Hubo indignación generalizada cuando el sábado pasado, once meses después de dar positivo por clostebol en dos controles antidoping realizados durante los Masters 1000 de Indian Wells y Miami, se conoció la sanción de tres meses para Jannik Sinner. Fanáticos del tenis, analistas, ex jugadores y hasta compañeros del italiano en el circuito se expresaron al respecto.
“No lo entiendo. Si está 100% seguro de su inocencia (como lo estaba antes con sus abogados), ¿por qué acepta una sanción de tres meses?”, cuestionó Yevgeny Kafelnikov, el ruso que ganó dos Grand Slam -Roland Garros 1996 y Abierto de Australia 1999-, se coronó campeón olímpico en Sidney 2000 y fue número uno del mundo. Esa es una de las tantas preguntas que circulan alrededor del escandaloso Sinner gate.
Inicialmente, apenas conoció el resultado de uno de los tests y para evitar una suspensión provisional, la defensa del italiano alegó que se trató de un error de Giacomo Naldi, uno de sus fisioterapeutas -ya despedido-, quien trabajó sobre el cuerpo del tenista minutos después de curarse una herida con una crema que contenía la sustancia dopante. Ese fue el argumento que utilizaron buscando que se lo declare inocente y que pueda seguir compitiendo sin restricciones. Y la Agencia Mundial Antidoping (WADA por sus siglas en inglés) dio por válida esa explicación al confirmar que la cantidad de droga encontrada en su organismo fue minúscula.
Aunque toda esta situación no parece haberlo desviado en absoluto de sus objetivos dentro del tour, ya que en estos meses ganó dos Grand Slams, tres Masters 1000, la última edición de las ATP Finals y la Copa Davis, lógicamente se trata de un tema que el número uno quiere dejar atrás y es por eso que aceptó la sanción de tres meses. Si se negaba y continuaba la disputa legal para lograr salir sin suspensión alguna, el proceso podía alargarse durante meses con el riesgo de que termine siendo suspendido por 1 o 2 años, que era la intención inicial de la WADA.
Entiende, además, que hubo negligencia en el accionar de su ex fisioterapeuta, del que él es responsable, y que por lo tanto alguna sanción le iba a caer. Entonces, tres meses resulta un buen negocio para él, justo en un tramo de la temporada sin Grand Slams ni muchos puntos por perder. Regresará para disputar el Masters 1000 de Roma, el torneo más emblemático de Italia y antesala de Roland Garros, sin posibilidad de caer de la cima del ranking hasta entonces.

«Siempre acepté que soy responsable de mi equipo y me doy cuenta que las estrictas normas de la WADA son importantes para proteger el deporte que amo. Sobre esta base, acepté la propuesta de resolver este procedimiento con una sanción de tres meses”, explicó Sinner el mismo día en que se conoció la noticia. Ahí surge otra pregunta: ¿cómo es posible que el tenista pueda aceptar (o rechazar, si fuera el caso) la suspensión? ¿por qué se habla de «propuesta» y no de una decisión firme por parte de la Agencia Mundial, el ente encargado de dar el veredicto tras analizar las pruebas?
En esa dirección apuntó una de las balas de Nick Kyrgios, acostumbrado a involucrarse en polémicas. «¿Un ‘acuerdo’? No sabía que los castigos por delitos relacionados con drogas se podían negociar en el deporte… qué chiste», se hizo eco el australiano de una publicación de Piers Morgan, reconocido periodista británico. Previamente, Nick lanzó otras bombas: «Culpable o no, es un día triste. La igualdad en el tenis ya no existe». A él se sumaron Stan Wawrinka, Daniil Medvedev y también la Asociación de Tenistas Profesionales (PTPA) que lidera Novak Djokovic.
Más de uno quedó atónito al leer esa parte del comunicado de Sinner. Sin embargo, cabe decir que los acuerdos son habituales en este tipo de disputas legales. «Las negociaciones, en las batallas legales, son mucho más comunes que ir a juicio», coinciden especialistas en derecho deportivo. ¿Y por qué se da ahora? Lo dicho: sencillamente porque a Sinner le resulta conveniente aceptarlo en este momento, evitando así que el proceso se prolongue y a sabiendas de que deportivamente no lo afectará sustancialmente.

“No es una buena imagen para nuestro deporte. Eso es seguro”, declaró Djokovic, desde Doha en la previa de su debut con derrota en el ATP 500 qatarí. Y agregó: “La mayoría de los jugadores con los que hablé, no sólo en los últimos días, sino también en los últimos meses, no están contentos con la forma en que se manejó todo este proceso. Sienten que hubo favoritismo. Parece que podés influir en el resultado si sos un jugador de elite, si tenés acceso a los mejores abogados y demás”.
Uno de los que expresó su descontento fue Nicolás Jarry, suspendido por 11 meses en abril de 2020 luego de que una muestra de orina tomada el 19 de noviembre del año anterior, durante las Finales de la Copa Davis celebradas en Madrid, mostrara presencia de ligandrol y estanozolol. «Lo que leí es que declararon que no hubo intención ni que sacó ventaja deportiva. Hay muchísimos casos en los que pasa eso, incluyendo el mío; si es así de simple sólo tener tres meses, deberían dárselo a todo el mundo. Es un trago amargo», declaró el chileno en zona mixta tras vencer a Juan Manuel Cerúndolo en el ATP 500 de Río de Janeiro.
Meses después de que la polaca Iga Swiatek, ex número uno y campeona de cinco Grand Slams, aceptara una pena de un mes tras dar positivo por trimetazidine, que dijo haber consumido accidentalmente debido a un medicamento no recetado, crecen las sospechas. ¿Hay una vara diferente para los número uno que para el resto de los jugadores? El informe de la WADA responde esa pregunta, aunque está lejos de convencer: «Los hechos de este caso son realmente únicos. El escenario reconstruido por el atleta es científicamente plausible y está bien documentado por los hechos. Una suspensión de 12 meses habría sido excesivamente severa: la sanción es proporcional a la infracción cometida».
Culpable o inocente, la del doping es una mancha que acompañará a Sinner y que podría afectar la relación con sus colegas en los vestuarios, aunque dentro de la cancha se mantenga imbatible. Mientras tanto, probablemente con la conciencia tranquila por saber que no cometió ninguna infracción, desoye las críticas y prepara su pronto regreso a los courts.