Con la tradicional misa “Pro eligendo Pontifice”, celebrada en la basílica de San Pedro y presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, comenzó el cónclave, el proceso de elección del sucesor del Papa Francisco. En total, son 133 los cardenales con derecho a voto, todos menores de 80 años, quienes participarán del antiguo y reservado proceso de la Iglesia católica. Ya finalizados los ritos funerarios de Jorge Bergoglio, cardenales de todo el mundo iniciaron la elección del Sumo Pontífice N° 267 en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico.
Durante su homilía, Battista Re llamó a sus pares a actuar con discernimiento, oración y responsabilidad, conscientes del momento decisivo que atraviesa la Iglesia. Una vez finalizada la misa, se reunieron en la Capilla Paulina para iniciar la procesión hacia la Capilla Sixtina.
Luego de realizar su juramento secreto ante los Evangelios, gesto que refuerza el hermetismo de este proceso, los cardenales caminaron en silencio, invocando la guía del Espíritu Santo, antes de encerrarse para comenzar las votaciones que definirán al nuevo Pontífice.
Proceso de votación en el cónclave
El proceso de votación consta de tres fases: el pre escrutinio, el escrutinio y el post escrutinio. Para que la votación sea válida, el elegido necesita dos tercios de los votos, calculados sobre la totalidad de los electores presentes.
Primera etapa
En la primera etapa, se preparan las papeletas de voto, unas simples tarjetas que se doblan por la mitad una sola vez y llevan impresa la frase Eligo in Summun Pontificem (latín de “Elijo como Sumo Pontífice”). Se entregan, al menos, dos a cada cardenal elector.
Cuando comienza la votación, abandonan la capilla el secretario del Colegio Cardenalicio, el maestro de Celebraciones Litúrgicas Pontificias y los maestros de ceremonias; mientras que el cardenal diácono de menor antigüedad cierra la puerta. A continuación, extrae nueve nombres por sorteo; de ellos, los tres primeros serán los escrutadores; los tres segundos, los infirmarii; y los tres últimos, los revisores.
Segunda etapa
Durante el escrutinio, los cardenales electores proceden a llevar sus papeletas escritas con el nombre de la persona seleccionada hasta el altar, donde se encuentran los escrutadores. Cuando emiten el voto, cada cardenal presta un juramento en latín: Testor Christum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quem secundum Deum iudico eligi debere (“Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido”).
Una vez emitidos todos los votos, un escrutador agita el recipiente donde se depositaron las mismas, mientras que otro cuenta las papeletas. Si no se observan irregularidades, se procede a abrirlas y contar los votos; cada uno de los tres escrutadores toma nota del nombre indicado, y uno de ellos lee el nombre en voz alta. Si nadie resulta elegido en el primer escrutinio, se realizará inmediatamente el segundo. Se podrán realizar un máximo de cuatro escrutinios cada día, dos por la mañana y dos por la tarde.
Última etapa del cónclave
En el post escrutinio, última etapa del cónclave, los escrutadores suman los votos y queman las papeletas con ayuda del secretario del Colegio Cardenalicio y de los maestros de ceremonias. Si alguno de los cardenales obtuvo dos tercios de los votos, se procede a emitir el humo blanco, conocida como “fumata blanca”, símbolo que indica la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Con la elección concluida, el cardenal decano convoca al secretario del Colegio Cardenalicio y al maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. Así, pregunta al Papa electo si acepta la elección: Acceptasne eleccionem de te canonice factam in Summum Pontificem? (“¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?”). Además, el nuevo Papa elige el nombre con el que será conocido durante su pontificado.