En una entrevista íntima y profundamente emotiva realizada en exclusiva para GENTE, Flor Peña y su hijo Juan Otero protagonizaron un ida y vuelta tan honesto como luminoso. Entre risas, recuerdos de infancia y complicidades que solo se entienden en vínculos donde la libertad es un valor central, surgió uno de los momentos más reveladores del encuentro: el instante en el que Flor cuenta cómo supo que su hijo era gay.
El relato aparece descontracturado, auténtico, sin solemnidades ni bajadas de línea. Así, con la naturalidad que siempre caracterizó a la actriz y conductora, Flor reconstruyó la escena con humor, ternura y un mensaje poderoso sobre la importancia de aceptar —y celebrar— la identidad de los hijos.
—JO: ¿Cuándo fue que te diste cuenta de mi orientación sexual?
—FP: Cuando naciste. Fucsia. Ahí me di cuenta que algo estaba mal (se ríen). Pensá que vos jugabas con mis tacos. Yo llegaba a casa y vos estabas con los tacos y cinco nenas que te seguían. Siempre fuiste la reina vos.
—JO: Yo era la reina.
—FP: Eras reina madre y reina hija. Era re divertido verte cuando te ibas con las carteras a la escuela o cuando te ibas con las pulseras y los anillos… y yo te decía: ‘Bueno, Juan, pero no tenés que ostentarle a todo el mundo. Podés ser quien sos sin tener que llamar tanto la atención’. El día que te fuiste vestido de conejito. Que en realidad no era conejito, era conejita. Que es peor (risas).
En esa respuesta, que viaja del humor al corazón en segundos, Flor marca el tono del vínculo: un amor presente, consciente y siempre dispuesto a aprender junto a su hijo. «Más allá de la risa, vos sabés que tu libertad es algo que a mí me interpeló desde que naciste y siempre fuiste muy libre. Y me ayudaste y me empujaste a que yo entendiera tu libertad siempre. Te banco a muerte, ya lo sabés. Pero la verdad es que me sigue asombrando tu libertad. No tiene límites«, remarcó la artista, dejando un mensaje de amor incondicional y sentando uno de los momentos más emotivos de su entrevista madre e hijo.
Juan, por su parte, responde desde un lugar igual de transparente: «Yo creo que aparte que de chico ni siquiera me daba cuenta de las cosas que hacía. Yo me iba con una cartera y yo no lo tomaba como algo anormal o como algo distinto. Yo lo tomaba como que era parte de mí.»
Sobre esa línea, Flor suma suma una anécdota sobre la reacción de su ex pareja, Mariano Otero:
“Al que le parecía bárbaro era a tu papá».
—JO: Sí, muy contento con el asunto (risas).
—FP: ‘A vos te parece que tiene que ir con carteras’, me decía, y yo contestaba: ‘Dejalo ser, dejalo ser’.
Un orgullo que atraviesa todo: Flor Peña y el valor de criar en libertad
El diálogo avanza hacia un costado más introspectivo, cuando Juan le pregunta si hubo alguna charla o momento especial que los uniera en el camino de la aceptación. Flor responde con la misma mezcla de lucidez, humor y amor incondicional: «Creo que el que yo siempre haya sido como un motor para tu libertad, también nos acerca mucho, y que vos me cuentes y que tengamos una relación de madre-amigos también, donde podemos hablar de todo y donde sabés que yo te voy a bancar siempre y te voy a decir la verdad, pero te voy a bancar».
Asimismo, fiel a su estilo, remata: «Me parece que que yo sea tan genial nos une, porque todo lo que estaba diciendo llevaba a darme cuenta de que soy genial, ¿o no? Porque al final el remate era ese. ¡Qué genia! (se ríe).
—JO: Claro, sos la mejor mamá del mundo (se ríen).
—FP: O sea, faltaba eso. Si no lo decías vos, lo tenía que decir yo (continúan las risas).
Más allá de las bromas y los juegos cómplices, el intercambio deja en claro algo fundamental: Flor Peña está profundamente orgullosa de la libertad de su hijo. No solo la celebró desde que Juan era un niño, sino que también reconoce que esa libertad la desafió, la inspiró y la obligó a ser una madre todavía más abierta, respetuosa y amorosa.
Así, el vínculo que muestran hoy —lleno de humor, sensibilidad y honestidad— es el resultado de ese recorrido compartido. Un camino donde la identidad nunca fue un problema a resolver, sino una verdad a acompañar.
Fotos: Chris Beliera.
