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El desafío de AMLO en 2019 picó en España, que hoy ensaya un mea culpa por sus barbaries en América

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Lo hizo el canciller español y de inmediato las derechas salieron a denostarlo fuerte. Aquella carta del ex presidente mexicano al rey Felipe y la acción posterior de Claudia Sheinbaum. Otras disculpas.

El desafío de AMLO en 2019 picó en España, que hoy ensaya un mea culpa por sus barbaries en América

Por Andrés Gaudin

Diez años después de que el papa Francisco admitiera el depredador papel de la Iglesia Católica como par de la corona de España en los «crímenes cometidos en nombre de dios», Madrid ensayó ahora un remedo de mea culpa dirigido a los pueblos americanos. No fue un explícito pedido de perdón, como lo exigiera en 2019 el entonces presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, pero el canciller José Manuel Albares reconoció «el dolor y la injusticia causados a los pueblos originarios». Lo dijo en la inauguración de la expo «La mitad del mundo, la mujer en el México indígena». Nadie lo esperaba, y la ultraderecha saltó indignada, a uno y otro lado del Atlántico, hasta llegar a pedir la renuncia del ministro «por su ignorancia de la historia patria y su alianza con Hispanoamérica». 

Albares se dirigió expresamente a México, porque es con México que las relaciones con el antiguo colonizador mantienen hasta hoy el mayor grado de tirantez, pero su mensaje vale por igual para todo el mundo americano. La carta que AMLO dirigiera al rey Felipe cuando promediaba la primavera mexicana de 2019 le puso un límite al diálogo binacional. En el país de los aztecas y otro casi centenar de pueblos amerindios, dejaron la pelota en suelo europeo, esperan hasta hoy una respuesta oficial de la corona y del gobierno del PSOE. Desde entonces las relaciones quedaron prácticamente congeladas, y en octubre del año pasado, cuando Claudia Sheinbaum asumió la Presidencia, México puso otra vez las cosas en su sitio: no invitó a la fiesta ni a Felipe ni al presidente Pedro Sánchez.

De todas maneras, ante la ausencia de un pedido oficial de perdón, Sheinbaum recogió el mensaje para señalar que el canciller, no cualquier funcionario, tuvo la valía de «lamentar el dolor y la injusticia». Entonces señaló que el perdón enaltece, no es humillante, y recordó el prólogo que escribió para un libro de reciente aparición. «La conquista –dice– no fue un encuentro entre iguales, fue un proceso brutal de violencia, imposición y despojo. Intentaron (España y la Iglesia Católica) destruir no sólo territorios sino culturas enteras, saberes milenarios, lenguas, modos de vida». En la otra orilla, ideológica y geográfica, el presidente del ultraderechista Partido Popular, Alberto Núñez Feijó, respondió que no se avergüenza de la Historia. Coincidió Santiago Abascal, el nazi que preside Vox. No estuvieron solos en la reivindicación del genocidio. «Con orgullo volvería a repetir la historia de mi patria”, había dicho el líder del PP. La presidenta del gobierno de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, jefa del ala más extrema de los «populares», no alcanzó a pedir el garrote vil para el canciller, porque no existen verdugos en actividad, pero sí dijo: «Albares es el peor y más nefasto representante que tiene nuestro país. Es un nefasto que ignora la historia de España y su alianza con Hispanoamérica, por lo que debe presentar su inmediata dimisión si no se retracta de forma automática (…) España no se merece un gobierno que desprestigie al país y mantiene en su estructura a personajes como el ministro Albares, que son traidores a la patria». 

Si bien son muchos los antiguos imperios que siguen reivindicando su derecho a quedarse con las riquezas pictóricas y arqueológicas robadas a los países sometidos (ver aparte), en los últimos años hay muchos, también, que abandonan parcialmente el discurso soberbio del conquistador y revisan posiciones. Como abanderado en el tráfico de esclavos, Países Bajos pidió disculpas en reiteradas ocasiones por «ese crimen contra la humanidad». Bélgica admitió la «violencia y crueldad» ejercida en el Congo. Francia pidió perdón por el asesinato de los independentistas y de los argelinos reclutados a punta de bayoneta para integrar los más temibles cuerpos represores de su propio pueblo. Portugal formuló un genérico pedido de perdón dirigido a todos los pueblos colonizados. Alemania e Italia, entre otros, admitieron su nutrido historial represivo contra la Humanidad.

