Leí hace unos años en un artículo del periodista barcelonés Enric González sobre fútbol italiano que para los puristas del calcio solo un empate a cero refleja un encuentro en el que ambos equipos juegan a la perfección. El mito del empate ha vuelto a la actualidad cuando el premio Goya a la mejor película del año ha sido obtenido ex aequo por dos largometrajes, El 47 y La infiltrada . Sustituye, una década después, al último empate relevante, el que se dio en la asamblea de diciembre del 2015 de la CUP. La igualdad a 1.514 votos frustró la investidura de Artur Mas y abrió el paso a la de Carles Puigdemont. La CUP, siempre decisiva desencadenando algunos grandes hechos recientes del país para, después, desaparecer súbitamente de escena mediante el hábil regate de un buen extremo.
Los equipos de ‘La inflitrada’ y ‘El 47’ tras conocerce el Goya ex aequo a Mejor Película
Álex Cámara / Europa Press
Asistí el sábado a la gala de Granada. Por la tarde, estuve tras el escenario. A pocos metros de la rampa de acceso había un cartel con la palabra notarios en la puerta de una pequeña habitación. Porque eran dos, la de Madrid, que hizo el recuento y se trajo los sobres, y el de Granada, que los iba entregando a los regidores de la retransmisión.
El desenlace de los Goya sustituye, una década después, al empate de la CUP
Mis compañeros de Gestmusic, productores del evento, me contaron cómo salió disparado de la habitación un oficial de la notaría pidiendo que alguien dijera a Belén Rueda que habían más papeles en el sobre y los leyera. Un único tarjetón con los dos ganadores hubiera evitado el numerito y las dudas, aunque, de momento, no ha aparecido ningún terraplanista.
En el pasado, cuando aún no existía como ahora un programa informático que facilita al notario contabilizar el voto digital, que es mayoritario, todo debía hacerse sumando cientos de papeletas en las dos docenas de categorías. En alguna ocasión, los resultados eran incoherentes a los ojos de los expertos vaticanólogos de los Goya, que echaban sus cuentas en un cine español entonces muy organizado por afinidades y familias . Muy madrileño. Y planeó la duda, sin pruebas, de que quizás algún notario abrumado por el trabajo contabilizaba mediante el método del muestreo de un grupo de papeletas, como en las encuestas electorales, que suelen fallar.
Hace años, el entonces presidente de la FIFA, Joseph Blatter, comentó que quizás, para implantar el fútbol con mayor eficacia en Estados Unidos, debería plantearse que los norteamericanos pudieran desempatar sus partidos dado que, por su mentalidad competitiva, necesitan tener un ganador y un perdedor. Lo hicieron en Sant Feliu de Buixalleu al empatar en las últimas elecciones municipales Junts i Esquerra a 247 votos. Se lanzó una moneda al aire para atribuir la alcaldía. Salió cruz y ganó Esquerra. Un amigo de la CUP, enterado de las cosas que pasan en su partido, tiró de una frase quizás apócrifa de un emblemático exjugador culé al preguntarle por la verdad del empate a 1.514: “Como dijo Rexach, el Barça suele ganar más que perder, pero, a veces, empata”.
