“El aula puede ser una plaza, un ex centro de detención o una terraza”, asegura Federico Colombo. Él es docente de Biología y, desde hace más de una década, entendió que para llegar a sus alumnos era necesario innovar, crear proyectos que los entusiasmaran y tomar contacto con la naturaleza.
“Es difícil captar la atención de los estudiantes de hoy en día. En el 2015 pensé en hacer proyectos divertidos y que las clases ocurrieran en aulas a cielo abierto”, resume sobre el rumbo que tomó su carrera docente. Estar en contacto con la biodiversidad, hacer salidas en las que se identifican especies y la divulgación del conocimiento se convirtió en la marca registrada de su espacio curricular.
Aprender haciendo y en red
Colombo enseña en dos escuelas secundarias de la Ciudad de Buenos Aires —la Técnica N°8 “Paula Albarracín de Sarmiento” y el Instituto La Candelaria— e impulsa una metodología basada en proyectos interdisciplinarios, interinstitucionales e inclusivos. Cada propuesta integra distintos niveles educativos, barrios y realidades: estudiantes de escuelas comunes y especiales, jóvenes en contextos de encierro en el penal de Devoto, programas de reingreso escolar y organizaciones sociales.
Federico y sus alumnos diseñaron biocorredores urbanos, huertas agroecológicas en espacios reducidos y talleres de compostaje que hoy inspiran a otras escuelas. Solo en 2025 coordinaron 52 salidas didácticas al biocorredor del ex Olimpo y participaron más de 1.600 estudiantes de 11 instituciones.

Hace ocho años creó la Red por la Sustentabilidad, que conecta a colegios de todo el mundo, incluidos algunos de España e India, con ornitólogos, especialistas en jardines urbanos y ONG ambientales.
Inclusión y aprendizaje profundo
Cada proyecto exige colaboración: los estudiantes deben planificar, registrar observaciones, actuar y revisar lo aprendido. Esa dinámica —explica Federico— ayuda a integrar a compañeros con distintas capacidades y niveles de aprendizaje. “Todos se sienten parte del equipo y desarrollan habilidades cognitivas mientras cuidan los espacios de intervención”, señala.
Los resultados son visibles: mayor compromiso, mejor comprensión de contenidos y una notable capacidad de divulgación científica. Sus alumnos participan en ferias, en jornadas del Ministerio de Educación porteño y en entrevistas en algunos medios de comunicación. “Se empoderan al punto de ofrecerse para dar talleres o enfrentar nuevos desafíos”, cuenta.
Reconocimientos y proyección
La Red por la Sustentabilidad que lidera obtuvo 24 reconocimientos de organismos nacionales e internacionales, entre ellos premios del Programa Escuelas Verdes de la Ciudad de Buenos Aires, menciones en ferias de ciencia y tecnología y una distinción del World’s Best School Prizes que ubicó a su escuela en el top 10 mundial en la categoría Environment Action.

Hoy, Federico Colombo es finalista del Premio Docentes que Inspiran, que reparte 24 millones de pesos y celebra a los educadores que dejan huella en la vida de sus alumnos. Pero su mayor orgullo no está en los premios, sino en ver a sus estudiantes convertirse en divulgadores, activistas y ciudadanos globales. “Lo más lindo es ver que ellos se apropian de los proyectos que llegamos a cabo”, afirma.
Para conocer las historias de los seis finalistas del Premio Docentes que Inspiran, se puede ingresar en www.premiodocentesqueinspiran.com.ar o a las redes sociales del concurso: en Facebook, “Docentes que Inspiran”; y en Instagram, docentequeinspiran.
AA