Desde vestuarios que se cambian en 40 segundos hasta rampas de motocross sobre hielo. El espectáculo más mágico del invierno llegó al Movistar Arena, pero lo que no se ve es todavía más sorprendente: 80 personas viajando con 275 trajes, 103 objetos escénicos, un auto que pesa casi dos mil kilos y una pista que se congela con más de 41 mil litros de agua. Revista GENTE accedió al ensayo general, habló con sus protagonistas y te cuenta los secretos mejor guardados del show.
Las funciones coinciden con el inicio de las vacaciones de invierno y estarán en cartel hasta el domingo 28 de julio. La compañía que llegó a Buenos Aires no es la misma del año pasado: Disney On Ice tiene ocho elencos distintos girando por el mundo en simultáneo. La que llegó a Argentina es la producción llamada Un viaje mágico, una de las más recientes e innovadoras. En escena se combinan efectos aéreos, saltos extremos, rampas, bicicletas, un coche que recorre la pista, una pantalla gigante que sube y baja, y sistemas de iluminación que se activan por sensores ocultos en los trajes de los patinadores.
El fragmento que vimos fue sólo una muestra, con las tribunas vacías y el hielo intacto. La sensación es la de haber entrado a un parque temático sin salir del país: en segundos se pasa del frío polar de Arendelle, con Ana, Elsa y Olaf (Frozen), al calor de la sabana africana con Simba y Rafiki (El rey león), y de ahí a Londres con Mary Poppins o al océano con Moana. «Eso es lo que hace especial este show: no es una historia, son muchas. Es como subirse a una nave mágica que va parando en cada película», dice María, la presentadora. «Hay algo muy poderoso en ver tantos mundos convivir sobre el hielo. Te lleva directo a la infancia».
Una pista fabricada en Buenos Aires con 41.840 litros de agua

La magia empieza mucho antes de que suene la primera canción de Disney. En el corazón del Movistar Arena, un equipo de 20 técnicos trabaja durante 14 horas con el objetivo de convertir el estadio en una pista de hielo profesional. Para lograrlo, primero se instalan paneles que transportan una mezcla de glicol y agua. Luego se enfrían hasta -11 °C. Encima de esos paneles se vierten nada menos que 41.840 litros de agua para formar una capa de hielo de entre 3,8 y 5 centímetros de espesor.
El montaje es intenso y cronometrado. Se trasladan 17 camiones, 5 colectivos, un escenario que supera los 12 metros de altura, 103 elementos de utilería, un auto sobre hielo y más de 275 trajes. Nada se deja al azar. Todo lo que se refleja sobre el hielo, primero se fabricó, se probó y se transportó cuidadosamente por un equipo de 80 personas que viajan de país en país como si fuera una compañía de circo moderno.
«Todo esto que ves, lo armamos en cada ciudad. Congelamos el estadio, literalmente», cuenta Alex Gutiérrez, uno de los dos presentadores del show. «Es una locura lo que se logra en tan poco tiempo. Y cuando empieza la música, se transforma en algo mágico”»
Un móvil mágico sobre hielo y personajes nuevos en escena

El espectáculo presenta un viaje visual por los distintos mundos de Disney: desde Frozen hasta Mary Poppins, pasando por El Rey León, Toy Story, Aladdín y Moana. Cada universo se ilumina con un despliegue técnico imponente: rampas, trucos acrobáticos, vuelos y hasta bicicletas estilo motocross sobre hielo.
Uno de los elementos más impactantes es el auto mágico, un vehículo que pesa más de 1.800 kilos y se desplaza sobre la pista congelada como si flotara. «Cuando lo ves por primera vez no lo podés creer», dice el mexicano. «Y cuando ves cómo reacciona el público, entendés que esto no es solo un show: es una experiencia total».

María Fernanda Espinoza, también host, cuenta un poco de su historia. Ella siempre amó patinar, pero en su país, Ecuador, la actividad no es algo tan competitivo. Pasaron casi 30 años desde que arrancó a entrenar hasta que hace dos años su vida cambió para siempre: la convocaron a ser parte de la compañía. Había estudiado dos carreras, tenía 37 años y dijo adiós a todo lo conocido para sumergirse en una aventura mágica.
En escena, además, hay más de 220 luces móviles, 981 señales lumínicas, 730 efectos sonoros en vivo y un sistema que llega a los 110 decibeles. Todo se ejecuta en tiempo real, sin margen de error.
La representante argentina del elenco

Entre los 52 patinadores que integran el elenco global, sólo uno lleva la bandera argentina. se llama Ashelen Lund Course, tiene 23 años, es hija y una porteña y de un estadounidense y nació en Las Vegas. Su historia, como la de muchas princesas de cuento, también empieza con un amor en el hielo: sus padres se conocieron patinando.
«Mi mamá era patinadora. Mi papá vino con Holiday On Ice, la vio en la pista y se enamoraron ahí», cuenta. «El patinaje estuvo en mi vida desde que nací. Empecé a los cinco años y soñaba con esto. Hoy, ser parte de Disney On Ice es como cerrar un círculo», suma.
Para ella este no es un día más. «Este año me tocó presentar el show frente a mi familia argentina, que vino a verme por primera vez en este rol. Estoy emocionada. Es una función más, pero no es una más. Escuchar sus voces en la tribuna va a ser un regalo», dice.

Interpreta varios personajes a lo largo del show. Se cambia de vestuario en cuestión de segundos, gira, salta y sonríe mientras avanza a más de 30 kilómetros por hora. «Al principio me daba vértigo, pero después entendés que es como volar. El hielo es libertad», dice Ashelen.
Ella es parte de una compañía diversa: hay artistas de 11 países, que hablan 10 idiomas diferentes. El entrenamiento es intensivo: más de 550 horas de ensayo, múltiples roles por persona y una logística de vestuario que incluye más de 1.800 metros de tela y 50 cargas de lavandería por semana.
«Cuando estoy en escena, pienso en mi familia. En mis papás, en esa pista donde todo empezó. Y pienso en las nenas que están mirándonos desde la tribuna. Capaz alguna, como yo, está soñando con estar acá algún día», concluye Lund Course.
Las mejores fotos del detrás de escena de Disney On Ice









Fotos: Martina Cretella