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martes, agosto 26, 2025

El destino de la Patagonia que sorprende cada mes del año: qué animales se pueden ver, un espectacular museo renovado y la tradicional torta galesa

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Escena 1: espero la luz verde del semáforo en calle Lugones para doblar por Almirante Brown mirando distraídamente el mar del atardecer, con un cielo que se va tiñendo de rosado, cuando de pronto la veo saltar, justo allí enfrente, a unos 600 o 700 metros. La ballena cae pesadamente levantando una enorme ola cuando el semáforo da verde; doblo, como si lo que acabo de ver fuera cosa de todos los días.

Y es que esa escena, aquí, en Puerto Madryn, es cosa de todos los días. Al menos desde abril o mayo hasta principios de diciembre, cuando miles de ejemplares de ballena franca austral llegan a estas aguas que rodean la Península Valdés y se refugian en la tranquilidad del golfo Nuevo, frente a la ciudad.

Es uno de los grandes espectáculos de la increíble naturaleza de esta parte del mundo, con grandes paisajes y una fauna impresionante que va de ballenas a pingüinos, delfines, orcas, lobos y elefantes marinos, guanacos, zorros, maras, choiques, zorrinos y hasta pumas.

“Este año contamos ya más de 1.700 ballenas”, dice Juan Pablo, capitán de este barco de la empresa Peke Sosa, mientras navegamos aguas adentro de Puerto Pirámides, desde donde parten los avistajes embarcados.

Nos acompaña la guía Marcela y la fotógrafa Sofía; en total, somos 40 pasajeros en este semirrígido que aminora la marcha cuando vemos dos chorros de vapor que se elevan desde el agua: son el resoplo de dos ballenas, y nos acercamos despacito, en silencio.

La ballena franca austral tiene callosidades que permiten identificarlas. Foto Ente de Turismo de Puerto MadrynLa ballena franca austral tiene callosidades que permiten identificarlas. Foto Ente de Turismo de Puerto Madryn

El show de los saltos

Escena 2: la ballena está a la izquierda del barco -a babor, digamos-, junto a un ballenato que la sigue, imitando sus movimientos. “Le enseña a nadar y moverse”, cuenta Marcela mientras madre e hijo se acercan más y más, se sumergen, pasan bajo nuestros pies y emergen del otro lado -a estribor-, tratando de evitar a las gaviotas que se lanzan a picotearlas.

De pronto, unos metros más atrás, una enorme ballena emerge con un salto, gira sobre su eje y cae espectacularmente.

“Atentos, sigan mirando porque suelen dar al menos tres saltos”, dice Marcela, y su predicción se cumple: al minuto, otro salto, y un rato más tarde, el tercero, que viene seguido de los de otras dos ballenas.

Espectacular salto de una ballena. Foto Jorge Barone / HydroSportEspectacular salto de una ballena. Foto Jorge Barone / HydroSport

“Como un efecto contagio, cuando una salta, otras suelen hacer lo mismo”, dice nuestra guía, mientras la embarcación flota aguas adentro frente a ese cerro en forma de pirámide que da nombre al puerto desde el que zarpamos.

En Península Valdés, un área natural protegida de 360 mil hectáreas declarada Patrimonio Mundial por la Unesco por su extraordinaria cantidad y variedad de fauna.

Peke Sosa es una de las seis empresas que hacen avistajes embarcados, que duran 1h 30′. En temporada baja -junio a septiembre- cada una puede hacer hasta cuatro salidas diarias; y en alta -septiembre a diciembre-, hasta seis por día.

El avistaje embarcado parte de Puerto Pirámides, en Península Valdés. Foto Ente de Turismo de Puerto MadrynEl avistaje embarcado parte de Puerto Pirámides, en Península Valdés. Foto Ente de Turismo de Puerto Madryn

La temporada alta comienza en septiembre porque es cuando empiezan a llegar los pingüinos a San Lorenzo y Punta Tombo, las principales pingüineras del país junto con la de Cabo Vírgenes, en Santa Cruz. Entonces, el avistaje de ballenas se complementa con el de pingüinos en sus madrigueras, en el agua y en su gracioso caminar entre cuevas, donde los pichones esperan la comida fresca que buscan sus padres.

Pingüinos de Magallanes en Estancia San Lorenzo. Empiezan a llegar en septiembre. Foto Turismo de Puerto MadrynPingüinos de Magallanes en Estancia San Lorenzo. Empiezan a llegar en septiembre. Foto Turismo de Puerto Madryn

“También es muy recomendable ver ballenas en julio y agosto; de hecho en agosto aquí decimos que tenemos ‘sopa de ballenas’, porque según los registros, es cuando más cantidad hay, porque están todas las crías que comienzan a nacer en junio”, dice la secretaria de Turismo de la ciudad, Cecilia Pavia.

