Hay una escena que al espectador no le puede pasar por alto en el final de El juego del calamar. La última. Quien no quiera saber qué ocurre, que no continúe leyendo. De repente, con la excusa de que se ve la ciudad de Los Angeles, aparece una reclutadora del juego desafiando a un hombre que parece un sintecho. Es inquietante por lo que significa. Es intrigante por la forma en la que insinúa un remake americano. Pero sobre todo sorprende por la persona que interpreta a la reclutadora: ni más ni menos que Cate Blanchett.
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