
En un entorno empresarial cada vez más descentralizado y digitalizado, las organizaciones enfrentan el desafío de mantener la continuidad, la seguridad y la eficiencia de sus operaciones tecnológicas más allá de los grandes centros de datos.
En este contexto, el Edge Computing —la capacidad de procesar datos cerca del lugar donde se generan— se posiciona como un componente clave para la transformación digital en sectores estratégicos como salud, banca, manufactura, petróleo y gas.
La demanda de procesamiento en tiempo real, sumada al crecimiento del Internet de las Cosas (IoT), la inteligencia artificial (IA) y las aplicaciones en la nube, ha acelerado la expansión de la infraestructura edge en América Latina.

De acuerdo con Statista, el mercado global de edge computing superó los 47.000 millones de dólares en 2023 y se proyecta que duplique su valor hacia 2027, confirmando su papel como una de las tecnologías de mayor impacto en los próximos años.
Este crecimiento plantea nuevas preguntas: ¿cómo garantizar la disponibilidad de operaciones críticas? ¿Cómo mantener el control remoto en sitios dispersos con poca infraestructura? ¿Y cómo hacerlo de forma sostenible, reduciendo el impacto energético y ambiental?
La clave, según expertos, está en combinar tecnología, diseño inteligente y gestión centralizada. A diferencia de los grandes centros de datos, los sistemas de edge computing suelen operar en espacios reducidos, sin personal técnico en sitio y con limitaciones de energía.
Para enfrentar este reto, diferentes compañías ofrecen soluciones integrales que incluyen desde UPS monofásicas, refrigeración compacta y sistemas de gestión térmica, hasta software de monitoreo como EcoStruxure IT, que brinda visibilidad en tiempo real y diagnóstico predictivo desde una plataforma centralizada.

Esto es esencial en sectores como la salud, donde las aplicaciones clínicas deben operar sin interrupciones para garantizar la atención a pacientes; o en la banca, donde el procesamiento local de datos en sucursales requiere baja latencia y altos niveles de seguridad.
“Hoy, las organizaciones necesitan soluciones que garanticen continuidad operativa sin comprometer sus objetivos de sostenibilidad. El edge computing permite acercar la inteligencia al punto de uso, reduciendo latencias, costos energéticos y emisiones, para que cada empresa pueda gestionar su infraestructura de forma resiliente, eficiente y alineada con sus metas ambientales”, afirmó José Luis Leyva Mancera, edge Computing and Alliances Specialist de Schneider Electric para Sudamérica.
Uno de los aspectos más críticos del edge computing es la ciberseguridad. Al tratarse de entornos remotos, muchas veces sin supervisión directa, se convierten en puntos vulnerables frente a posibles ataques.
En este campo, Schneider Electric y otros actores de la industria trabajan con protocolos de seguridad avanzados en sus dispositivos, sistemas de alertas remotas y planes de recuperación ante fallos. Estos mecanismos permiten detectar amenazas en tiempo real y responder con rapidez para proteger las operaciones críticas.

La resiliencia operativa es otro de los ejes centrales en la adopción de edge computing. Con herramientas basadas en IA y machine learning, es posible anticipar fallos en los equipos, optimizar el uso energético y extender la vida útil de los activos.
“La expansión del edge requiere una infraestructura preparada no solo para operar de forma remota, sino también para resistir amenazas cada vez más sofisticadas. Por eso combinamos innovación tecnológica con estándares globales de ciberseguridad para proteger la continuidad operativa de nuestros clientes desde el núcleo hasta la periferia digital”, agregó Leyva.
Más allá de la eficiencia tecnológica, el edge computing también se presenta como un habilitador del desarrollo regional. Al acercar la inteligencia digital a las operaciones locales, contribuye a la descentralización del acceso a los datos, mejora la capacidad de respuesta de las empresas y reduce la dependencia de grandes centros de cómputo situados a miles de kilómetros.

Esto no solo genera beneficios en términos de velocidad y autonomía, sino que también ayuda a disminuir la huella de carbono, al evitar el transporte constante de grandes volúmenes de información hacia centros de datos centrales.
En un momento en que la sostenibilidad se ha convertido en una prioridad global, esta tecnología ofrece una doble ventaja: incrementar la productividad y competitividad empresarial mientras se promueven operaciones más responsables con el medioambiente.