Volvemos a tierra y vamos directo a Punta Norte, un viaje de una hora por un camino de ripio en excelente estado que invita a parar de tanto en tanto para disfrutar de choiques, algún que otro zorro y manadas de guanacos que corren, saltan con una agilidad envidiable y se pierden en la estepa.

Desde la costa elevada de Punta Norte el paisaje es espectacular, con grandes panorámicas de la playa donde juguetean algunos lobitos y, entre la restinga, los canales por los que las orcas llegan hasta la playa a cazar a los más desprevenidos.

En Punta Norte, las orcas cazan con la técnica de varamiento intencional. Foto PVOREn Punta Norte, las orcas cazan con la técnica de varamiento intencional. Foto PVOR

Allí suelen quedar varadas en las piedras hasta la siguiente ola; entonces, sacudiendo sus grandes cuerpos, regresan al agua. El varamiento intencional es una técnica de caza que solo ha podido ser detectada en este punto del planeta, y aquí hay un refugio de observación con datos de los avistajes y los nombres de ejemplares identificados por el Peninsula Valdes Orca Research (PVOR). Las mayores probabilidades de verlas van de febrero a abril, pero están todo el año.

Un spa de ballenas

Escena 3: como en un anfiteatro, sentados en sillitas, almohadones, reposeras, o simplemente sobre las piedras, mate y facturas en mano, disfrutamos del espectáculo de ballenas que pasan a pocos metros de la costa, una especie de desfile que, también, solo se puede ver aquí.

En El Doradillo la gente se sienta en la orilla a ver el espectáculo de las ballenas. Foto Ente de Turismo de Puerto MadrynEn El Doradillo la gente se sienta en la orilla a ver el espectáculo de las ballenas. Foto Ente de Turismo de Puerto Madryn

A 17 km del centro de Madryn, el área protegida El Doradillo, con las playas El Doradillo y La Cantera, es un increíble observatorio de ballenas. Y tanta gente viene a ver el espectáculo gratuito que el municipio acaba de inaugurar el nuevo asfalto de la ruta 42, ciclovía incluida, que se espera llegue hasta La Cantera -4 km más- antes de fin de año.

“Para los madrynenses, El Doradillo es como el patio de casa; hacemos un corte a media tarde, nos preparamos unos mates y vamos a pasar un ratito ahí”, cuenta Cecilia Pavia. Ahora, con el asfalto, ese “patio de la casa” está mucho más cerca.

El Doradillo es una playa de arena, de poco desnivel; La Cantera es de canto rodado y se hace profunda enseguida, por lo que, cuando se acerca la pleamar, las ballenas pasan muy cerca; tanto que, a nuestro lado, dos chicos estiran los brazos y los dedos, ilusionándose con tocarlas. En medio de ambas playas, el Observatorio de Ballenas de Punta Flecha, de la Fundación Patagonia Natural, es ideal para obtener información e interpretar lo que se ve.

Ballenas desde la playa. Foto Ente de Turismo Puerto MadrynBallenas desde la playa. Foto Ente de Turismo Puerto Madryn

Mar adentro el espectáculo se completa con ballenas saltando, sosteniendo su enorme cola fuera el agua o girando en redondo, como si estuvieran en la piscina climatizada de un spa, con el perfil de la ciudad como telón de fondo.

Danza con lobos

Escena 4: nos ponemos las patas de rana, lo único que nos faltaba de nuestro complejo atuendo de traje seco de buceo; uno a uno nos sentamos en el borde de la lancha y los vemos ahí, esperándonos: decenas de lobitos mirándonos, como invitándonos a chapotear.

¡Al agua! Juegan mordiéndonos suavemente los guantes, se apoyan en nuestras espaldas, se sumergen y nadan con un entusiasmo contagioso. Nos dan la bienvenida y disfrutan, juegan.

Snorkel con lobos marinos, todo el año. Foto Ente de Turismo de Puerto MadrynSnorkel con lobos marinos, todo el año. Foto Ente de Turismo de Puerto Madryn

La excursión de snorkel con lobos marinos es un gran clásico de Madryn durante todo el año, incluso hoy, con 0 grados y una llovizna persistente.

“Igual nos vamos a mojar, así que la llovizna no es problema; lo importante es que no va a haber viento”, nos habían avisado dos días antes, cuando el viento obligó a reprogramar la salida.

