“Quedate tranquilo que en cualquier momento esto se va a dar vuelta. El pelado le llevó una carpeta a Milei y le contó todo”. La frase ocurrió en enero de este año y se la dijo un diputado nacional a otro. Ambos, miembros del bloque de La Libertad Avanza. El “pelado”, era Diego Spagnuolo, hasta hace poco director de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), centro de un escándalo de corrupción en el Gobierno a partir de audios que supuestamente corresponderían a él, y en los que relata una red de coimas en la que intervendrían droguerías e involucra a Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem, secretaria General de la Presidencia y subsecretario de Gestión Institucional, respectivamente.
Quien escuchó aquella reflexión fue el diputado Darío D’Alessandro, quien acaba de romper con los libertarios para armar un pequeño bloque con otros disidentes como Marcela Pagano, Lourdes Arrieta y Gerardo González. Todos afuera por distintas razones aunque los atraviesa el apellido Menem. El nombre del diputado, D’Alessandro lo mantiene bajo cuatro llaves pero asegura que se lo dirá a la justicia si es citado por el “audiogate”.
D’Alessandro es quien viene advirtiendo que en el PAMI no se puede comprar un tornillo sin el aval de Lule; pero tampoco si alguien solicita arreglos en una ruta nacional que corresponde a Vialidad; o si pide por algún contrato en Radio Nacional. La respuesta siempre es la misma: “Hay que consultarlo a Lule”.
Y Lule Menem es Karina. En el organigrama de la Secretaría General de la Presidencia, figura entre sus funciones la de asesorar y asistir a Karina Milei en algo tan amplio como “asuntos vinculados a políticas de interés” del Gobierno, pero también al propio Javier Milei.
En el mundo libertario, al menos el legislativo, creen que los audios que le atribuyen a Spagnuolo son reales. Básicamente, porque fueron varios los diputados libertarios que escucharon de boca del propio Spagnuolo quejas por la red de coimas y, en particular, por la intromisión de los Menem en la agencia. Coinciden con lo que presuntamente dice Spagnuolo en el audio; que Lule Menem le metió un funcionario “que vino a chorear”, en alusión a Daniel Garbellini, que antes del escándalo era director nacional de Acceso a los Servicios de Salud. “Diego se lo contaba a todo el que no fuera karinista o menemista”, afirma un legislador.

Con un silencio de la Casa Rosada de varios días que provocó un ruido político sin precedentes desde que asumió Milei, el primero en salir a hablar -como suele ocurrir- fue el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Primero dijo que, según Milei, Spagnuolo nunca le había dicho nada más allá de su estrecho vínculo y de sus al menos 38 visitas a la quinta de Olivos y 48 a la Casa Rosada durante 2024, año al que corresponderían los supuestos dichos del ex funcionario.
Lo otro que dijo Francos fue que Milei le aseguró que fue Victoria Villarruel quien le presentó a Spagnuolo en 2021. ¿Dato o intento por involucrar en el escándalo a la vicepresidente?
Villarruel se mantiene en silencio. Pero uno de los dirigentes que participó del armado de la campaña libertaria en las elecciones legislativas de ese año, señala que Milei lo conocía desde el 2020, se lo había presentado José Luis Espert. Luego Espert se alejó de Milei y compitió con su propia fuerza en la Provincia. Villarruel entró en esa campaña a último momento, cuando la lista porteña estaba definida.
El dato poco conocido es que en la lista 504 de La Libertad Avanza para diputados nacionales por la Ciudad, el candidato número 13 era “Spagnuolo, Diego Orlando”.

El escándalo que rodea a Spagnuolo encierra otra paradoja digna de una serie de conspiraciones de Netflix. Ocurre en medio del reclamo de familias de personas con discapacidad por el proyecto de ley para el pago de la deuda con los prestadores y la actualización de los aranceles, que provocaban un deterioro en la asistencia. También comprendía un control en el otorgamiento de las pensiones por discapacidad.
En los ámbitos políticos nadie descarta que todo sea producto de la feroz interna entre el sector que comanda el asesor Santiago Caputo y el que encarna Karina Milei con los Menem. Otros ven manos kirchneristas. Aunque genera suspicacias que la bomba detonara inmediatamente después de que buscara instalarse la renuncia del ministro de Salud, Mario Lugones, por otro escándalo, el del fentanilo que lleva más de 100 muertes.
Lugones llegó a Salud de la mano de Santiago Caputo, ex socio del hijo del ministro, Rodrigo Lugones. Antes de asumir esa cartera y pese a que el cargo lo desempeñaba Mario Russo, Lugones era una suerte de ministro en las sombras.

Todo lo que le suele ocurrir a un gobierno en cuatro u ocho años, a Milei le está pasando en menos de dos: recibimiento con expectativas; un programa -en este caso de ajuste- avalado por la sociedad y un logro clave, controlar la inflación; concreción de reformas y acompañamiento legislativo; restablecimiento del orden con el fin de los piquetes y el desmanejo de los planes sociales; primeras sospechas de corrupción con el caso $LIBRA; feroz confrontación con la oposición; cooptación de otros partidos como el PRO; durísima interna por cargos y armados de listas; abroquelamiento de la oposición en el Congreso que voltea las decisiones del Ejecutivo; y un mega escándalo por una supuesta red de corrupción.
Antes, de este laberinto los gobiernos salían con ambiciosos planes, renovación del gabinete y un cambio de estilo. Los manuales parecen haberse quemado y las fórmulas se han alterado, en tiempos muy distintos. Los Milei apuestan casi todo a la elección de octubre. ¿Qué tan grande será la ganancia que necesitarán?
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