Aun sin proponérselo, Jordi Savall desafiaba ayer desde Santes Creus a Donald Trump al emprender un viaje musical con Marco Polo a China, siguiendo las rutas de la seda. Algo que, aún tratándose de un programa musical, podría leerse desde la perspectiva del mandatario estadounidense como un intento de relaciones culturales y comerciales con la potencia asiática, justo lo que acaba de prohibirle a España, por cuestiones de “seguridad nacional”.
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