viernes, 17 de octubre de 2025 14:52
La movilización, espontánea y nacida desde las fábricas y los barrios, dio origen al movimiento político más poderoso del siglo XX en Argentina: el peronismo.

En 1945, la Argentina vivía un contexto de gran tensión. Rumores de conspiraciones, huelgas y traiciones recorrían los pasillos del poder. El golpe de 1943 había derrocado al gobierno conservador y abierto un período de incertidumbre. En medio de esta situación, Perón, que se desempeñaba como secretario de Trabajo y Previsión, fue detenido y enviado a la isla Martín García.
Desde su cargo, Perón había impulsado reformas que transformaron la vida de los trabajadores: aguinaldo, vacaciones pagas, convenios colectivos y jubilaciones. Estas políticas generaron una adhesión popular inédita, pero también provocaron el rechazo de sectores conservadores, empresariales y militares, que lo veían como un peligro para el statu quo. En su edición del 10 de octubre de 1945, el diario La Nación señalaba que “la influencia de Perón sobre el elemento obrero es alarmante”.
El 17 de octubre, miles de obreros marcharon hacia la Plaza de Mayo, desbordando los límites de la capital. Llegaron desde Avellaneda, Berisso, Ensenada y el conurbano profundo, cruzando el Riachuelo a pie, con una sola consigna: “Queremos a Perón”.
No existían redes sociales, transporte masivo ni convocatorias formales. La fuerza de la movilización surgió del rumor popular y de la convicción de que su líder debía ser liberado. La presión de la multitud fue tal que, al caer la tarde, el gobierno militar no tuvo otra opción que liberar a Perón.
Esa noche, el coronel salió al balcón de la Casa Rosada y pronunció un discurso histórico:
“Esto es el pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar”.
Desde entonces, ese momento quedó grabado como el nacimiento del peronismo y, sobre todo, de su piedra fundacional: la lealtad entre el pueblo y su líder.
El Día de la Lealtad no es solo una efeméride partidaria. Es una marca cultural, un mito político que atraviesa generaciones y se reeditó cada año en actos, plazas y discursos. Para el historiador Felipe Pigna, “aquel día el pueblo dejó de ser espectador y pasó a ser protagonista”.
En el calendario peronista, el 17 de octubre funciona como espejo y termómetro: cada aniversario mide cuánto queda de aquella lealtad original. Desde los años de resistencia hasta las marchas multitudinarias del siglo XXI, la fecha sigue convocando a militantes, sindicatos y movimientos populares que ven en aquel gesto colectivo el origen de su identidad política.