Latinoamérica lleva cinco siglos de sufrimientos y hoy sigue padeciendo la presencia rapaz del mundo financiero, las mineras, las empresas energéticas y los operadores turísticos e inmobiliarios. Nada de eso contempló el canciller a lo hora de empezar a persignarse, pero como decía Mario Benedetti, «un torturador no se redime suicidándose, pero algo es algo». Gente de reacción tardía, los herederos de los antiguos imperios, que recién se da por más o menos aludida a seis años de 2019, cuando Felipe VI recibió la ácida carta en la que AMLO denunciaba el genocidio y le recordaba: «La llamada conquista se hizo con la espada y con la cruz, con violaciones a todo lo que ahora se conoce como derechos humanos (…) y por eso exigimos un pedido de perdón”.

En los últimos meses, con una monarquía en decadencia que debería empezar a entonar la retirada, España se esfuerza por archivar su arrogancia. Madrid ensaya otro camino, lejos de aquella patética alcahuetería de Mauricio Macri, cuando el 9 de julio de 2016 le dijo al ex rey Juan Carlos que trataba de «pensar y sentir, querido rey, lo que sentirían ellos (los constituyentes), al tomar la decisión de separarse de España».

Con la entrega a México de unos valiosos galardones culturales –el Princesa de Asturias al Museo Nacional de Antropología y a la fotógrafa Graciela Iturbide y el Cervantes a Gonzalo Celorio–, España parece dar un ligero paso en el reconocimiento de los crímenes de la conquista y el valor revitalizante de Latinoamérica para una corona oxidada y sin brillo, si es que alguna vez lo tuvo.  «

El saqueo no sólo se trata del oro

El saqueo imperial europeo no se limita a los pueblos colonizados de América Latina y del depredado suelo africano. También incluye su propio mundo. Y no se trata sólo de oro y de tesoros arqueológicos. Se extendieron a los diseños de objetos y prendas y se mantienen hasta hoy. En el latrocinio participan por igual los modernos Estados occidentales, los antiguos imperios coloniales y la arrolladora voracidad privada (galerías de arte, casas de subastas, fabricantes de ropa, coleccionistas). Los primeros en reaccionar en defensa de su  patrimonio y la creatividad de sus artesanos fueron México, Colombia y Perú. El año pasado se sumó Rumania, a quien Louis Vuitton le robó el diseño de la tradicional Blouse Roumaine, propia de la región de Marginimea Sibiului, en la Transilvania rural.

En lo que va del siglo XXI la actividad de las galerías de Francia, Gran Bretaña y Países Bajos fue devastadora. Subastaron hasta lo que no tenían, con récords en 2023 y 2024 (17 remates). Los ladrones de diseño, básicamente de prendas de vestir, recibieron demandas en todo el mundo. Además de Louis Vuitton quedaron señalados la italiana Loro Piana, la española Zara, las francesas Sèzane y Paloma Picasso, la sueca H&M, la belga C&A, la británica Marques & Spencer, las estadounidenses Carolina Herrera y GAP y las argentinas Sol Acuña (Rapsodia), Juliana Awada de Macri (Cheeky), Claudia Larreta, Josefina Helguera y los dueños de Chocolate y Vitamina. Entre las que se ven día tras día en las canchas del mundo están Nike, Puma, Adidas, Le Coq Sportif, Topper, Montagne y Fila.

Hace nueve días, el primero de noviembre, se inauguró en El Cairo el Gran Museo Egipcio, la muestra arqueológica más grande del mundo destinada a una sola civilización. En un predio de 50 hectáreas situado a dos kilómetros de las pirámides de Guiza se exhiben más de 100.000 piezas, incluyendo 20.000 nunca antes expuestas, como la colección de 5398 objetos del faraón Tutankamón. Sin embargo, hay símbolos de la cultura egipcia, presentes desde los años escolares en la memoria de todos los niños del universo, que están ausentes. Gran Bretaña cerró todas las puertas y se niega a restituir la “Piedra Rosseta”, fragmento de una antigua esquela que reproduce un decreto egipcio del año 196 a. C. Alemania no dialoga, siquiera, sobre la devolución del busto de Nefertiti, la reina egipcia del 1370 a. C.

Redacción

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