El cometa interestelar 3I/ATLAS, el tercer objeto confirmado que llega a nuestro sistema solar desde otra estrella, acaba de sorprender a la comunidad científica con un comportamiento que no encaja en los modelos tradicionales.
Durante su paso por el perihelio —el punto más cercano al Sol— registró un cambio de trayectoria y aceleración que no puede explicarse únicamente por la gravedad, lo que generó nuevas hipótesis y reavivó el debate sobre la naturaleza de estos visitantes cósmicos.
Según el astrofísico de Harvard Avi Loeb, que analizó los datos disponibles, el cometa mostró una “aceleración no gravitacional”, es decir, una fuerza extra que lo empuja más allá de lo que predecirían las leyes físicas conocidas.
Lo llamativo es que esa aceleración no sólo fue radial, alejándose del Sol, sino también transversal, como si algo estuviera desviándolo lateralmente.
Loeb plantea que la explicación convencional sería una expulsión intensa de gases producto de la sublimación del hielo, un fenómeno común en cometas, pero advierte que la magnitud del empuje supera lo que se esperaría para un objeto natural: durante el cruce al perihelio, el cometa habría perdido hasta una décima parte de su masa sólo por ese proceso.
Distinto a sus predecesores
El dato encendió aún más la discusión porque 3I/ATLAS sigue la línea de otros visitantes interestelares que también mostraron irregularidades, como ʻOumuamua en 2017.
El comete 3I/ATLAS no representa peligro para la tierra. Foto: Wikipedia (CC BY-SA 4.0)En este caso, el cometa incluso presentó un cambio de color hacia el azul —inusual para un cuerpo que se calienta al acercarse al Sol—, lo que sugiere una composición diferente a la de los cometas típicos del sistema solar.
A diferencia de Borisov, el segundo objeto interestelar detectado, 3I/ATLAS no ofreció un comportamiento “tranquilo”: parece estar desintegrándose más rápido de lo esperado, expulsando material a gran escala y modificando su curso.
La hipótesis de los vida extraterrestre: ¿Real o delirio?
El New York Post, que retomó el estudio de Loeb, destacó que algunos científicos ya se preguntan si se trata realmente de un cometa o de algo más.
Loeb insiste en que la hipótesis más razonable sigue siendo la natural, pero no descarta que haya que “mantener la mente abierta” ante la posibilidad de que estemos ante tecnología interestelar, como ya planteó en el pasado con ʻOumuamua.
El inusual tono del cometa 3I ATLAS.La mayoría de los astrónomos rechaza esa idea, pero reconoce que la información disponible todavía es limitada: el cometa estuvo oculto tras el brillo solar durante el momento clave de su aproximación.
El perihelio se produjo el 29 de octubre y, mientras 3I/ATLAS comienza a alejarse del Sol, la ventana para obtener datos se achica: a fin de año estará ya demasiado lejos para ser estudiado con detalle.
No representa ningún riesgo para la Tierra —su distancia mínima será de unos 270 millones de kilómetros—, pero sí deja un interrogante abierto: ¿por qué los tres objetos interestelares detectados hasta ahora se comportan de manera tan distinta a lo previsto?
Si es una nave extraterrestre, el 3I/ATLAS llegaría a la Tierra a medidados de diciembre. Foto: Captura de pantalla.La ciencia ahora mira al cielo con la misma intriga que hace siglos, y un cometa que viene de otra estrella acaba de recordarlo.





