. Su energía positiva se contagia. Son las cuatro pasadas de la tarde y por fin él entra a la plaza, ya vestido de casteller. Sonríe. “No iba con el chip casteller, estaba aislado, como flotando”, recordaba ayer.
En la plaza, la Vella aplaude con ironía y le señala al verle subir por encima de la pinya.
Lo que pasó después ya es historia. “Esto no podría pasar en ninguna otra plaza, en Valls las cosas son distintas”, remata. “Estábamos frente a una oportunidad única, valía la pena el ceremonial”.





