La calle Muntaner regala una magnífica panorámica del Mediterráneo a la altura de la plaza Adrià. En línea recta, si el ojo alcanzara, se vería la costa norte de Menorca, a poco más de 200 kilómetros. Esta es una de las principales arterias que conectan montaña y mar, pero desde el domingo ha quedado cortada al tráfico entre Laforja y Marià Cubí, con lo que disfrutar de esa postal marítima, si uno se mueve en coche o moto, no tendrá un final feliz. Si a esta circunstancia se le suman las obras en Balmes, entre Mitre y la plaza Molina y previstas hasta marzo de 2026, al tráfico norte de Barcelona se le adivina un arranque de curso muy complicado.
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La afectación durante algo más de un año en Muntaner, generada por las obras de prolongación de Ferrocarrils desde Espanya hasta Gràcia, apenas genera problemas en este agosto de circulación residual. Muy distinta será la cosa con la vuelta al cole. Por encima de Via Augusta se advierte del corte con señales, con lo que la arteria que nace en Sarrià y muere en la Diagonal, ya muy tensionada por la pérdida de un carril para hacer hueco a las bicis, se convierte en afluente hacia Balmes, calle que con dos carriles para movilidad privada difícilmente podrá engullir la demanda. Debería ayudar el cambio de sentido de Amigó, que baja desde Via Augusta hasta Travessera, pero solo aporta un carril.
La trampa previsible
Motos, patinetes y ciclistas se saltan las obras de Muntaner a la altura de Laforja circulando por la acera y entre peatones
Este lunes, como primer efecto del corte de Muntaner, eran legión las bicis, motos y patinetes que, a pesar del desvío hacia Laforja, se subían a la acera para superar la cuadra y poder seguir hacia el mar. Pocos problemas generaban por la ausencia de peatones, pero con la ciudad a pleno rendimiento, el conflicto será constante si no se remedia. Un matrimonio que salía de su casa compartía pros y contras. “Nos ha tocado convivir con estas obras, pero queremos el metro, así que nos aguantaremos”.

Las obras de Muntaner, a un suspiro de las fachadas del lado Llobregat
Gorka Urresola
Menos optimistas se mostraban en una agencia de viajes sita en el lado Llobregat. Llevan ahí desde los años 60 y un par de trabajadoras pronosticaban una ligera caída del negocio: “Por suerte tenemos mucho cliente fijo”. Justo debajo suyo se prepara la apertura de una nueva tienda de ropa de mujer. Se llamará Divina y, con una valla de obra y una zanja a menos de tres metros, le espera un arranque cuanto menos difícil. Entre Laforja y Marià Cubí también hay una tienda de muebles, un restaurante, cuatro centros de salud y estética, una clínica dental, y un par de comercios textiles. Solo tres están abiertos esta semana. El resto ya saben que el regreso a la rutina será una carrera de obstáculos.
Quizás lo más lógico sea bajar por Muntaner para evitar las obras de Balmes hasta Molina, y luego seguir por Balmes a través de Via Augusta para saltar el corte de Muntaner. Pero está por ver qué capacidad de absorción tiene este circuito. No parece que haya alternativa buena, a no ser que uno use el metro o vaya a pie. ¿Alternativas? Más allá de Amigó, a la derecha está República Argentina y Riera de Cassoles, y a la izquierda, Calvet. El tráfico, como el agua, suele encontrar el camino.