En medio de una profunda conmoción por el hallazgo de los cuerpos de tres jóvenes en Florencio Varela, el testimonio de Leonel del Castillo, padre de Brenda, una de las víctimas, expone un dolor que va más allá de la pérdida. «No sabemos nada todavía», repite con impotencia, denunciando una falta de comunicación por parte de las autoridades a cargo del caso.
Leonel, un vendedor ambulante que ha tenido que dejar de trabajar por la tragedia, critica duramente al sistema judicial y policial. Sostiene que desde el principio «entorpecieron la causa» y que él mismo tuvo que asumir la búsqueda de su hija. «Tuve que encargarme yo de buscar a mi hija, mientras ellos se reían», afirmó en una entrevista radial.
Según contó, la última vez que tuvo contacto con Brenda fue a través de mensajes de texto. Intentó llamarla repetidamente el viernes previo a su desaparición, pero ella no contestó, lo que encendió todas sus alarmas. Días antes, el miércoles, también la había llamado insistentemente para que fuera a comer a su casa, sin obtener respuesta. Para él, no hay dudas: «Obvio que la llevaron engañada, mi hija no se iba a dejar», asegura, describiéndola como una joven «muy rebelde» y de «carácter muy temperamental».

En su relato, Leonel describe a Brenda como una mujer «muy leal» y buena, aunque con un carácter fuerte que no dudaba en demostrar. Criaba sola a su hijo, quien ahora está al cuidado de su abuela materna, la exesposa de Leonel. «Soy un vendedor ambulante», explica con humildad, detallando que vende perfumes, medias y ropa interior para subsistir. A pesar de las dificultades económicas, cuando le ofrecieron ayuda pública, la rechazó con dignidad: «No, tampoco quiero. Yo me sé ganar la plata», afirmó, aclarando que los gastos del sepelio ya fueron costeados.
El momento más cruel para este padre fue la identificación del cuerpo. Su relato es un golpe a la sensibilidad de cualquiera: «No pude ver ni la cara de mi hija, imaginate, ni un tatuaje, nada. Me la cerraron en un cajón y me dijeron esta es tu hija. Ahí está. Firmá acá y ya está».
Mientras circulan rumores sobre los posibles responsables del crimen, que apuntan a «narcos peruanos», Leonel admite no tener ninguna certeza y que todo lo que sabe lo ha escuchado en los medios. Pero su foco es uno solo: «Lo único que le importa es la justicia para su hija y las otras víctimas», pidiendo que se terminen las especulaciones y se esclarezca el caso de una vez por todas.
Qué hallaron en el cuerpo de cada víctima, según los resultados de la autopsia
Los cuerpos de presentaban lesiones compatibles con torturas y una violencia extrema, hallazgos que refuerzan la hipótesis de un ajuste de cuentas vinculado al narcotráfico.
En el caso de Morena Verri, de 20 años, los forenses determinaron que sufría una luxación cervical y varios golpes en el rostro. Brenda del Castillo, también de 20, murió a raíz de una fractura de cráneo, con aplastamiento facial y heridas punzocortantes en el cuello. Además, los médicos hallaron un corte transversal que le abrió el abdomen de punta a punta, realizado después de su muerte.
Por su parte, Lara Gutiérrez, de 15 años, fue sometida a torturas: le amputaron los cinco dedos de la mano izquierda antes de matarla, tenía quemaduras que aparentan ser de cigarrillos, un corte que le amputó parcialmente la oreja izquierda y otro en el cuello que le seccionó la arteria carótida.
Además, en los informes revelaron cuándo se dieron los brutales femicidios. Según los especialistas, las tres jóvenes fueron asesinadas el 20 de septiembre entre las tres y las seis de la mañana, unas horas después de haber sido vistas por última vez.