Una bala perdida cambió para siempre la Navidad de una familia. Esta tragedia ocurrió en la cuadra de Pedro Castelli al 300, a metros de la colectora del Acceso Oeste, en Villa Sarmiento, Morón. Se trata de un barrio residencial, de casas amplias, jardines cuidados, palmeras y árboles que sombrean las veredas. Algunas viviendas tienen cercos eléctricos, alarmas y cámaras de vigilancia. Del otro lado del terraplén de la autovía, el paisaje cambia: construcciones más bajas, otro ritmo, otro clima.
Eran las 0.05 de este jueves y mientras adentro de la vivienda familiar la fantasía de Papá Noel se hacía realidad, afuera los chicos miraban los fuegos artificiales. De pronto, el festejo se quebró. Una nena cayó al piso gritando: “¡Me quema!, ¡me quema!”.
Hasta el momento, todo indica que se trató de una bala perdida pero no hay indicios sobre el tirador. En los alrededores de donde A., de 12 años, resultó herida se encontraron varios proyectiles, pero nadie sabe con certeza de dónde salieron: si de algún vecino de la misma manzana o de casas linderas, o si fue un disparo realizado desde un auto que circulaba por el Acceso Oeste.
Clarín recorrió el barrio y habló con vecinos de distintas generaciones, algunos de toda la vida, otros recién llegados. Todos coinciden en lo mismo: la sorpresa, el dolor y la sensación de que pudo haberle pasado a cualquiera.
Gabriela Costas vive en la zona desde hace 45 años. Conoce a todos. “En estas fiestas no había nadie en el barrio. La gente se suele ir. Yo estuve caminando a las dos de la mañana y no había nadie. Las fiestas acá son tranquilas”, cuenta. Sin embargo, hace una aclaración que se repite en otros testimonios: “Es habitual escuchar tiros en la colectora durante las fiestas”.
Gabriela se enteró de lo ocurrido por Gretel, la tía de la nena: “La familia es muy unida, son muchas personas, están siempre juntos. Pero nos podía tocar a cualquiera de nosotros. Estaban esperando a que Papá Noel llegue”, dice. Y se pregunta, todavía conmocionada: “¿Será el destino? No lo sé. Pero los pibes que tiraron, ojalá que el karma les vuelva. No se puede ir haciendo eso por la vida impunemente.»
La casa frente a la que la nena de 12 años resultó baleada. Foto: Fernando de la Orden.A pocos metros de allí vive Lorenza. Tiene 95 años y atiende a Clarín desde el altavoz del timbre. Con el poco hilo de voz que le queda intenta explicar cómo es vivir en el barrio que la vio crecer. “Vivo desde 1969 acá. Es un barrio común, de clase media, de gente trabajadora. Del otro lado de la autopista ya es un poco más heavy”, describe. Ubica el lugar con precisión: “Estamos en Villa Sarmiento y a diez cuadras de la estación de Ramos. Este es un barrio residencial.»
Para ella, escuchar tiros es algo relativamente reciente. “Que haya tiros es habitual desde hace un tiempo corto. La verdad no puedo creer lo que le pasó a esta chiquita”, dice. Y recuerda una postal de esa noche: “El 24, los vecinos, la mayoría, se había ido a festejar a otros lugares. Estaba muy desolado justo ese día.»
Gonzalo llegó al barrio hace apenas tres días. Pasó la Navidad en su casa y recién se enteró de lo ocurrido al día siguiente. “En mi poca experiencia y por lo que hablé con los vecinos, dicen que siempre vienen de la villa que está detrás del terraplén”, comenta, con cautela.
Jimena Regato vive hace siete años en la zona. “Es un barrio muy tranquilo, residencial. De la nota me enteré recién ayer. La verdad no sabía que fue tan cerca”, dice, todavía sorprendida. Desde la vereda, levanta la voz hacia adentro de su casa: “Chicas, fue acá a la vuelta lo de la nena”, le grita a su mamá.
Ella también señala una costumbre extendida: “Todos los vecinos acá no festejan en el barrio, se van. Pero es re tranquilo”. Este año, algo fue distinto. “Tiraron muchos más fuegos artificiales y nos sorprendió mucho. Del lado de la autopista sigue siendo Villa Sarmiento, pero hay casas bajas, es más barrio barrio. La verdad estamos muy sorprendidos por esto”. Y remarca: “Ese 25 no había nadie en la calle. Pero por lo general no hay nadie”.
Desde una ventana, Miriam Manchini atiende a Clarín. Vive hace 49 años en el barrio. “Nunca pasó algo así. Escuchar tiros en Navidad es común, pero no siempre pasó algo así”, dice con una voz que se quiebra al hablar de la familia de la nena: “Estamos totalmente consternados, destrozados todos. Es una familia muy unida, numerosa, muy querida en el barrio. Que pase esto te hace replantear todo. Ya no podés estar ni afuera.«
En una cuadra silenciosa, donde esa noche casi no había luces encendidas ni vecinos en la calle, la Navidad quedó marcada para siempre. En Villa Sarmiento, el barrio que siempre se pensó tranquilo, una bala perdida dejó una pregunta abierta que nadie sabe responder: ¿de dónde salió el disparo que rompió la ilusión de una nena y el descanso de toda un barrio?
AA

