Descubrí el cuaderno de tapas duras y negras de Toni Cruz, cuando siendo directivo de Televisión Española nos reuníamos con él y con Josep Maria Mainat preparando la primera edición de Operación Triunfo en 2001. Pensé que era la típica libreta Moleskine tan de moda entonces por su mezcla de lo retro y lo moderno. No era así. En realidad solo se parecían en la estética exterior. Las hojas blancas habían sido sustituidas por múltiples apartados para hacerlas eficientes y por Navidad nos regalaba una. Años después, cuando ya fui a trabajar con ellos a la productora Gestmusic, presenciaba en el despacho que compartían las tormentas de ideas. Quién no las conociese podía pensar que realmente se estaban peleando porque la discusión subía de tono. En realidad se contraargumentaban hasta llegar a la idea final.

Josep Maria Mainat, Toni Cruz y Miquel Angel Pascual, La Trinca
José María Alguersuari / Propias
Entonces Toni abría la Moleskine tuneada y comenzaba a construir aquella producción televisiva con un esquema muy ordenado que no dejaba ningún cabo suelto. Era como el general de un ejército que preparaba a los suyos para el combate que arbitran las audiencias , es decir los gustos del público, que conocían tan a fondo que incluso habían desarrollado un sistema propio de medición. Desde el primero al último, todo el mundo sabía que debía hacer porque cualquier problema tenia un procedimiento y una respuesta prevista. En los programas en directo, donde más se disfrutaba, operaban desde un control de dirección independiente de la realización desde el que iban impartiendo instrucciones. Las reuniones del día posterior al programa, con todo el equipo visionándolo y corrigiendo errores era la culminación de una exigencia a la que probablemente no era ajena la formación técnica de Toni en la Escuela de Tejidos de Canet de Mar.
Era como el general de un ejército que preparaba a los suyos para el combate que arbitran las audiencias
Ahora que Toni nos ha dejado, como bien apuntó su familia al comunicarlo, para iniciar una gira indefinida, debe ponerse en valor lo que ha representado para la industria audiovisual, especialmente en el entretenimiento y las aportaciones que ha hecho. Todo desde que un día se dieron cuenta que aquellos espectáculos con musica, humor, escenografía y teatralidad mediterránea que reventaron de popularidad en los tiempos de La Trinca , de hecho, ya era televisión. Solo hacía falta poner una cámara.
Y así comenzó una historia de éxito. El legado aportado es variado. Primero poner a las productoras en el centro del proceso de los contenidos, ganándose la confianza de la cadena y no solo una subordinación económica que dificultara los retos y el atrevimiento. Ser capaz de desarrollar decenas de detalles en la puesta en escena gracias a los que , al sintonizar uno de sus programas, automáticamente se sabia que eran de Gestmusic. Entender que cuándo la gente se sienta ante la tele no quiere dormirse sino espabilar y pasárselo bien. Hacer que los lamentos por los fracasos solo duren cinco minutos. Y divertirnos todos nosotros haciendo televisión.