Al rato de estar en el agua, comienza a despejarse y unos tímidos rayos de sol iluminan la costa de Punta Loma, 15 km al sur de la ciudad. Es otra área natural protegida con senderos de interpretación y espectaculares miradores a la lobería desde lo alto del acantilado.

Tierra de dinosaurios

Escena 5: ¡Guau, pa, sacale fotos a todo, filmá!, dice una nena entusiasmadísima con las réplicas de esqueletos de dinosaurios del Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF), en Trelew, 60 km al sur de Madryn. Recientemente remodelado y con una exhibición impecable que recorre la historia de la Tierra y sus habitantes prehistóricos, es uno de los principales museos paleontológicos de Latinoamérica, visita obligada en la zona.

Y también puerta de entrada al Valle Inferior del río Chubut, que invita a conocer la epopeya de los inmigrantes galeses, que llegaron a estas costas en 1865 a bordo del bergantín Mimosa.

El Museo Paleontológico Egidio Feruglio, en Trelew, fue recientemente renovado. Foto MEFEl Museo Paleontológico Egidio Feruglio, en Trelew, fue recientemente renovado. Foto MEF

Ese mismo año fundaron Rawson a partir de un fuerte levantado 11 años antes; luego Trelew, y fueron remontando el valle del río Chubut hasta llegar a Trevelin, en la Cordillera, creando pueblos como Gaiman, Dolavon o 28 de Julio, donde dejaron un legado que sigue muy vivo en la cultura, en las capillas y en las casas de té.

Con nombres como Bryn Gwyn (“loma blanca”), que bautiza un parque paleontológico único que, además de un centro de interpretación y servicios, cuenta con un sendero que se va elevando poco a poco por la meseta y recorre una historia fósil de 40 millones de años.

El parque pertenece al museo Feruglio, y en el ascenso se exhiben restos hallados en la zona, protegidos por cúpulas piramidales de vidrio. Y como yapa, a medida que se asciende se van logrando mejores panorámicas del valle verde en medio de la estepa infinita.

De vuelta en Gaiman, visitamos la capilla Bethel, construida en 1913 en un terreno donado por Elisa Evans de Williams -Evans , un apellido clave en la epopeya galesa- y otros tesoros de la historia del lugar, como la estación de tren -inaugurada en 1909-, el túnel ferroviario curvo, de 282 metros de largo construido en 1914, y la primera casa de Gaiman, construida en 1874 por David Roberts, integrante del tercer contingente de inmigrantes galeses.

La hora del té, con gran despliegue en las colonias galesas como Gaiman. Foto Télam / ArchivoLa hora del té, con gran despliegue en las colonias galesas como Gaiman. Foto Télam / Archivo

Esa extraordinaria historia sigue viva en los descendientes, como Felipe Irianni, que junto con su familia administran la casa de té Ty Gwyn, una de las 6 que hay en Gaiman.

Me cuenta parte de su historia mientras llega el té con scones, sándwiches y tortas varias, incluida, claro, la histórica torta galesa, creada en estos pagos por aquellos pioneros. Una delicia.

Cómo llegar a Puerto Madryn

  • En auto: de CABA a Madryn son 1.290 km por RN 3 hasta Bahía Blanca y rutas 22, 251 y 3.
  • En avión: a Madryn vuelan Flybondi, desde $ 144.282,16 ida y vuelta en septiembre solo con artículo personal; y Aerolíneas, desde $ 226.533,47 con carry on. A Trelew (a 60 km), JetSmart y Aerolíneas, desde $ 172.841 ida y vuelta.
  • Bus de Retiro a Madryn (19 hs), desde $ 71.000 en semicama y $ 109.250 en cama ejecutivo (ida).

Dónde alojarse

Hay variedad de alojamientos, de hostels y casas en alquiler a hoteles 4 estrellas. Hab. doble con desayu-no en hotel Fantilli (3*), $ 114.344; en hotel Tolosa (4*), $ 148.352.

Cuánto cuesta

  • Entrada a Península Valdés, $ 10.000 adultos, $ 5.000 menores. Avistaje embarcado de ballenas, $ 150.000 adultos, $ 75.000 menores.
  • Snorkeling con lobos marinos, $165.000; adicional traje seco, $ 35.000.
  • Excursión a Península Valdés, $ 125.000 adultos, $ 87.500 menores; a Punta Tombo, $ 125.000 y $ 87.500, respectivamente; El Doradillo o Valle Inferior, $ 93.750 y $ 65.625.
  • Descuentos y promociones acá

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